La inflación en la cesta de la compra parece estar volviendo poco a poco a niveles normales después de un ciclo brutal en el que las subidas de precios llegaron a alcanzar el 16,6% interanual. Según los datos del Índice de Precios de Consumo (IPC) que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE) este jueves, el precio de los alimentos aumentó un 2,5% el pasado agosto, el incremento más bajo observado desde octubre de 2021.
En lo que respecta al índice general, el INE ha revisado al alza una décima el dato que adelantó a finales del mes pasado y deja la cifra definitiva en el 2,3%, cinco décimas menos que el mes anterior. El alivio en la presión de precios sobre los alimentos y la fuerte bajada en el precio de los carburantes —que se hundió un 8,1% en agosto— han facilitado el descenso del índice general.
El dato conocido este jueves se sitúa ya muy cerca del objetivo del 2% que el Banco Central Europeo (BCE) considera deseable. Además, la inflación subyacente —el cálculo que no tiene en cuenta el precio de la energía y los alimentos no elaborados— volvió a bajar hasta situarse en el 2,7%. No obstante, el consenso de los analistas recogido por Funcas apunta a que la inflación repuntará levemente en los meses que restan del año, aunque se mantendrá por debajo del 3%.
"La reducción continuada de la inflación sigue reflejando la capacidad de la economía española de compatibilizar el mayor crecimiento económico entre los principales países de la zona euro con una moderación de los precios", valoran fuentes de Economía, que añaden que la inflación alimentaria está cada vez más cerca del índice general "gracias a las medidas de apoyo adoptadas" por el Gobierno.
Que la inflación—especialmente en el supermercado— empiece a volver a su cauce, es siempre una buena noticia. Pero difícilmente consolará a unos consumidores que han visto cómo hacer la compra es hoy un 30% más caro que hace solo tres años, mientras que su salario ha subido mucho menos. Y es que ganarle la batalla a la inflación no es tanto recuperar totalmente el poder adquisitivo perdido —algo que se antoja muy difícil para la mayoría de la población— como dejar que la brecha se siga ensanchando.
Además, pese a que la imagen general que dibuja ese 2,5% de inflación alimentaria, todavía quedan algunos productos en los que los precios siguen disparados. Es el caso de productos como el aceite de oliva, el chocolate, los zumos o las patatas, que todavía siguen encareciéndose a doble dígito.
Resistencias
Aunque en líneas generales la lucha contra la inflación parece estar tocando a su fin, todavía quedan algunas bolsas de resistencia a las que no perder ojo. Una de las más importantes es la inflación de los servicios, que en agosto avanzó una décima respecto al dato de julio hasta situarse en el 3,5% interanual.
La fuerte demanda de servicios como la hostelería —donde la inflación interanual fue de un 4,5%— o el alojamiento (5,7%) están permitiendo que los precios en este apartado sigan subiendo por encima de lo normal. Una dinámica que se está viendo también en otros países de Europa y que preocupa al Banco Central Europeo (BCE).
Además, los precios de la electricidad y el gas —que suelen ser más volátiles y responden a otras dinámicas— también registraron una subida destacada en agosto. Esta rúbrica se encareció un 5,5% medida en términos interanuales, una cifra que está muy condicionada por el hundimiento de los precios de la energía que se vio con especial intensidad el verano pasado. En agosto de 2023, los precios de la electricidad cayeron un 39% respecto al ejercicio previo.
Si entramos a analizar con el máximo detalle se observa cómo todavía hay 25 de los 200 bienes y servicios cuyo precio monitoriza el INE con subidas superiores al 5% y 60 que se han encarecido más de un 3%. Entre los más destacados se encuentran, cómo no, el aceite de oliva (25%), los vuelos nacionales (21%), el chocolate (17%), los zumos de frutas (16%), las patatas (12%), los seguros de vehículos a motor (10%) o los seguros privados sanitarios (9,5%).
