El lenguaje es el reflejo de nuestra sociedad y, como elemento en continua evolución, cambia y, con él, nosotros. Renovarse o morir.
La RAE continuamente acepta en su diccionario nuevos 'palabros', expresiones y diferentes acepciones pero es cierto que, en los últimos tiempos, hablar se ha convertido en una práctica de riesgo: una palabra o expresión que hasta hace no mucho sonaba inofensiva hoy puede ser tachada de machista, racista y homófoba. Pero es ahí donde surge el debate: ¿somos demasiado sensibles o avanzamos hacia un uso más respetuoso del lenguaje?
Algunos usan el término ‘pielfinismo’ para señalar a quienes se ofenden con facilidad, pero, más allá de las bromas, es hora de plantearnos si esa sensibilidad no es, en realidad, un signo de progreso. Cuestionarnos las expresiones que perpetúan prejuicios es un paso adelante hacia una sociedad más inclusiva y mejor. ¿O nos siguen pareciendo bien expresiones como 'llorar como un marica', 'trabajar como un negro' o 'vivir como las gitanas'?
Hace ahora un año, cuando el grupo Nebulossa ganó el Benidorm Fest y se convirtieron en los representantes de España en Eurovisión, la palabra zorra (título de su canción) adquirió un nuevo significado que ayudó a que se resignificase. Estuvo en boca de toda la nación y copó titulares en todos los medios haciendo que un término que históricamente se había usado para denigrar a las mujeres se transformara en un símbolo de empoderamiento e igualdad.
Entiendo que haya quienes vean estas discusiones como ataques a la libertad de expresión y es cierto que, avanzar no implica censurar, sino ser conscientes del impacto de nuestras palabras. No es fácil, pero estamos en el camino de encontrar el equilibrio entre el humor, la tradición y el respeto. Reflexionar, cuestionarnos y respetar a todos nunca está de más y son acciones necesarias para crecer y avanzar.