Algún día el Sol habrá muerto. Nuestra estrella, tan modesta en términos astronómicos, tiene unos 4.600 millones de años y se espera que pasen 5.000 millones de años más antes de agotar su hidrógeno y derivar en una gigante roja. Será su manera de morir y cuando eso ocurra se llevará por delante a los planetas del sistema solar, también a la Tierra. ¿Cómo será ese final? ¿Cómo acabará nuestro planeta al apagarse el Sol?
Los científicos llevan tiempo indagando en los posibles desenlaces de los planetas del sistema solar. Parte de ese trabajo ha sido analizar una misteriosa señal de rayos X emitida por una estrella moribunda. Desde los años 80, se venía detectando una señal inusual desde la estrella central de la Nebulosa de la Hélice, una de las más cercanas a la Tierra, a solo 650 años luz. Ha sido un enigma durante más de 40 años.
Hemos encontrado una conexión entre la emisión en rayos X de una enana blanca y los procesos de destrucción o supervivencia de un sistema planetario en torno a ella"
La insistencia de los investigadores podría haber resuelto el misterio de esta señal, según muestra un estudio publicado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, en el que ha participado el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). La causa de la misteriosa señal de rayos X emitida por una estrella moribunda podría ser la destrucción de un planeta. "Hemos encontrado una conexión entre la emisión en rayos X duros de una enana blanca y los procesos de destrucción o supervivencia de un sistema planetario en torno a ella", señala Martín A. Guerrero, investigador del IAA-CSIC y segundo autor del trabajo.
¿Cómo muere una estrella como el Sol?
Tras agotar su combustible, una estrella como nuestro Sol, una gigante roja en sus últimas etapas, expulsa sus capas exteriores al espacio, dando lugar a una nebulosa planetaria. En el centro, queda una enana blanca, el remanente estelar denso y caliente, que emite radiación ultravioleta. Esta radiación ilumina e ioniza el gas a su alrededor, creando las estructuras brillantes que caracterizan a estas fascinantes formaciones cósmicas.
Como si la señal de rayos X fuese un último mensaje enviado por un planeta que fue destruido por la enana blanca"
Es el caso de Nebulosa de la Hélice, formada por una estrella similar al Sol en los últimos estados de su vida. Los gases expulsados por la estrella aparecen desde nuestra perspectiva como si viéramos una hélice desde arriba, de donde proviene su nombre. Su estrella remanente es una enana blanca, denominada WD 2226-210, y su edad, basada en su ritmo de expansión, se estima en unos 10.600 años.
Las enanas blancas como esta no suelen emitir rayos X energéticos, pero WD 2226-210 lo hacía. Los detectaron en décadas anteriores los telescopios Einstein y ROSAT. Ahora, gracias a los potentes observatorios de rayos X, Chandra de la NASA y XMM-Newton de la Agencia Espacial Europea (ESA), la comunidad científica ha logrado una visión mucho más clara del enigma.
"Pensamos que esta señal de rayos X podría asociarse con restos planetarios atraídos hacia la enana blanca, como si fuese un último mensaje enviado por un planeta que fue destruido por la enana blanca en la Nebulosa de la Hélice", explica Sandino Estrada-Dorado, autor principal del estudio e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La misteriosa señal podría deberse a los restos del planeta destruido cayendo sobre la superficie de la enana blanca"
Según Guerrero, "la misteriosa señal que hemos estado observando podría deberse a los restos del planeta destruido cayendo sobre la superficie de la enana blanca y calentándose hasta emitir rayos X". Si se confirma, "sería la primera vez que se observa la destrucción de un planeta en una nebulosa planetaria", señala el astrónomo español.
Cómo se destruye un planeta
Se trataría de un planeta similar a Júpiter, que habría migrado hacia el interior del sistema debido a interacciones gravitatorias con otros planetas. Al acercarse lo suficiente a WD 2226-210, su intensa gravedad habría acabado por desgarrar parcial o completamente el planeta (es lo que recrea la imagen que abre esta noticia).
Esta enana blanca presenta similitudes en su comportamiento en rayos X con otras dos que no están dentro de nebulosas planetarias. Una de ellas podría estar absorbiendo material de un planeta compañero, aunque de una manera más pausada y sin destruirlo rápidamente. La otra parece estar atrayendo restos de un planeta sobre su superficie. "Sistemas como este pueden darnos información sobre la supervivencia o destrucción de planetas alrededor de estrellas similares al Sol a medida que envejecen", apunta Jesús A. Toalá, coautor del estudio e investigador de la UNAM.