Enfilamos la segunda mitad de septiembre sin garantía alguna de que el Gobierno pueda aprobar los Presupuestos del Estado del año próximo ni de que, por tanto, pueda contar con la principal herramienta para gobernar. Se trata de dinero, para la educación o la sanidad pública por ejemplo, pero también de supervivencia política. Renunciar a recursos a cambio de asfixiar a Pedro Sánchez. Ése es el crucial dilema para la oposición, definitivamente resuelto por Feijóo a favor de cortar cualquier toma de oxígeno a Moncloa, pero, sobre todo, para los exigentes socios parlamentarios del Gobierno, a los que corteja sin tregua el sanchismo.
La ministra de las cuentas, Maria Jesús Montero, ya ha dicho que si no las aprueban el Ejecutivo no se ahogará con ellas y que más bien echarán una soga al cuello a las autonomías y ayuntamientos donde gobiernan al tirar por la borda los 6.600 millones de más que les tocarían. Hay dinero para aguantar, transmiten desde los despachos monclovitas, gracias a los fondos europeos y a la recuperación de la economía y, aunque haya que seguir transitando la legislatura en modo agónico, Sánchez está más que dispuesto a seguir vivo pese a verse obligado a prorrogar un año más los Presupuestos estatales.
Sánchez está más que dispuesto a seguir vivo pese a verse obligado a prorrogar un año más los Presupuestos estatales
Contra tan pragmático argumentario lleva cargando Isabel Díaz Ayuso desde hace días asegurando que Madrid “no se vende” por dinero. Incluso incomodando a sus compañeros barones del PP al pedirles que no acudieran a los encuentros bilaterales convocados por Sánchez donde poco menos que les iba a enredar y engañar con los millones. La ronda con los presidentes autonómicos empieza este mismo viernes y ninguno de los del PP, pese a todo, se ha negado de momento a acudir aunque Feijóo ha conseguido solemnizar una posición común con ellos la semana pasada, con foto de familia bien avenida incluida.
Bien distintos son los intereses de los aliados de Sánchez, interesados todos en mantener con vida al Gobierno, incluido el PNV, pese a alguna señal para reclamar más atención, como la votación sobre el opositor venezolano Edmundo González de la semana pasada en la que se alió con el PP. La presión, pues, se centra estos días en Junts y sus siete imprescindibles diputados. El dinero, otra vez, vuelve a ser clave.
Desde Sumar, su diputada catalana Aína Vidal ha recordado a los de Puigdemont los 500 millones que perdería Cataluña si no aprueban las cuentas del Estado, máxime cuando su negativa, hasta ahora, se centra en exigir un 0,2 por ciento de déficit para las autonomías, en lugar del 0,1 establecido por Montero, para disponer así de más recursos.
Gobierno con Presupuestos o Gobierno sin Presupuestos. Probablemente lo sabremos antes de que acabe septiembre. Porque la opción de ni lo uno ni lo otro con la que sueñan en Génova no parece que vaya a darse
