Los adolescentes ven en internet y las redes sociales un refugio al que acudir cuando están mal. Más de la mitad de los niños de entre 10 y 17 años ha usado el mundo online para sentirse mejor cuando se han sentido solos, tristes o enfadados. Una tendencia que preocupa a pediatras y psicólogos educativos, que avisan de que cuanto más indebido es el uso que hacen de estas herramientas, mayor es la probabilidad de padecer ansiedad, estrés y depresión.
Así lo advierten DKV y la ONG Educar es Todo en su I Estudio sobre la percepción de la salud mental de los adolescentes y el mal uso de la tecnología. Una investigación para la cual han contado con la participación de 1.475 adolescentes, 1.630 progenitores y 105 docentes, que coinciden, en mayor o menor medida, en que los jóvenes españoles pasan demasiado tiempo con el móvil. Los resultados, presentados este miércoles en el Colegio Oficial de Médicos de Madrid por los psicólogos educativos Silvia Álava y Rafa Guerrero, evidencia que, cuanto mayor es la percepción de los propios adolescentes de que están haciendo un uso incorrecto de la tecnología, mayor es el índice autopercibido de los trastornos emocionales.
Tras preguntar a padres y adolescentes sobre cómo afecta la tecnología a sus hábitos de vida —como la alimentación, el deporte o el sueño— y a la calidad de las relaciones familiares entre iguales, el estudio apunta que el 30% de los padres y madres creen que sus hijos están siempre o casi siempre con el móvil y/o los videojuegos, y que esa proporción aumenta diez puntos, hasta el 40%, al preguntar a los propios adolescentes. De hecho, el 45% de los niños encuestados reconoce que tiene problemas para desconectarse de la tecnología.
En general, las respuestas de los adolescentes son mucho menos alarmantes que la de los adultos, y son los profesores los que más advierten de un uso indebido de los dispositivos tecnológicos entre sus alumnos y de los efectos que ello está teniendo en su propio desarrollo personal, social y académico: cerca del 90% asegura que los adolescentes tienen una gran dificultad de desconexión. Tanto es así, que más de uno de cada tres adolescentes confiesan que comen o cenan con el móvil, una tableta o viendo la televisión. "Este es un resultado que a nosotros nos preocupa", ha subrayado Rafa Guerrero, quien ha explicado que eso implica estar desconectado de lo que se está haciendo, en este caso comer.
El psicólogo educativo ha alertado también de otro resultado preocupante: la mitad de los menores encuestados reconoce que se llevan el móvil a la habitación cuando se van a dormir. Algo que, según ha detallado, puede incidir en el propio desarrollo de los adolescentes, ya que los dispositivos emiten una luz azul que incide en una parte del cerebro que regula los ciclos de vigilia y noche. "También nos encontramos con que los que se van a dormir con el móvil y hacen un mal uso del dispositivo duermen menos horas, y duermen peor, lo que tiene un efecto dominó, ya que tiene consecuencias luego al día siguiente, en el instituto", ha apuntado.
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