Como el propio Íñigo Errejón ha reconocido un comportamiento incompatible entre lo que decía y el trato que dispensaba hacia aquellas mujeres que sexualmente le apetecían, hemos de dar por buenas las denuncias que la periodista Cristina Fallarás está recopilando contra él. Aun así, es muy peligroso dar credibilidad a mensajes anónimos, cuando no hay nada más fácil en España que ir a una comisaría y exponer hechos concretos por si fueran constitutivos de delito. Por ahora, la única denuncia que se ha hecho pública es la interpuesta por la actriz y presentadora Elisa Mouliaá, relatando un comportamiento grosero, avasallador, maltratador, por parte de Errejón una tarde noche de octubre en 2021. No obstante, la actitud de la denunciante no es menos incomprensible. ¿Qué hacía toda la noche con el supuesto acosador, yendo de casa en casa? La incongruencia es máxima cuando la actriz reprocha frialdad a Errejón ante la llamada del padre de ella alertándola de que su hija está con fiebre, pero que a Mouliaá tampoco le sirvió de agarradero para negarse a ir a casa del expolítico. Tras lo sucedido antes en la fiesta, ¿qué esperaba que ocurriese? Si la actitud de Errejón es inaceptable, tampoco ella queda a salvo de la crítica. Un mes después de la agresión, que solo ahora se ha atrevido a denunciar, la actriz le reía las gracias al expolítico en Twitter. Todos al lado de las víctimas, es la consigna de estos días. De acuerdo, siempre a su lado, pero alejémonos también del puritanismo, más aún si es sobrevenido.
Parece ser que el exportavoz de Sumar tenía adición a las drogas y reiterados problemas con una forma de entender el sexo sin seducción y, peor aún, sin el tan predicado consentimiento. La forma como sale de la política es terrible y será una mancha imborrable en su biografía. Va a sufrir un brutal ostracismo social y puede acabar en la cárcel. El caso Errejón va a provocar un cataclismo en la izquierda y puede llevar a Sumar al "sumidero de la historia", como reconocen en privado dirigentes de mucho peso en Izquierda Unida. Las contradicciones que se acumulan son enormes. En la lucha feminista, la izquierda ha practicado una retórica de excesos, desde el caso de la Manada, que ahora le estallado en la cara. La propia figura de Yolanda Díaz también queda cuestionada por la sospecha de que, más o menos, conocía el comportamiento de su exportavoz en el Congreso.
Si el fiasco jurídico de la ley del 'solo sí es sí' contribuyó a los malos pésimos resultados electorales de la izquierda en 2023, sobre todo en las municipales y autonómicas de mayo, el escándalo Errejón puede acabar erosionado muchísimo al Gobierno de Pedro Sánchez con un tercer frente abierto por si no tenía ya suficiente con el caso Ábalos y el de su propia mujer, Begoña Gómez. ¿Será el precipitante para ir a nuevas elecciones? La respuesta está en Podemos, cuyo apoyo es imprescindible para todo, incluido los nuevos Presupuestos. A Pablo Iglesias, Irene Montero e Ione Belarra les puede vencer las ganas de cobrarse la venganza sobre sus excompañeros de Sumar y Más Madrid. La tentación de quedarse en exclusiva con el pastel, aunque sea pequeño, de la izquierda a la izquierda del PSOE es grande, aunque el precio para ello sea que gobiernen las derechas. Y con Sánchez fuera de la Moncloa también los socialistas entrarían en crisis. El final del sanchismo sería la oportunidad con la que sueña Iglesias para el regreso de Podemos.