La incógnita Montero

La vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, añade una tarea más a su atareadísima agenda. Salvo sorpresa cósmica, sus compañeros del sur la nombrarán secretaria general de los socialistas andaluces en el congreso que celebrarán en Armilla, Granada, los días 22 y 23 de febrero.

La designación de Montero responde a dos objetivos complementarios: competir contra Juanma Moreno en las andaluzas de 2026 y, al menos, quitarle la mayoría absoluta al PP y obligarle a gobernar con Vox, con lo que, además, se lograría romper la imagen de moderación del presidente andaluz; y sumar más votos y escaños nacionales del sur para el PSOE que permitan a Pedro Sánchez seguir en la Moncloa cuatro años más.

A favor de María Jesús Montero juega que es, con diferencia, el activo electoral que más puede activar a una izquierda que en Andalucía está con el ánimo en el subsuelo. Tiene el foco que le da su puesto como número dos del Gobierno y del PSOE. Y su discurso emocional, de claro signo izquierdista y con ribetes populistas, se ajusta más que el de Juan Espadas, y el de cualquier otro, al clima de crispación y polarización en el que vivimos.

Pero en su contra juegan también factores muy relevantes. En primer lugar, es insólito que una vicepresidenta del Gobierno de España ejerza a la vez de ministra de Hacienda y de líder de la oposición en Andalucía. Tendrá que defender a la misma vez posiciones contrarias cuando esté en Madrid y cuando esté en Andalucía, como veremos cuando negocie la financiación singular con Cataluña que tanta irritación genera en el sur.

Y en segundo lugar, le van a recordar una y otra vez que es una candidata del pasado, que viene de ser consejera con Manuel Chaves, con José António Griñán y con Susana Díaz antes de integrarse en el puente de mando del sanchismo. Y le van a recordar una y otra vez que viene solo para ofrecerle unos cuantos escaños más a Pedro Sánchez.

La sociedad andaluza ha cambiado. La transferencia de voto de centro izquierda del PSOE al PP en el sur es pequeña, pero sigue afianzándose. Y está por ver que el voto socialista que se fue a la abstención pueda volver. ¿Habrá efecto Montero o se quedará en un simple efecto placebo? Ya veremos pronto cómo se despeja esta incógnita. De momento, estén pendientes, que aquí no solo se juegan algunos votos del sur.

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