Emilio Herrera, el desconocido español que inventó el traje espacial y fue presidente de la República española en el exilio

Emilio tuvo un sueño: ascender en globo 26.000 metros de altura hasta llegar a la estratosfera y allí, medir la radiación cósmica. Y soñar, le llevó más lejos de lo que jamás hubiera imaginado.

Su historia empieza en Granada en 1879, en la España de la Restauración borbónica, y queda marcada por las tres tragedias que sacudieron la ciudad -en 1884 el terremoto del 25 de diciembre, en 1885 las inundaciones ocasionadas por el río Darro a su paso por la ciudad y como consecuencia una epidemia de cólera-.

Emilio Herrera pertenecía a una familia de la burguesía ilustrada y desde pequeño, influenciado por su padre, que era militar, y especialmente, por las novelas de Julio Verne, fue un apasionado de la aviación y la aerostática. Tras finalizar la escuela y abandonar rápidamente la carrera de arquitectura, ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara que, por aquel entonces, estaba presidida por todo un pionero de la aerostática: Pedro Vives Vich.

El primer hombre en sobrevolar el estrecho

Convertido en piloto de avión, en 1914 Emilio Herrera ocupa por primera vez las portadas de todos los periódicos nacionales, junto a su compañero José Ortiz Echagüe con quien atravesó el estrecho de Gibraltar en un vuelo entre Tetuán y Sevilla que haría historia por ser el primero realizado entre Europa y África.

Tras este icónico suceso, el rey Alfonso XIII, le nombró gentilhombre de cámara con ejercicio después del vuelo y desde entonces, los hitos en su carrera no dejaron de sucederse, aunque, sin duda, fue la creación de la primera aerolínea transoceánica para el transporte de pasajeros 'Transaéra Colón' uno de los más recordados. Finalmente, la idea termina realizándose por una empresa de Alemania.

Un traje pionero que inspiró el de los astronautas

Fue uno de sus grandes sueños, el de alcanzar la estratosfera en globo, lo que le llevó a inventar, consciente de las condiciones a las que las personas que subiese en ese globo se iban a someter, un atuendo que les aislara de la presión y el frío y les proporcionase oxígeno y buena movilidad.

Su invento tenía tres capas: la primera era de lana, la segunda de caucho y la tercera era de tela con unos refuerzos de cables de acero. A ellas se sumaba la capa exterior que estaba hecha de plata, cuyas propiedades evitaban que este se recalentara.

Las articulaciones del traje contaban con un sistema de acordeón para que el usuario pudiese moverse a su gusto e incluso un casco proteger la cabeza que contaba con un triple cristal para evitar la radiación solar. Además, Emilio Herrera añadió un micrófono en su interior para que la persona que lo llevase pudiese comunicarse con el exterior.

En los siguientes años diseñó y probó cada elemento del equipo que debía protegerle en los confines de la atmósfera y dejó todo listo para el ascenso en julio de 1936, sin embargo, el estallido de la Guerra Civil frustró la que habría sido la mayor hazaña de la historia aeronáutica española.

El final de un hito sin consolidarse

"La ascensión no se hizo; el globo fue cortado en pedazos para hacer impermeables para los soldados con su tela (seda cauchutada), y la escafandra con todos los instrumentos cayeron, en Cuatro Vientos, en poder del enemigo", escribió Herrera tiempo después.

Durante casi un siglo, el fantasma de aquel traje espacial se desvaneció para la historia hasta que, la propia NASA lo reconoció como fuente de inspiración para los trajes de los astronautas que protagonizaron la carrera espacial en la segunda mitad del siglo XX.

Según su ayudante, Antonio García Borrajo, los norteamericanos habían ofrecido a Herrera colaborar en el programa espacial, pero el ingeniero lo rechazó porque no le permitieron que la bandera española ondease en la Luna. En agradecimiento póstumo por su labor, el propio Neil Armstrong, a su regreso a la Tierra, entregó una roca lunar a otro de sus colaboradores, Manuel Casajust Rodríguez.

Un político 'a la fuerza'

Durante su exilio en Francia, donde vivió gracias a los beneficios de sus patentes, continuando además con sus investigaciones, forjó una gran amistad con Albert Einstein, quien le recomendó para ocupar el cargo de consultor de física nuclear en la UNESCO.

Además de por sus conquistas científicas, Emilio Herrera fue reconocido internacionalmente por su firme política antifranquista, formando parte de varios gabinetes del Gobierno de la República española en el exilio como ministro de Asuntos Militares y, entre 1960 y 1962, como presidente del Gobierno republicano español en el exilio.

Durante su breve mandato intentó mantener el reconocimiento de la legitimidad republicana en los foros internacionales y la colaboración con los exiliados de la dictadura portuguesa. Al fallecer Diego Martínez Barrio, presidente de la República Española, Herrera fue sucedido por el historiador Claudio Sánchez-Albornoz, aunque se mantuvo como ministro de Asuntos Militares.

Alberto Flechoso lo describe así en el documental de RTVE Imprescindibles: "Podría decirse que fue un científico metido a político por la fuerza de los acontecimientos, ya que nunca perteneció a ningún partido político".

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.