La derecha y el "detergente Gabriel"

Es un famoso sketch de Martes y Trece en el que el cómico Millán Salcedo hace el papel de presentador televisivo en medio de un supermercado y le plantea una tentadora oferta a una clienta que no es otro que su compañero Josema Yuste.

Cuando éste aparece en escena empujando un carrito de la compra y disfrazado de clásica ama de casa, Millán le formula su propuesta publicitaria: le regala tres paquetes de detergente Gabriel a cambio del que ella ha comprado, que es exactamente de esa misma marca y no de otra. La señora se resiste desconfiada mientras Millán aumenta la oferta. Ya no le regala tres paquetes de Gabriel a cambio del Gabriel que ella ha comprado sino docenas de ellos, a lo que la clienta se sigue negando con el tautológico argumento de que está muy contenta con Gabriel y no desea cambiar de marca porque le lava muy bien la ropa de cama, las toallas, las cortinas... Cuando el presentador se impacienta y le insiste en que es el mismo detergente, la señora acaba propinándole una hilarante paliza, arrojándolo contra todas las estanterías de Gabrieles y dejándolo tendido en el suelo.

Me acordé de ese número de Martes y Trece cuando el PP logró arrancar un acuerdo con el PSOE el pasado 25 de junio para la aplazada renovación del Consejo General del Poder Judicial, quedando ambos empatados en el número de vocales propuestos por uno y otro grupo. La noticia era un gol en la portería de Sánchez, que ya andaba planeando un sistema personalista de elección de los jueces y magistrados no muy distante del que se le ha ocurrido al populista López Obrador para eliminar todo atisbo de independencia en la judicatura mexicana.

Pero aún así uno se topó con amigos que repetían la misma cantinela de que con Sánchez no había nada que firmar porque siempre te la metía doblada. Uno se empeñaba en argumentar que al menos en lo que tocaba al reparto de miembros para ocupar las plazas vacantes del CGPJ, no había trampa ni cartón posibles. Ya era inamovible. Pero resultaba inútil. Chocaba contra la pared del machacón "yo el detergente Gabriel no lo cambio por otro".

Uno insistía en que ahora era el momento para ese acuerdo que Casado postergó en su día porque estaba en inferioridad de condiciones dado su escaso número de diputados. Uno argüía que la cantidad de escaños con los que cuenta hoy Feijóo le permitían negociar ese asunto de igual a igual. Uno valoraba asimismo el documento firmado por Bolaños y González Pons en Bruselas, que sumaba a ese acuerdo el compromiso de presentar conjuntamente una Proposición de Ley Orgánica que vuelva a dar a los jueces y magistrados del CGPJ la prerrogativa de elegir a doce de sus miembros que les concedía la Ley Orgánica impulsada por la UCD en 1980, pero que perdieron cuando aquélla fue reemplazada por otra del PSOE en 1985.

Uno ya prevé que Sánchez se echará atrás a la hora de cumplir ese compromiso. Pero éste es positivo en sí mismo al margen de los planes de Sánchez, como era positiva la oferta de Millán en el sketch del supermercado. Si Sánchez incumple el acuerdo, ya habrá tiempo de denunciar esa traición y de convertir esa denuncia en un activo político. Sí, yo creo que hay un sector de la derecha española que es como el ama de casa de Martes y Trece. Juzga como ingenuidad lo que es pragmatismo. Y ama tanto al detergente Gabriel que lo rechaza cuando se lo regalan por cientos.

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