Entre aviones militares, paracaidistas y miles de soldados ataviados con sus mejores galas, no hay un 12 de octubre, Día de la Hispanidad, en el que todas las miradas estén pendientes de la llegada del símbolo más famoso de los militares españoles: la cabra de la Legión. Este animal se ha convertido en uno de los protagonistas principales del desfile de las Fuerzas Armadas y en todo un símbolo. Aunque este año la cabra ha sido sustituida por otro animal.
Killo, un borrego (cordero de unos dos años) macho de seis años mascota del Tercio Don Juan de Austria 3º de la Legión, será el tierno ovino que, ataviado con motivos militares e incluso con el tradicional 'chapiri' o gorro legionario, acompañe a los soldados en su paseo por el centro de Madrid. Aunque su aparición estelar no es una excepción. En 2022 ya ocurrió lo mismo cuando el borrego Titán se convirtió en protagonista del desfile.
Aunque en 2023 todas las miradas se las llevara la cabra Pacoli, en otras ocasiones la celebración también se ha centrado en machos cabríos y carneros, algunos de ellos conocidos como Pepe, Miura, Pablo o Palito. Pero, de dónde viene esta tradición que ya forma parte del imaginario popular.
El origen de la cabra como acompañante de las tropas legionarias se remonta a las antiguas campañas militares. En sus inicios, las tropas legionarias iban acompañadas de ganado para disponer de alimentos de primera necesidad como leche y carne en todo momento. La compañía de estos animales se hizo frecuente para las unidades, que en muchas ocasiones se encariñaban de ellos, los indultaban y pasaban a formar parte de la unidad como uno más.
Esta relación histórica entre el animal y las tropas legionarias ha hecho que el cuerpo militar los haga partícipes del desfile más importante del año para las Fuerzas Armadas. Además, en los orígenes de la milicia las mascotas no solo fueron cabras, ya que adoptaban animales de las zonas por donde hacían expediciones.
Así, monos del norte de África, gacelas del Sáhara, jabalíes, arruís, loros e incluso un oso fueron compañía inseparable de los legionarios hasta que, finalmente, el carnero se convirtió en la mascota más habitual.