El efecto del cloro en la piel y los dientes según los expertos

La desinfección de las piscinas en verano es un gesto absolutamente imprescindible para mantenernos alejados de gran número de contagios. Sin embargo, aunque es uno de los lugares favoritos en España para refrescarse en verano, hay que tener cuidado con las cantidades de este desinfectante tan potente, el cloro, puesto que un exceso podría tener daños colaterales, especialmente visibles en nuestra piel, y en la dentadura.

Efectivamente, como nos explica el experto consultado, doctor Fernando Soria (odontólogo especializado en odontología reconstructiva y estética), "el cloro es una medida eficaz para mantener la salubridad del agua y eliminar los gérmenes que puedan habitar en ella. Sin embargo, cuando los niveles de cloro son excesivos o, simplemente, pasamos muchas horas cada día en estas aguas, esto puede llegar a ser un problema para nuestro esmalte dental y el estado de nuestra piel".

¿De qué manera influye el cloro de la piscina en mis dientes?

Como nos explica el doctor Soria, "el pH del agua tiene un efecto erosivo que, en pequeña cantidad, no supone un problema. Sin embargo, cuando el contacto es continuado en el tiempo, puede aportar acidez a nuestra boca y provocar erosión (desgaste) prematuro del esmalte sin que nos demos cuenta".

La acidez es un factor que provoca el deterioro de nuestros dientes; la descomposición de las proteínas que se encuentran en nuestra boca eleva los depósitos orgánicos, haciendo que sea mucho más fácil la aparición de bacterias, placa bacteriana y, finalmente, sarro.

Por su parte, el pH de nuestra saliva tiene unos niveles determinados "que se ven elevados por la inmersión en aguas cloradas, razón por la cual el cloro daña los dientes derivando en un desgaste progresivo o incluso en ciertas patologías si no tomamos medidas. Tanto por exceso como por defecto, el cloro va a afectar a nuestros dientes".

¿Es peor el exceso de cloro en la piscina o el defecto del mismo?

Aunque a priori pudiera parecer que es el exceso de este potente desinfectante de piscinas el que va a alterar la salud de nuestros dientes, el doctor nos explica que tanto el exceso como el defecto van a tener repercusiones.

"Como mencionamos anteriormente, el cloro es una sustancia química que se echa al agua para desinfectarla y mantener el pH de esta en el punto correcto. Si la cantidad de cloro es inferior a la necesaria, el pH del agua se vuelve más ácido y eso afectará negativamente a nuestros dientes".

Entre los problemas que puede provocar la falta de cloro se encuentran "la pérdida de color en el esmalte; la erosión; ciertos tipos de manchas y, en casos más extremos, la hipersensibilidad dentaria".

¿Qué puede pasar entonces si sucede lo contrario, que el cloro está por encima de lo deseable? "Si la cantidad de este desinfectante es superior a la que necesita el agua, esta tendrá un pH básico, provocando la aparición y acumulación de sarro. A partir de esta circunstancia, pueden sobrevenir dos problemas: halitosis y gingivitis".

A partir de 6 horas semanales empiezan los 'problemas'

El doctor Fernando Soria aclara que este tipo de potenciales consecuencias de la exposición al cloro se da, fundamentalmente, en personas que pasan unas 6 horas semanales bañándose en la piscina. "En bañistas ocasionales, el tiempo de exposición de los dientes al cloro de las piscinas es tan bajo que resulta inocuo. El uso puntual de las instalaciones no va a repercutir de forma drástica en nuestra salud dental".

"Este tipo de problemas bucodentales suelen afectar mayoritariamente a las personas que se dedican a la natación profesional y que pasan gran parte de sus días en remojo. De hecho, existe una condición llamada 'el sarro del nadador' que aparece como consecuencia a esta sobreexposición de las piezas dentales al agua con cloro. Por este motivo, quienes se dedican a la natación, es frecuente que tengan mayor cantidad de sarro en sus piezas dentales. Los dientes delanteros son los más propensos a sufrir este tipo de reacciones", comenta el experto.

Es muy recomendable tomar algunas medidas para evitar el deterioro prematuro de nuestros dientes. Es mejor evitar las instalaciones con niveles excesivos de cloro. Si tenemos piscina privada, hay que regular el pH del agua para que no resulte tan agresivo.

De la misma manera, debemos lavarnos los dientes con pasta de dientes fluorada para contrarrestar la acidez en nuestra boca. Si destinamos muchas horas a nadar en la piscina, debemos visitar regularmente a nuestro dentista para someternos a una revisión odontológica.

Así debes preservar tu salud dental si te gusta mucho la piscina

En el caso de que pasemos mucho tiempo bañándonos en la piscina, el doctor nos aconseja tomar una serie de medidas preventivas para minimizar los efectos del cloro al máximo.

En el caso de que sea posible, "debes intentar tener garantías de que el pH de la piscina nunca va a estar por debajo de 6, ni tampoco muy por encima de 7. En casa, procura utilizar siempre pasta dentífrica con flúor, puesto que la fluoración correcta reduce el riesgo de erosión de nuestros dientes y nos ayuda a mantener una barrera de defensa".

Por otra parte, durante las vacaciones, no descuides tu higiene dental a pesar de que lleves unos horarios descontrolados o te pille en muchas ocasiones fuera de casa. "Adquiere la costumbre de observar tus dientes de vez en cuando. Por suerte o no, la acumulación de sarro es algo que se aprecia a simple vista. Así pues, sonríete frente al espejo y revisa tu dentadura. Y, por supuesto, visita a tu dentista para preservar tu salud bucodental".

¿Cómo afecta la acción del cloro a la piel?

Si pasas más de 6 horas semanales en remojo en agua con cloro, no sólo tus piezas dentales se verán afectadas, sino también tu piel.

La piel, para mantener la función de barrera cutánea –es decir, para estar protegida del medio externo, y mantener el equilibrio del medio interno–, cuenta con una capa externa formada por diferentes ácidos grasos que logran generar una barrera semipermeable. Al entrar en contacto con el cloro, esta barrera se altera, pierde esos ácidos grasos protectores, se reseca y, por lo tanto, queda más susceptible a irritaciones, eccemas, picazón, enrojecimiento y grietas en la piel.

Por lo tanto, los efectos del cloro sobre nuestra piel van desde la sequedad e irritación hasta la dermatitis. Y es que el cloro puede eliminar los aceites naturales de la piel, lo que puede desembocar en sequedad, irritación y enrojecimiento. Esto es especialmente notable en personas con piel sensible. La sequedad puede causar un molesto picor.

Pero es que si abusamos de las piscinas, "algunas personas pueden desarrollar dermatitis de contacto, que es una reacción alérgica a los productos químicos del cloro. Esto puede causar erupciones cutáneas, enrojecimiento y picazón intensa. También puede agravar las condiciones preexistentes. Las personas con afecciones como el eczema o la psoriasis pueden experimentar un empeoramiento de sus síntomas debido al contacto con el cloro", explica Fernando Soria.

Medidas calmantes para los efectos del cloro en la piel

Con el objetivo de minimizar los efectos del cloro sobre la piel, el doctor Soria recomienda ducharse siempre antes de entrar en la piscina. "Al mojar la piel antes de entrar en la piscina, puedes reducir la cantidad de agua y cloro absorbidos a través de los poros".

También son buenas ideas según el experto "ducharse y enjuagarse concienzudamente después de nadar, porque ayudará a eliminar el cloro de la piel y el cabello". Después, deberíamos aplicar una crema humectante después de cada baño. "La crema humectante corporal no debe contener colorantes ni perfumes para evitar irritaciones. Opta por cremas que contengan vitamina A, vitamina E, manteca de karité, aceite de argán… estos ingredientes ayudan a reparar la barrera cutánea y a mantener nutrida la piel".

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