El buzkashi o 'agarre de cabras', un deporte en el que históricamente dos equipos de jinetes competían por arrastrar a un círculo de tiza el cadáver decapitado de una cabra -que ahora ha sido reemplazado por un muñeco que lo imita- busca afianzarse profesionalmente en el Afganistán de los talibanes, que lo han abrazado como deporte tradicional.
Apoyado por el gobierno 'de facto' de los talibanes, la práctica del buzkashi -etimológicamente 'agarre de cabras' en afgano- sufrió, no obstante, severas restricciones durante el primer régimen de los fundamentalistas entre 1996 y 2001, cuando desaconsejaron su práctica, aunque no llegaron a prohibirlo de manera oficial.
Este cambio de opinión, para el que los fundamentalistas no han ofrecido una explicación, propició el arranque esta semana de los primeros encuentros de la liga nacional, que se disputará en invierno como viene siendo tradición los últimos años.
Aunque fuera de los círculos deportivos profesionalizados sigue siendo habitual el uso del cadáver decapitado de una cabra, en la recién estrenada competencia nacional se emplea en su lugar un muñeco que imita el cuerpo inerte del animal, y sobre el que se centra toda la atención de los jugadores.
"Antes utilizábamos piel de cabra auténtica, pero ahora utilizamos cuero y piel artificial de vaca o de cabra", explicó a EFE el director de la federación afgana de Buzkashi, Jalal, en vistas a su profesionalización.
El deporte, exclusivamente masculino, se disputa en tres tiempos de veinte minutos cada uno, con descansos intermedios de hasta quince minutos, debido a la intensidad involucrada en el juego.
En total, cada equipo de esta disciplina, que guarda algunas similitudes con otras disciplinas como el horseball o el pato argentino, dispone de diez jinetes.
Los jugadores de buzkashi tienen que tener experiencia a lomos de sus caballos, y sobre todo pericia, fuerza y agilidad para efectuar los movimientos ganadores: el cabalgue rápido; el agarre seguro de la cabra -ya sea real o un muñeco-; y la resistencia para transportarlo hacia el círculo central, el objetivo definitivo del deporte.
El portavoz del Comité Olímpico afgano, Atal Mashwani, dijo a EFE que el buzkashi no es problemático para los actuales líderes afganos, que han limitado la práctica de competiciones deportivas en Afganistán desde su vuelta al poder en agosto de 2021, especialmente en el ámbito del deporte femenino.
En cuanto a sus orígenes, se cree que el actual buzkashi se originó entre los pueblos nómadas túrquicos, uzbecos y mongoles, donde la cultura ecuestre cumplía un rol central.
El deporte, con variantes, se practica en la mayoría de países de Asia Central, pero es en Afganistán donde se ha popularizado más recientemente.
En los últimos seis años, los esfuerzos se han trasladado al plano de la formalización de este deporte, rodeado de mitos, especialmente en torno a los jinetes, conocidos como chapandaz o pahlawan y a la supuesta ausencia de normas en el deporte, lo que muchas veces implicaría la resolución improvisada de conflictos derivados del curso de la competición.
Por primera vez, la edición actual de la competencia de buzkashi en Afganistán contará con chapandaz no afganos, provenientes de Tayikistán y Kazajistán, donde el deporte también se practica, aunque es menos popular.
Por lo demás, las normas del buzkashi siguen siendo las mismas, marcadas por la complejidad y una cierta laxitud, pero también por los valores que encarna y la dificultad que supone su práctica.