Con el shock inicial ya superado, el Ejército sirio de Bashar al Asad trata de recomponerse para evitar seguir perdiendo territorio. Las Fuerzas Armadas sirias han conseguido frenar el avance de los rebeldes por primera vez desde que el pasado 28 de noviembre se reactivó el conflicto con una ofensiva que ha modificado las líneas del frente por primera vez en años. Con la ayuda aérea del Kremlin y el envío de refuerzos de las tropas regulares, el mandatario sirio ha conseguido alejar a los grupos insurgentes de las puertas de la ciudad de Hama. No así de la segunda ciudad más grande del país, Alepo, controlada desde hace días por los rebeldes, formados por varios grupos y cuya voz cantante la llevan los islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), antigua filial de Al Qaeda.
Las autoridades sirias han afirmado este lunes haber acabado con "más de 400 terroristas" en los bombardeos de las últimas 24 horas junto a la aviación rusa. El Ministerio de Defensa sirio ha señalado que también se han destruido "cinco sedes de mando y siete almacenes de municiones, algunos de los cuales contenían drones". "Las Fuerzas Armadas han empezado a avanzar en varios ejes en las provincias de Alepo, Hama e Idlib para rodear a los terroristas y expulsarlos de las zonas a las que han entrado para garantizar la seguridad y establecer nuevos puntos de concentración de cara a nuevos ataques", ha especificado el comunicado castrense, al tiempo que ha apuntado que "siguen llegando refuerzos militares a los frentes".
Las Fuerzas sirias han asegurado que "todos los rumores" sobre el control de localidades "son falsos y parte de la propaganda de estas organizaciones para elevar la moral de sus miembros, que han empezado a huir ya de muchas localidades y aldeas a causa de los dolorosos bombardeos y las pérdidas que han sufrido". Esta aclaración se debe a las informaciones que apuntaban a que los grupos yihadistas se habían hecho con Hama, aunque en la respuesta del último día ha conseguido expulsarlos de los suburbios de la ciudad.
El Observatorio Sirio para los Derechos Humano, una ONG opositora, ha denunciado que los aviones habrían vuelto a usar los llamados 'barriles bomba' en los ataques aéreos en Idlib y Alepo. Sobre el número de muertos a causa de los combates, han elevado a 450 los muertos desde el inicio de la ofensiva, entre ellos 200 miembros de HTS, 44 de lo que consideran "facciones aliadas" y 141 de las fuerzas gubernamentales, además de cerca de 60 civiles. Por su parte, la Defensa Civil Siria, conocida popularmente como 'cascos blancos', ha cifrado en 56 los civiles muertos por los ataques sirios y rusos, entre ellos 20 niños, antes de denunciar al menos siete muertos en un bombardeo ejecutado a primera hora del día contra un campamento de desplazados en el norte de Idlib.
Un conflicto con implicaciones internacionales
Entre las múltiples explicaciones a esta repentina reactivación del conflicto está la coyuntura internacional. Las fuerzas rebeldes sirias, apoyadas mayoritariamente por Turquía, han aprovechado la debilidad del Gobierno sirio y sus aliados para lanzar una ofensiva que ha conseguido importantes avances. El Ejército ruso está volcado desde hace casi tres años en su invasión de Ucrania; e Irán parece más centrada en su situación económica y en el conflicto con Israel.
Siria tampoco pasa su mejor momento económico, aunque en el plano diplomático el presidente sirio estaba volviendo a ser rehabilitado políticamente en el exterior y países que en el pasado le habían dado la espalda le volvían a aceptar dentro de la comunidad internacional tras más de una década de destierro. Es por ello que Al Asad está tratando de frenar lo antes posibles el golpe y ha pedido el respaldo público de su aliados. El mandatario ha denunciado este lunes que la ofensiva busca "redibujar" el mapa de toda la zona para atender los "intereses" y "objetivos" de Estados Unidos y otras potencias occidentales. Y es que tanto Siria como Irán acusan a Washington y Tel Aviv de estar también detrás del rearme rebelde.
La ofensiva es la primera a gran escala desde que los presidentes de Turquía y Rusia, Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin, pactaran en 2020 un alto el fuego. Moscú es uno de los principales apoyos del presidente sirio y su intervención militar en 2015 permitió a las fuerzas gubernamentales repeler los avances rebeldes y estabilizar los frentes. En este contexto, el apoyo aéreo del Ejército ruso está siendo fundamental para conseguir frenar el veloz avances y el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha reiterado el apoyo de Moscú y ha afirmado que "continúan los contactos" con Damasco.
Por su parte, Putin y el presidente iraní, Masud Pezeshkian, han refrendado este lunes durante una conversación telefónica su respaldo "incondicional" al régimen de Al Asad. Los líderes quieren dejar claro su frente común y el Kremlin ha asegurado que esta "agresión" tiene por objetivo "perjudicar la soberanía y la estabilidad" de Siria y que ayudarán a "restaurar el orden constitucional y la integridad territorial". Siria, que antaño fue un guerra en la que se vieron involucradas potencias como Estados Unidos, Rusia, Turquía e Irán, se suma a los conflictos que asolan la región y vuelve al foco mediático tras años de ostracismo y olvido.