Contra los petardos

Llega el fin de año acompañado de la traca de siempre: ¿fuegos artificiales, sí o no? Los fans de los petardos quieren encender la mecha como se ha hecho toda la vida, mientras que los dueños de perros hacen campaña en redes sociales para que los prohíban de una vez. Están comprobados los efectos negativos de la pirotecnia sobre los animales: estrés, pánico, desorientación y, en los peores casos, la muerte. Los domésticos pueden escapar y acabar atropellados, y los salvajes huir de sus hábitats y dejar a sus crías abandonadas. Por eso, cada vez son más los países que están cortando la mecha a la escandalera de los fuegos artificiales, España entre ellos.

En Sevilla está prohibida la pirotecnia todo el año, menos en los días de fiesta de Navidad con limitaciones horarias. En Vitoria solo se podrán ver fuegos artificiales en Nochevieja durante 15 minutos. Madrid también regula el ruido de los petardos desde 2011 por la Ordenanza de Protección contra la Contaminación Acústica, y Barcelona está en la línea. Unas normas que no gustan a todos y que abren el debate sobre si van antes las tradiciones culturales o los animales. A mí me parece que, sobre todo, van antes los niños.

Todos los años vemos vídeos de terror en redes de menores con quemaduras por usar pirotecnia porque las normas sobre su uso están ahí, pero también los padres que se las saltan. Igualmente rompen el corazón los vídeos de niños con Trastorno del Espectro Autista que tienen hipersensibilidad y sufren lo indecible por las explosiones mientras empiezan un nuevo año.

Los de los petardos quieren pasarlo bien sin tener en cuenta el sufrimiento de los otros. Ellos dicen lo contrario, que son los desfavorecidos, pero hablamos de fiesteros contra niños y animales. Y hablamos de un gran negocio que es lo que de verdad marca la continuidad de la pirotecnia. El 80% de los municipios de nuestro país celebran al menos un espectáculo de fuego al año, aunque la mayoría suman a la Navidad las fiestas de verano.

Normal que el sector de la pirotecnia facture 115 millones de euros al año. Genera más de tres mil puestos de trabajo, pero pocos son fijos. Una industria a la que parece difícil cortar el chorro, a pesar del impacto ambiental y su peligrosidad. Es más, en Madrid ha aumentado un 20% la compra de pirotecnia a pesar de los avisos sobre sus riesgos lanzados en autobuses de la Comunidad.

Igual es porque siempre me han gustado más las bengalas, pero creo que esta tradición nos la podríamos saltar. La pólvora es de la época de Marco Polo y ahora tenemos unos drones chulísimos que iluminan que no veas. Ponemos en la Puerta del Sol a Bisbal cantando el Burrito sabanero a todo trapo y listo. Así, por una vez, empezábamos el Año Nuevo con más convivencia entre unos y otros. Sobre todo, con los más vulnerables. Seas o no un petardo, te deseo un feliz año.

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