La noticia de que el CSD finalmente ha concedido la cautelar al FC Barcelona para poder inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor desató una euforia desmedida en el presidente del club blaugrana, Joan Laporta, justo antes del partido de su equipo ante el Athletic Club en la semifinal de la Supercopa de España en Arabia Saudí.
El máximo mandatario del Barça no pudo aguantar la alegría en las instalaciones del King Abdullah Sports City desde un primer momento al recibir esas nuevas informaciones en los instantes previos al encuentro. Sin embargo, lo hizo de una polémica manera, comenzando por un corte de mangas para celebrarlo tras abrazarse con Enric Masip.
El show no terminó ahí. De la alegría desmedida pasó incluso a las faltas de respeto, dando patadas y puñetazos a los sillones y repitiendo el mismo gesto acompañado de insultos al aire subidos de tono, sin dejar de repetir varias veces "hijos de puta".
Con la llegada de los presidentes de las territoriales de la RFEF a los palcos para presenciar el partido se produjeron los momentos de máxima tensión. Laporta estaba fuera de sí, "habéis sido vosotros", afirmaba apuntándoles, acusándoles así de haber sido responsables de la negativa de la Federación a la inscripción de Olmo y Víctor.
Ya durante el encuentro, el presidente del FC Barcelona siguió insultando a los representantes de la RFEF totalmente "fuera de sí". Y la cosa fue a más cuando se entregó un recuerdo culé por sus más de 125 años. "Hubo faltas de respeto. No hubo gritos, pero sí muy malas formas", desvelaron testigos a la Cadena SER. Durante ese momento, Rafael Louzán, presidente de la Federación, se limitó a intentar mediar sin posicionarse.
La euforia desmedida de Joan Laporta provocó que varios presidentes de las territoriales abandonaran el palco de autoridades, en el que también llamó la atención al grito de "hijos de puta".
El polémico show de Joan Laporta incluso sonrojó al protagonista del día, Dani Olmo, a quien se acercó para dar un abrazo y celebrar las buenas noticias. Según informó Manu Carreño en El Larguero, el internacional español no podía creer lo que estaba viviendo con el presidente del FC Barcelona e incluso se sintió avergonzado.