La 'burbuja europea', algo que no existe y a la vez lo es todo para entender la UE

Entender la Unión Europea no es sencillo, hay que bucear lo máximo posible para captar lenguajes, dinámicas, vínculos y negociaciones. Pero todo es cuestión de perseverancia. Además, hay un concepto que lo engloba 'casi' todo y que a veces tiene un carácter peyorativo: la "burbuja europea". Pero, ¿a qué se refiere exactamente? Es la manera de llamar a toda la estructura institucional y profesional que hace funcionar la UE; es, en realidad, la maquinaria en muchas ocasiones desconocida y tan llena de medias verdades y tópicos, como ese que usa la derecha radical para referirse a los "burócratas europeos", aunque en ese caso el foco se pone sobre los altos cargos.

La burbuja europea es todo y nada a la vez, porque simplemente se ha convertido en una etiqueta que no empieza en Bruselas o Estrasburgo, sino antes, desde la etapa de la formación universitaria. "Es un entorno del que a veces hay que salir para que el estrés no te devore, un escenario de networking constante y de hablar prácticamente todo el tiempo sobre tu trabajo", resumen tanto quienes acaban de llegar al escenario comunitario como quienes ya llevan un tiempo en él. Por eso se trata de un entorno con diferentes capas, que se entrelazan entre ellas y a las que es imposible renunciar. Si se está en una, se está en todas... "aunque a veces no se quiera", concluyen.

En general, se puede decir que hay varios escalones en el concepto de la "EU bubble", como se repite en inglés. El primero es el institucional. Este no tiene secretos, son las grandes instituciones de la UE: el Parlamento Europeo, el Consejo, la Comisión, incluso el Comité de las Regiones o el Comité Económico y Social. Todos estos edificios, al menos los principales, están cerca unos de otros precisamente en el barrio europeo. Las dinámicas son agitadas, con funcionarios de distintas experiencias y con diferentes labores; las piezas 'físicas' de la maquinaria europea, con equilibrios por nacionalidades y también por género y edad. La UE, de hecho, es una experiencia intergeneracional como tal, con distintas Europas en una sola.

El segundo escalón es el formativo. "¿Y tú de quién eres?", es la pregunta que te pueden hacer cuando posas un pie en Bruselas. Es decir, qué has estudiado y qué hace una persona como tú en un sitio como este. La mayoría de la gente que aterriza en la capital comunitaria lo hace desde universidades de prestigio, pero incluso ahí hay subescalones. Europa es un continente con buen nivel universitario, digan lo que digan los descreídos. El Colegio de Europa es el gran alma mater para quien después quiere ser parte importante de la dinámica de la UE, pero pasar por él ni es condición sine qua non ni da elementos que no se puedan conseguir en otros centros. La UE es de todos los que quieren construirla, no solo de quienes llegan por la vía de la élite (muchos de ellos a través de un sistema de becas que trata de igualar oportunidades).

El tercero, sin duda, podría ser el social. Hay un lugar en el que esto se concentra, y es la Plaza de Luxemburgo, justo al lado del edificio principal del Parlamento Europeo. Se convierte en un ecosistema de corbatas, acreditaciones, personas casi todas cortadas por el mismo patrón y con los mismos temas de conversación que, con cerveza en la mano, te cuentan detalles sobre su trabajo o por qué merecen uno en esos pasillos tan llenos de actividad en el corazón de Europa. Sí, el 'curro' es el tema clave, pero sirve para forjar relaciones más allá; para eso, para socializar en un ambiente que a veces es hostil y en el que se necesitan planes alternativos para no desgastarse demasiado. Bailar, correr por el parque del Cincuentenario, el cine, los equipos espontáneos de fútbol, los brunches los domingos. Todo eso es la periferia de la burbuja, tan necesaria como el núcleo central.

El cuarto, si existe, es el cultural. Bruselas es gris y negarlo es vivir de espaldas a la realidad; de paso lento, desidioso a veces, relajado otras, la 'capital' de la UE es un choque para quienes desde el centro y el norte de Europa asumen estas condiciones sin rechistar y quienes llegan del sur y esperan siempre un sol que nunca sale o un salero que al menos consiguen retroalimentar entre ellos. En general, Bélgica convive entre el caos y la corrección. No hay nada dramático, pero tampoco nada perfectísimo. Una de las grandes lecciones que se aprenden al llegar es que Bruselas no hay que intentar cambiarla, sino quererla como es, con virtudes y defectos; hay muchos de ambos.

Un contexto cerrado, pero también una oportunidad

Esa bubble tiene una parte muy mala: es cerrada, casi inaccesible para mucha gente. El concepto burbuja lleva intrínseco ese elemento de algo cerrado, preparado para unos pocos elegidos y donde no se llega si no se aprenden una serie de códigos. Se puede vivir en la frontera de la burbuja sin llegar a entrar, pero si se quiere ser parte de ella será más sencillo todavía si se llega desde grandes ciudades, con una formación determinada. En cambio, la UE sigue lejos de la ruralidad, de zonas del continente que ven el proyecto comunitario como algo lejano. Ese elemento de cercanía sigue siendo uno de los deberes por hacer.

También hay, eso sí, un elemento positivo: ayuda a entender la UE, aunque falta acercarla precisamente a quienes todavía se quedan -y otros que se quedarán siempre- fuera. La desventaja es a la vez un elemento a tener en cuenta. Dentro de la burbuja se entienden no solo las dinámicas de trabajo en la Unión, sino que también ayuda a desmontar tópicos como ese que dice que los eurodiputados "trabajan poco"; nada más lejos de la realidad. Las jornadas laborales son agobiantes en muchos momentos y el proceso legislativo exige de agilidad, conocimientos, habilidad, buen humor para aguantar la exigencia, un proceso de entendimiento entre 27 nacionalidades que no tiene ni precedentes ni iguales en el mundo actual.

¿Sobrevivirá al tiempo la burbuja europea? Sí. Durará tanto como dure la UE, porque para bien o para mal van de la mano. La burbuja es una ciudad en sí misma, dentro de otra ciudad particular que es Bruselas, dentro de instituciones que necesitan renovarse. Dentro de una UE que está en proceso de reinicio. Todo tendrá que cambiar, poco a poco, hacia algo más cercano, accesible, amable para los decepcionados. No puede ser nada que viva ajeno al sistema, sino el centro del sistema y en el que quepa la mayor gente posible. 27 Estados miembros en uno solo. Eso es Europa; con burbuja o sin ella.

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