La educación, nuestra línea roja

Khadija Amin

Las nuevas restricciones impuestas por los talibanes eliminan cualquier posibilidad para las mujeres afganas de avanzar y contribuir al bienestar de su comunidad. Privan a las mujeres de sus derechos fundamentales y socavan el progreso de la sociedad en su conjunto

Este mes de diciembre los talibanes emitieron un nuevo decreto que prohíbe la educación de las mujeres en los institutos médicos. Esta decisión generó una ola de condenas internacionales. Amnistía Internacional calificó esta medida como un "ataque sistemático contra las mujeres afganas basado en su género" y declaró: "Estas restricciones no solo privan a las mujeres afganas de las últimas oportunidades educativas, sino que también tendrán consecuencias graves para la salud de las mujeres y los niños en Afganistán". La organización ha instado a los talibanes a levantar todas las restricciones impuestas a las mujeres y las niñas.

Afganistán actualmente tiene una de las tasas más altas de mortalidad materna e infantil en el mundo. Alrededor de 21 madres mueren cada día en este país. El cierre de los institutos médicos ha reducido el número de parteras y enfermeras, lo que obliga a las mujeres embarazadas a dar a luz en sus hogares, lo que conlleva graves riesgos tanto para ellas como para sus recién nacidos.

La educación, especialmente para las mujeres y niñas, no solo es un derecho fundamental, sino también una herramienta esencial para el progreso de la sociedad y la reducción de la pobreza y la desigualdad. En Afganistán, este derecho se enfrenta a desafíos sin precedentes. Las políticas restrictivas de los talibanes, impuestas de manera generalizada desde 2021, han privado a millones de mujeres afganas de su derecho a la educación y al trabajo.

Aisha Mubarez, una joven de 21 años, representa la resistencia y la esperanza frente a las restricciones. Antes de la caída de Kabul y el regreso de los talibanes, era estudiante de segundo año de Economía. Sin embargo, con el cierre de las universidades para las mujeres, se vio obligada a cambiar su rumbo académico hacia la partería.

Sobre este cambio forzado, Aisha comenta: "Cuando los talibanes cerraron las puertas de las universidades, no tuve otra opción. Era la única manera de continuar con mis estudios y servir a la sociedad". Pero ahora, con el cierre de los institutos médicos ordenado por los talibanes, esta esperanza también se ha desvanecido.

Aisha expresa claramente las devastadoras consecuencias de esta decisión, destacando que la falta de acceso oportuno a los servicios de salud es una de las principales causas de la alta tasa de mortalidad materna en Afganistán: "Antes de la caída de Afganistán, el personal sanitario, con sus servicios, había logrado reducir las tasas. Pero ahora, con estas restricciones, estamos presenciando un retroceso irreparable".

Al igual que muchas mujeres afganas, Aisha cree firmemente que la educación es la clave para resolver los problemas de la sociedad. Hace un llamamiento al mundo para que escuche las voces de las mujeres afganas y apoye su lucha.

Una madre en medio de la desesperanza

Simin, de 25 años y madre de tres hijos, comparte una historia similar. Era estudiante de último año de Derecho y su pasión por la educación la llevó a inscribirse en un instituto de partería. Sin embargo, esta opción también ha sido cerrada bajo las nuevas órdenes de los talibanes: "Mi única esperanza era poder continuar mis estudios y servir a otras mujeres. Pero los talibanes también nos han arrebatado esa oportunidad."

El acceso a médicos, parteras y enfermeras es vital para la salud de las mujeres y los niños

Simin, como madre, comprende profundamente la necesidad de servicios de salud para las mujeres. Destaca que el acceso a médicos, parteras y enfermeras es vital para la salud de las mujeres y los niños. Con desesperanza, expresa: "Los talibanes nos han arrebatado todos nuestros sueños y esperanzas. Ya ni siquiera tenemos derecho a vivir."

Aisha y Simin, como miles de mujeres más, hacen un llamamiento al mundo para que escuche sus voces y apoye sus derechos. Subrayan que la educación no solo es un derecho, sino una necesidad para la supervivencia y el desarrollo de la sociedad.

Las estudiantes, al recitar una parte de la canción Bia ba man, ei asman, gerye kon, gol o lale o arghavan, gerye kon (Ven conmigo, oh cielo, llora, llora la flor, el tulipán y el jazmín), protestaron contra las políticas restrictivas y represivas. Este acto, al elegir una poesía melancólica y de protesta, se convirtió en un símbolo de resistencia y firmeza frente a las injusticias. No solo reflejó los sentimientos de la sociedad, sino que también envió un fuerte mensaje de solidaridad y descontento con la situación actual.

Las mujeres afganas, con el lema "Educación o muerte", han mostrado que lucharán por sus derechos. La comunidad internacional debe respaldar esta determinación y actuar para poner fin a estas injusticias.

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