Robe en Alcalá de Henares: unas murallas para la libertad y una bronca para los de las banderas

Murallas y torres de entre el siglo XIII y el XV, una brisa fresca anunciando el otoño y varias decenas de decibelios llevando a la noche las canciones de Robe. ¿Qué más se puede pedir? El pasado viernes el que siempre será líder de Extremoduro dio un recital en el ciclo de Los conciertos de la muralla, en Alcalá de Henares, en una noche para el recuerdo. Si estuvo, claro, si no, no lo recordará.

En un recinto especialmente grato por poco masificado, el concierto de la gira Ni Santos ni inocentes estuvo a la altura del actual tour de Robe, aunque un nostálgico como el que escribe echó de menos temas como Si te vas, aunque se disfrutó de otros temas de Extremoduro, como El camino de las utopías, Coda Flamenca, Dulce introducción al caos, Cuarto movimiento, So Payaso, Salir y cómo no, Ama, ama, ama y ensancha el alma, que cerró, como es habitual.

Lo bueno de la música de Robe es que es capaz de darte un bofetón y una caricia casi al mismo tiempo. En La canción más triste, lo escenificaron con una especie de lamento conjunto de violín y de guitarra. Al momento, en El camino de las utopías, esos dos mismos instrumentos copulan, mientras el teclado mira y el bajo y la batería se lo montan algo más atrás en el escenario.

Robe, con su habitual vestimenta faldera y la melena plateada suelta, no se salió mucho del guion, con sus poemas y pequeñas historias recitadas. Eso sí, llamó la atención amablemente a unos espectadores que no dejaban de levantar una gran bandera de Palestina.

“Palestina libre guay, pero guardad ya la bandera que no ven los de atrás”, decía. Y al poco, como también había una de Extremadura, añadía, "Extremadura también libre, pero guardadla".

Antes de entonar El hombre pájaro, también adaptó su disertación introductoria: "No os vais a creer lo que me ha pasado esta mañana cuando me he levantado en Alcalá de Henares…". Y es que Robe recita hasta doce textos y poemas en sus conciertos, de autores como Aramburu, Jodorowsky, Ben Clark, Cruz Xenon, Bertolt Brecht. Ortega Palomares, Cicerón y por supuesto, Manolillo Chinato, entre otros.

A finales de los 90 y principios de los 2000 vi mucho a Extremoduro y a Robe. Por entonces eran de un rock más tirando a punki, de un sonido más crudo, metálico y contestatario, con amplis para ellos y tralla para los espectadores. Ahora me he hecho mayor y Robe ha acompañado al pasar de los años con más melodía, sonido más limpio e instrumentos impensables en sus inicios. Pero Robe no es para viejos con diadema melenuda o calva incipiente. En sus recitales hay tanta chavalería como puretas.

Ni santos ni inocentes sigue adelante, pero en la historia de esas murallas y esas torres, grabado con brisa y sonido, ya se ha quedado la música de Robe, grabada con púa en lugar de con pluma, pero tan alcalaína ya como Cervantes.

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