¿Vivimos en la Edad de Oro del Periodismo?

Anteayer me tocó ser optimista en la presentación del libro (entre manual y enciclopedia) del maestro Juan A. Giner. Rosalia Lloret (CEO de eldiario.es), Andres Rodríguez (fundador de Spain Media) y el propio Giner también lo fueron. Juan Caño (ex presidente de la APM) respondió no a la pregunta que nos hizo el autor. Pese a nuestra edad, o precisamente por ello, cualquier tiempo pasado casi nunca fue mejor. Incluso en Periodismo. Cada uno dio sus razones. Yo pienso, además, con la experiencia de fundar 20 minutos y pasar por 38 empleos, que lo mejor está por venir.

Quizás la Edad de Oro (como la Edad del Bronce o la Contemporánea) es mucho decir. Yo llamaría "Siglo de Oro" al Periodismo que nos ofrece Giner de sus encuentros con los más grandes de la profesión en el último medio siglo.

¿Periodismo de Oro, de Plata o de Hojalata? Cada uno habla de la Feria según le va en ella. Mi Década de Oro va de 1973 (crisis económica, asesinato de Carrero Blanco y debilitamiento de la Dictadura) hasta 1983 (golpe del 23-F-81, alternancia socialista en el Poder y fortalecimiento de la Democracia).

Del 1973 al 1983... ¡Qué diez años conquistanto la libertad palabra a palabra! El poder de Franco, el tirano enfermo, estaba descomponiéndose. Como dijo Julio Cerón (y nos recuerda Miguel Ángel Aguilar) "cuando murió Franco hubo un gran desconcierto. No había costumbre". Los poderes fácticos del franquismo tenían miedo a la revancha y desconocían la fuerza real de los anti franquistas. Se refugiaron en sus cuevas. Los demócratas no tenían ni idea de la fuerza del decrépito régimen de Franco. También tenían miedo a otra Dictadura militar o a volver a las andadas de la guerra. El miedo mutuo nos hizo demócratas a casi todos. Los periodistas aprovechamos aquel vacío de poder para colar goles a la censura del anciano Franco.

La Dictadura no acababa de morir y la Democracia no acababa de nacer. Acostumbrados a la represión franquista, daba la impresión de que no había nadie al timón. Al frente de Cambio 16 y de Doblón y como redactor jefe de El País (y pese a decenas de procesos por delitos de prensa y a ser secuestrado y torturado por guardias civiles franquistas), nunca fui tan libre como periodista hasta que me jubilé en 2014, a los 14 años de fundar 20 minutos.

En broma preguntó Manuel Vázquez Montalbán:

"¿Contra Franco escribíamos mejor?"

Muchos decían: "Si hubiera libertad yo haría esto a aquello". Buena coartada o excusa para no hacer nada. Llegó la libertad y siguieron escribiendo los mismos de antes. Entonces los poderes fácticos perdieron el miedo y salieron de sus cuevas. ("Cuidado, hijo mío, que son los mismos perros con distintos collares", me decía mi madre). ¡Qué razón tenía! Los militares, vacunados por el ridículo del 23-F, se quedaron quietos. El Rey bribón los mantuvo en sus cuarteles. En cambio, banqueros, empresarios, políticos, sindicalistas, jueces, reyes, eclesiásticos, etc. recuperaron poco a poco el control.

Con los viejos y nuevos poderes fácticos (entrelazados y reestructurados) al timón, la libertad de prensa se resintió. Se acabó mi Década de Oro. Periodismo menos libre es igual a menos Democracia. Recuerdo una fecha: agosto de 1984 frente al Casino de Santander. Se me acerca Jesús Polanco (el dueño de El País), que estaba sentado en una terraza con miembros de la "beautiful people" del ministro socialistas Miguel Boyer y del gobernador del Banco de España Mariano Rubio. Yo les había afeado, esa tarde en mi conferencia en la UIMP, su culpa "in vigilando" por no atajar a tiempo la grandísima crisis bancaria.

El dueño de El País, donde yo era entonces redactor jefe de Economía, me tomó del brazo, muy cariñosamente, y me dijo:

"Hay que ver cómo te odian mis amigos. Me han pedido tu cabeza".

Naturalmente, incliné mi cabeza ante el segundo faraón de Cantabria (después de Botín, que asistió a mi charla) y le respondí:

"Aquí la tienes. Córtala".

"No, no, JAMS. Tú tienes toda mi confianza. Solo te lo digo para que lo sepas"

Le repliqué:

"Hubiera preferido no saberlo. ¿Cómo voy a escribir ahora de las posibes fechorías de tus amigos?

En dos meses, dejé El País y busqué refugio en Televisión Española para dirigir Telediarios y el Buenos Días).

Otra fecha: vísperas electorales en 1996. Entrevisto a Felipe González y a José María Aznar en TVE. A Aznar no debieron gustarle mis preguntas. Gana las elecciones y no pide mi cabeza a nadie. Directamente, me la corta como corresponsal de RTVE en EE.UU. No he vuelto a pisar el Pirulí. Pidió al sector que no me dieran trabajo. Fui al destierro, como el Cid. No pude publicar nada con mi nombre y me refugié en la Universidad como profesor titular de Economía Aplicada. Allí preparé el proyecto maravilloso de 20 minutos. La libertad de presa, demediada, ya no era como en mi Década de Oro.

Mi segunda mejor década (de Plata) es la de jubilado: va desde 2014 a 2024. Con la casa pagada, mi pensión asegurada por los inmigrantes y mis tres hijos criados, gracias a la directora Encarna Samitier y al grupo Henneo, hablo y escribo, otra vez, en 20 minutos, como si fuera libre.

¿Qué más puedo pedir?

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