Díaz se abre al deshielo con Podemos ante la presión de las encuestas y trata de poner la pelota en su tejado

Podemos y Sumar separaron sus caminos definitivamente el 5 de diciembre de 2023, cuando los morados anunciaron su salida del grupo parlamentario liderado por Yolanda Díaz tras muchos meses de tensiones y reproches públicos y privados. 14 meses después, la relación entre ambas formaciones es inexistente y los rencores, profundos. Por eso, fue toda una sorpresa que, este lunes, la vicepresidenta afirmase no solo que debía reeditarse de cara a las próximas elecciones generales el modelo de Sumar, una coalición de partidos a la izquierda del PSOE, sino también que en ella debían estar todos, incluido Podemos. "No hay ninguna circunstancia que pueda justificar no caminar juntas", insistió.

Esta afirmación supone un importante cambio de tono de Díaz con respecto a los morados, a quien ha procurado ignorar en la medida de lo posible desde su ruptura y con quien ha tenido sonados encontronazos en lo que llevamos de legislatura. Dentro de Sumar, quien ha insistido en los últimos meses en la necesidad de reconstruir puentes ha sido IU, que incluso ha propuesto su modelo: una "base programática" común y "primarias" para elegir las listas, precisamente lo que rechazó en su momento Sumar para poder vetar a Irene Montero de las candidaturas y lo que nunca quiso hacer Podemos cuando pactaba con IU con el objetivo de relegar a la federación a unos cuantos puestos de salida en sus coaliciones.

Esa propuesta de IU, que su líder, Antonio Maíllo, presentó públicamente en noviembre, fue recibida con poco entusiasmo por Sumar, cuya dirección en el último año, al ser preguntada por un posible reencuentro con Podemos, siempre ha respondido echando balones fuera y afirmando que era una cuestión que no estaba sobre la mesa al no haber procesos electorales en el horizonte, pese a las menguantes proyecciones demoscópicas que Sumar ha ido registrando durante el último año. Todo lo contrario de lo que hizo este lunes Díaz, que quiso ser "clarísima", dijo con toda nitidez que "hay que volver a hacer lo que hicimos el 23J" con "altura de miras" y dejó la decisión de reeditar esa alianza en manos de Podemos.

En los "momentos históricos", aseguró la vicepresidenta y líder de Sumar, "uno tiene que decidir de qué lado está". Y, pese a los "matices" entre los partidos a la izquierda del PSOE, "no hay ninguna circunstancia que pueda justificar no caminar juntas", defendió Díaz, que insistió en que, "piense lo que piense uno, que es muy legítimo, hay que llegar a un acuerdo". "Y después cada uno que tenga las estrategias que quiera, y todos los matices", pero "quien no quiera estar ahí lo tiene que explicar", zanjó la vicepresidenta.

En ningún momento Díaz mencionó a Podemos, pero no hizo ninguna falta para saber a quién se estaba refiriendo con sus palabras. El cambio de estrategia es evidente, y permite a la vicepresidenta cumplir dos objetivos: tanto abrirse a un eventual deshielo como poner la pelota en el tejado de Podemos, a quien ahora tiende una mano tras un año de relación inexistente. El movimiento confluye con el viraje que también ha dado Sumar en su relación con el PSOE en las últimas semanas, en las que ha empezado a ser mucho más duro con su socio de coalición a tenor de diferencias en relación a la reducción de la jornada laboral o la subida del salario mínimo. Y, asimismo, coincide con un incremento de la preocupación en la Moncloa ante una crisis a la izquierda del PSOE que, lejos de solventarse, se cronifica.

Podemos guarda silencio

Fuentes de uno de los partidos aliados de Díaz consideran que el giro de la vicepresidenta responde a la presión ejercida tanto desde los socialistas como desde otras organizaciones progresistas, conocedoras de que la realidad matemática es muy tozuda: el sistema electoral español castiga la división y premia la concentración del voto, y dos candidaturas a la izquierda del PSOE supondrían casi con toda seguridad un Gobierno de la derecha la próxima legislatura. Estas fuentes, no obstante, valoran el "avance" que suponen, a su juicio, estas declaraciones de Díaz, e interpretan que la vicepresidenta empieza a plantearse que su corriente "debe ser una parte" del espacio progresista sin apostillar que, necesariamente, tenga que ser la central.

Podemos, por su parte, evita valorar las palabras de la vicepresidenta. La estrategia de los morados de un tiempo a esta parte pasa por ignorar públicamente a Sumar y no entrar en debates sobre la eventual unidad de la izquierda, y el movimiento de este lunes fue respondido de la misma manera que las declaraciones de IU en los últimos meses en relación a la necesidad de tender puentes: con silencio. Lo cierto, no obstante, es que en la formación que lidera Ione Belarra existe un enorme rechazo hacia Díaz y hacia un Sumar que, consideran los morados, es un artefacto superado.

Las perspectivas electorales de la izquierda y la posibilidad de que siga gobernando jugarán un papel importante en la decisión de Podemos sobre si negociar o no con el resto de partidos progresistas una alianza cuando las elecciones generales se avisten en el horizonte. Pero la formación, hoy por hoy, ni se plantea la posibilidad de volver a formar parte de una candidatura liderada por Díaz, especialmente cuando sus planes pasan por que Irene Montero vuelva al Congreso tras su periplo en el Parlamento Europeo.

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