Los bomberos desbordados por los incendios en California y los vecinos luchan por salvar sus casas

Varios residentes afectados por los históricos incendios de Los Ángeles han desobedecido las órdenes de evacuación para tratar de salvar sus viviendas, aunque para muchos es muy poco lo que pueden hacer sin asistencia de los bomberos que se han visto superados por la emergencia.

Al menos cuatro incendios sin control se contaban en el condado de Los Ángeles al medio día del miércoles, según el Departamento de Protección contra Incendios de California, conocido como Cal Fire.

Aunque se han emitido órdenes de evacuación obligatoria, varios dueños de viviendas afectados por el siniestro bautizado como Eaton, que se extiende por el Bosque Nacional de Los Ángeles y afecta a ciudades como Altadena, luchan por evitar que sus casas se quemen.

El fuego que inició la tarde del martes ya se cobró al menos cinco vidas y las autoridades han insistido a los residentes y conductores que se marchen del área, con alertas en los celulares que no paran de sonar.

Pero dueños como Dolores Zamora han insistido en quedarse para defender sus propiedades de las llamas que saltan de edificación en edificación aupadas por los vientos de Santa Ana, que llegaron a tener velocidades máximas de 160 kilómetros por hora.

"Esto es histórico, no lo habíamos visto antes", dice el inmigrante mexicano que vive en esta zona hace más de 50 años.

La vivienda de Zamora hasta el momento se ha salvado, pero no la de uno de sus vecinos. Él y otros residentes se han unido para usar el agua de una piscina para apagar focos de fuego del jardín de una persona que sí evacuó.

"Tenemos que ayudar. Sabemos que los bomberos no están dando abasto. Lo entendemos y es nuestro deber hacer algo para salvar a nuestra comunidad", ahonda Zamora, que recuerda dos grandes incendios que afectaron la zona en lo que va del siglo, pero "ninguno tan grande y rápido como este".

Los cerca de 10.000 apagafuegos del condado de Los Ángeles han sido superados por los siniestros que se han propagado.

Por ejemplo, la estación de bomberos que corresponde al área donde vive Zamora fue consumida por las llamas en la mañana. "No había a donde llamar", dijo con tristeza.

Los focos de fuego en esta ciudad se han extendido incluso a las vías principales, donde edificaciones que albergan comercios han sido consumidas ante la impotencia de los bomberos.

Anthony Marrone, jefe de bomberos del condado de Los Ángeles, admitió este miércoles que simplemente no había suficiente personal para una emergencia de este tamaño.

"Estamos haciendo lo mejor que podemos. Pero no, no tenemos suficiente personal de bomberos en el condado de Los Ángeles para manejar esto", señaló el jefe, según información citada por el periódico Los Angeles Times.

Los residentes lo saben, por eso se han unido para tratar de cerrar el servicio de gas, alertar de las líneas de energía caída, limpiar escombros y árboles caídos por los vientos, y apagar pequeños focos de fuego.

Pero los esfuerzos son superados por las implacables llamas, una gran cantidad de dueños solo lloran frente a sus viviendas mientras las ven arder.

"Lo hemos perdido todo", dijo Michael Lake, con su voz entrecortada, mientras trataba de hacer una llamada que no conectaba porque el incendio ha afectado las comunicaciones y los servicios en una gran parte de los vecindarios cercanos a las montañas.

El incendio Eaton ha reducido a cenizas 4.300 hectáreas (10.600 acres) en menos de 24 horas. Es el segundo siniestro más grande de los que afectan el condado, seguido del de Palisades, que ha consumido 4.700 hectáreas (11.800 acres).

Aunque al principio las autoridades hablaron de órdenes de evacuación para unos 80.000 residentes, el número se va duplicando ante el avance de las llamas. El canal CNN calculó que las órdenes de evacuación se han extendido para unos 150.000 residentes.

Los bomberos están luchando para que las llamas no lleguen a la autopista 210, que cruza de este a oeste el condado. La buena noticia para los apagafuegos y la comunidad es que se espera que los vientos de Santa Ana disminuyan su intensidad para la tarde de este miércoles, según el Servicio Nacional de Meteorología (NWS).

La impotencia de perder todo

"No puedo aceptar la realidad", dice Hugo Zavala, un hombre de 46 años que perdió su casa anoche tras ser alcanzada por el incendio Eaton.

Dos vecinos le han mandado fotografías esta mañana de un hogar que "ya no existe" en Altadena, la parte alta de la ciudad de Pasadena, donde ha vivido en los últimos cuatro años y donde las llamas castigan con mayor virulencia.

En cuanto vio el fuego acercarse a su hogar, propiedad del Gobierno de California, salió con lo puesto, llevando solo una pequeña mochila negra y su teléfono, y estuvo esperando unas tres horas en medio de la carretera a que lo viniese a recoger un vehículo de emergencia.

"No sé a dónde voy a ir esta noche", indicó Zavala quien, con tal de no afrontar la realidad, se ha ofrecido voluntario en el Centro de Convenciones de Pasadena, convertido ahora en un refugio del que escapar de las llamas, para asistir a los vecinos que, como él, se han quedado sin nada o temen perderlo todo.

Miedo, dolor y desolación

Más de 700 personas ocupan el Centro de Convenciones de Pasadena, en el corazón de una de una ciudad de 130.000 habitantes, a la espera de poder volver a sus casas o, al menos, saber el estado en el que se encuentra.

Aunque el incendio se produjo durante el atardecer de ayer, el volumen de gente comenzó a aumentar a partir de las tres de la mañana, cuando los fuertes vientos esparcieron el fuego y los bomberos comenzaron a llamar puerta por puerta para evacuar.

Desde entonces sigue llegando gente, algunos de ellos con maletas, insumos, juguetes y provisiones, mientras que otros no han corrido con la suerte de poder llevarse sus pertenencias y tuvieron que huir en cuestión de minutos.

La ciudad y organizaciones como Cruz Roja se han volcado proporcionado a las víctimas de los incendios camas, mantas, agua, comida y mascarillas a lo allegados: gente en silla de ruedas, con movilidad reducida, con mascotas, de edad muy tempranas y avanzadas, que conviven en un espacio con capacidad de 11.100 metros cuadrados.

Con la radio puesta para conocer el estado de sus barrios en tiempo real y recibiendo llamadas de sus seres queridos, el tema de conversación que se respira en las salas de este centro es el mismo: ¿Cómo está tu casa?

Hay bomberos voluntarios asistiendo en las tareas junto a varias enfermeras para reforzar la asistencia de personas como la madre de Mark, que descansa recostada sobre una camilla tras verse obligados a desalojar su vivienda a las 3 de la mañana.

"Nos llamaron a la puerta advirtiéndonos de evacuar, solo me dio tiempo a empacar muy pocas cosas", dijo.

Vive en Altadena y no sabe cómo esta su casa, pero por vídeos que ha podido ver a través de sus amigos y las alertas de las autoridades, parece que se encuentra fuera de peligro.

Pasadena, una ciudad fantasma

Una capa espesa de humo y ceniza cae desde un cielo anaranjado y gris que cubre el centro de Pasadena, el pulmón de una ciudad que, en un día normal, suele llenarse en las primeras horas de la mañana con el bullicio de gente y comercios que hoy permanecen cerrados.

Apenas un par de transeúntes y vehículos deambulan por las principales calles de la ciudad. A los lados de las calles y carreteras se acumulan ramas enteras caídas por los fuertes vientos que desde ayer azotan con virulencia la zona.

La autovía que conecta Pasadena con el norte de la ciudad de Los Ángeles suele estar repleta de tráfico por las mañanas, pero hoy apenas circulan coches, algunos de los cuales han quedado abandonados en medio de las calles.

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