El iceberg más grande y antiguo del mundo, el A23a, podría haber llegado al final de su recorrido: ha encallado a unos 73 kilómetros de la isla subantártica de Georgia del Sur, el paraíso de los pingüinos, después de permanecer cinco años a la deriva, desde 2020.
El colosal A23a, que mide unos 3.600 kilómetros cuadrados y pesa casi un billón de toneladas, se desprendió de una plataforma de hielo de la Antártida en 1986 y descansó en el lecho marino del mar de Weddell durante más de 30 años, antes de comenzar su viaje hacia el norte en 2020.
Ese mismo año, comenzó a derivar con las corrientes oceánicas y cuatro años después, en 2024, se quedó atascado durante meses alrededor de una montaña submarina, lo que retrasó su viaje hacia el norte. Después de su liberación, se temía que el A23a se dirigiera hacia Georgia del Sur e impidiera el acceso a las zonas de alimentación de focas y pingüinos que se reproducen en la isla.
Las imágenes muestran ahora al iceberg encallado a unos 90 kilómetros de la isla, en la costa suroeste. Los expertos esperan que las aguas más cálidas, combinadas con la acción de las olas y las mareas, hagan que la enorme sección de hielo se rompa en icebergs más pequeños para, finalmente, derretirse.
"Si el iceberg permanece en tierra, no esperamos que afecte significativamente a la vida silvestre local de Georgia del Sur. En las últimas décadas, los numerosos icebergs que terminan tomando esta ruta a través del Océano Atlántico pronto se rompen, se dispersan y se derriten", explica Andrew Meijers, oceanógrafo del British Antarctic Survey, según recoge The Guardian. Los expertos permanecerán pendientes de su evolución, porque aunque lo más probable es que se rompa, es algo "prácticamente imposible de predecir".
Qué efectos tendrá sobre la fauna, sigue suscitando dudas: "Será interesante ver qué sucederá ahora, estamos interesados en ver cómo afectará el iceberg al ecosistema local". Por una parte, puede perjudicar a los pescadores, cuya actividad ya se vio afectada en el pasado: "A medida que el iceberg se rompe en pedazos más pequeños, podría hacer que las operaciones de pesca en el área sean más difíciles y potencialmente peligrosas".
Aunque también puede tener su lado positivo: el iceberg contiene nutrientes atrapados que, al derretirse el hielo, "pueden aumentar la disponibilidad de alimentos para todo el ecosistema regional, incluidos los carismáticos pingüinos y focas", apunta Meijers.