La economía de Europa se tambalea. Alemania y Francia, las dos grandes potencias del Viejo Continente, están sumidas en sendas crisis económicas y políticas que amenazan con contagiarse al resto del bloque continental. El descontrolado déficit francés y el largo estancamiento alemán —el país lleva dos años ya sin conocer nada que se parezca a crecimiento— contrastan con la boyante economía española, que este año crecerá al mayor ritmo de todo el bloque occidental. Las dos grandes potencias —juntas aportan un 40% del PIB de toda la eurozona— se han quedado recientemente sin Gobierno y afrontan desafíos económicos importantes.
En el caso francés, el problema está en las finanzas públicas. Las previsiones apuntan a que el país galo cerrará este 2024 con un déficit público del 6%, una cifra que duplica el máximo permitido por la UE. La caída del primer ministro, Michel Barnier, ha sumido al país en un bloqueo político que se prolongará hasta bien entrado el año próximo. La aprobación de unos Presupuestos que puedan embridar el déficit queda descartada a corto plazo. Paralelamente, las previsiones de crecimiento van empeorando. El escenario actual es de una economía que se desacelerará y apenas crecerá un 0,6% en 2025.
Alemania tiene problemas diferentes, pero no menos profundos. La coalición en el Gobierno germano quedó descabezado en noviembre tras la decisión del primer ministro socialdemócrata, Olaf Scholz, de destituir al ministro de finanzas liberal, Christian Lindner. En el plano económico, el país afronta una crisis de su modelo productivo, que ha quedado severamente cuestionado por la guerra en Ucrania. El fin de la energía rusa barata y el fuerte impacto que ha sufrido su industria han dejado al país tambaleándose. A esto se suma el giro arancelario en el comercio internacional, que perjudica especialmente a Alemania, que ha construido su sistema productivo en torno a las exportaciones.
Hasta el momento, España parece ajena a los problemas que golpean el Viejo Continente. Todo apunta a que, pese al contexto de gran debilidad en Europa, la economía española crecerá en torno a un 3% este año y lo hará por encima del 2% en 2025 y 2026. Sin embargo, que España no se haya contagiado todavía del pesimismo en las grandes capitales, no quiere decir que el país sea inmune.
Si la situación se agrava o se prolonga en el tiempo, el impacto se acabará dejando notar. "[En España] dependemos mucho de nuestros mercados interiores, particularmente de los europeos. Es inconcebible que nos desvinculemos mucho del resto de Europa", reflexiona Raymond Torres, director de Coyuntura y Análisis Internacional en Funcas, en conversación con 20minutos.
El principal canal por el que impacta en España las crisis alemana y francesa es el del comercio. Estos dos países son el destino del 25% de las exportaciones de las empresas españolas. Uno de cada cuatro euros en ventas de las firmas establecidas en España procede de Alemania o Francia.
Dentro de los sectores potencialmente más afectados, Torres destaca los servicios no turísticos. Un cajón de sastre económico donde se incluyen actividades como los servicios a empresas, la logística, el transporte, las finanzas... Sin olvidar, por supuesto, a la industria automovilística, el principal sector exportador del país, cuyos clientes más importantes son también Francia y Alemania. Esta actividad emplea en España directa o indirectamente a 1,8 millones de personas, 66.000 de ellas en fábricas.
También hay que tener en cuenta al sector turístico, uno de los principales motores de la economía española después del coronavirus y para el que los mercados alemán y francés son clave. Un 21% del gasto que hacen los turistas internacionales cada año en España procede de Francia y Alemania. En todo caso, por el momento el turismo se mantiene fuerte y las expectativas para 2025 son de superar un nuevo récord de llegadas.
Incertidumbre y deuda pública
La debilidad de Alemania y Francia puede tener impacto por otras vías. Una de las más claras, en el caso de Francia, es la vía de los mercados financieros. "El mayor de los riesgos es una crisis presupuestaria verdadera en Francia", reflexiona Torres en conversación con este periódico.
Si los mercados pierden la confianza en París, los inversores podrían mirar también a otros países con deudas abultadas. España, con un pasivo que supera el 100% de su PIB, está entre los países más endeudados de Europa.. Por el momento, los mercados están tranquilos. La prima de riesgo —que refleja la confianza de los inversores en la deuda española— está en mínimos e incluso por debajo de la de Francia.
Finalmente, hay una tercera variable en juego más difusa y, por tanto, difícil de ponderar que es la incertidumbre. Esto afecta fundamentalmente a la inversión, una de las variables macroeconómicas que más debilidad ha mostrado estos últimos años.