La propuesta parlamentaria que lanzó Junts a finales de 2024 para que Pedro Sánchez se sometiera a una moción de confianza, en una situación normal hubiera sido rechazada desde el primer minuto sin más discusiones. Pero la política española hace años que se mueve en el terreno de la excepcionalidad y el esperpento, como una obra de teatro del absurdo. De entrada, era dudoso que esa insólita petición pudiera tramitarse, pues es una facultad constitucional del presidente del Gobierno, pero los letrados dejaron la decisión en manos de la mesa del Congreso, aunque sin consecuencias legales en caso de derrota. Nadie en su sano juicio podía pensar que Sánchez iba a aceptar someterse a una sesión de tortura desde todos los frentes en la que no tenía nada que ganar. El problema era cómo decírselo a Carles Puigdemont sin que sonase a portazo, cómo responderle con una negativa sin que lo pareciese del todo, y así poder seguir con la comedia favorita de Junts en esta legislatura, la del perro del hortelano.
Los diputados de Míriam Nogueras se guardan mucho de apoyar al Gobierno del PSOE y Sumar, pero tampoco van a participar nunca en una moción de censura con el PP para anticipar elecciones generales. La moción de confianza era una jugada pensada para ganar protagonismo mediático y dramatizar una temporal ruptura de relaciones hasta la siguiente ocurrencia. Todo el mundo sabe que la legislatura seguirá pese a todo, y nadie se cree tampoco los datos del CIS. Lo más probable es que el PP, en caso de elecciones, sumaría mayoría absoluta con Vox. Sánchez, que en su juventud jugó al básquet, ha respondido a Puigdemont con otro gesto fariseo similar, pidiendo tiempo muerto. La mesa no ha tramitado la propuesta, pero tampoco la ha rechazado.
El resultado es un empate que permite al Gobierno decir que nada se ha roto con Junts, ya que lo último que se pierde en política es la esperanza, y a Puigdemont afirmar que Sánchez no se ha atrevido a darle con la puerta en las narices. El órdago se salda en tablas. Seguirán hablando sobre el "conflicto político" para lo que Junts exige ahora una reunión en Suiza con un mediador. El amistoso final de la moción de confianza ni mejora ni empeora nada. Todo sigue igual. Y los presupuestos para 2025 ni están ni se los espera.