Pedro Sánchez aguanta como el líder socialdemócrata más firme en la UE con un Olaf Scholz que cae en picado en Alemania y otros dos gobiernos, el de Dinamarca y el de Malta, que se quedan en un segundo o tercer plano. Pero ese empaque no ha evitado que el 2024 haya sido el año más difícil para el presidente del Gobierno en Bruselas, donde se desenvuelve muy bien pero donde en los últimos doce meses no ha ganado casi ninguna batalla política de las que ha querido liderar. Así como entre 2020 y 2023 marcó 'muchos goles', ahora se ha quedado más frío, con líderes como Giorgia Meloni o Donald Tusk imponiéndose.
Los resultados de las elecciones europeas, el riesgo que supuso la crisis en torno a Teresa Ribera o que no haya liderado casi ningún debate con grandes resultados definen el año como complicado, aunque para Moncloa el liderazgo en posiciones como el reconocimiento del Estado palestino o la oposición al 'modelo Meloni' signifiquen lo contrario:
La importante derrota del 9-J
La realidad es que salvo en Cataluña, el PSOE lleva una mala racha de resultados electorales y en el 2024 el golpe, aunque más limitado de lo que preveían las encuestas, se dio en las elecciones europeas, con 22 escaños para el PP y 20 para los socialistas, como una manera que tuvieron los ciudadanos de, en cierto modo, censurar la gestión del Gobierno. La figura de Sánchez, fuerte en Bruselas, no sirvió para que los suyos ganasen los comicios, aunque pese a ello sí han mantenido el liderazgo del grupo político en el Parlamento Europeo, de la mano de Iratxe García.
De hecho, el inicio de la legislatura ha sido complejo para el PSOE en la Eurocámara porque se ha puesto el foco en temas como la DANA, en Estado de derecho o el caso Ábalos, en una forma también de que llevar -por parte del PP- el debate nacional a las instituciones europeas. Pero que esos asuntos se debatan a ese nivel supone también un desgaste para Pedro Sánchez y para el Gobierno en su conjunto. Además, la aprobación de los Presupuestos sigue en el limbo y faltan muchos fondos europeos por gestionar tanto a corto como a medio plazo.
En general, las prioridades de la UE a futuro también suponen un reto para el PSOE y para Sánchez. Ya no se habla de energía, por ejemplo, que fue un debate que España sí lideró en su momento, o de renovables, con lo que pasa lo mismo. Ahora la agenda está marcada por la Defensa, la industria, las relaciones exteriores o la migración, y ahí el Gobierno no tiene un discurso tan presente como en otros momentos de la historia reciente. Sánchez, por lo tanto, pierde el foco que sí tuvo durante 2021, 2022 o 2023.
La 'crisis Ribera', una bola de partido salvada
Herencia un poco de todo fue la llamada 'crisis Ribera'. El PP apretó para que la exvicepresidenta del Gobierno no fuera la 'número 2' de la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen, y lo hizo, adujeron, por su mala gestión ante la DANA y cargando el peso sobre el Gobierno central, es decir, sobre Pedro Sánchez. La alianza de Feijóo con Weber, líder del PPE, postergó la decisión final y puso picante a la elección del nuevo Colegio de Comisarios, que además tiene a Ribera como baluarte de la socialdemocracia. Nunca hubo peligro real de que cayera, porque su caída era la caída de la Comisión al completo, pero Sánchez tuvo que sudar de alguna manera la camiseta.
Ribera, y Sánchez indirectamente, ocupan un papel prioritario en la nueva Comisión Europea a nivel de nombres, pero no salen ganando en cuanto a las prioridades: el pilar social, decisivo para los socialdemócratas, ha pasado a un segundo plano para Von der Leyen. Al mismo tiempo, la agenda de Ribera en cuanto a la Transición Ecológica -se encargará también de un porfolio importantísimo como el de Competencia- puede entrar en conflicto en muchos momentos con lo que haga Stephane Sejourné, vicepresidente de la Comisión encargado de la industria y de la autonomía estratégica.
España, rezagada en dos debates clave
Con todo, España se ha quedado rezagada o casi sola en dos debates clave como son la situación de Palestina y el asunto migratorio. Sánchez es ahí un 'llanero solitario'. "España está llevando una voz importante en debates que son de primer orden, pero esto funciona por mayorías, es evidente", comentaron hace semanas fuentes consultadas por 20minutos, que recuerdan que, en muchos casos, además, es necesaria "unanimidad". Aún así, entienden que por ejemplo el reconocimiento del Estado de Palestina es "un paso unilateral" que no se dio de la mano de la UE como bloque, aunque sí algunos países como Irlanda. Tampoco se ha apuntado Sánchez el tanto de que la Comisión revise el Acuerdo de Asociación de la Unión con Israel, una idea que lleva muchos meses en el cajón de Von der Leyen.
Con la migración, nada nuevo. "Es un tema divisivo, ideológica y políticamente, así que no es raro ver bloques de países. Siempre ha sido así", concluyen. Sánchez no está incómodo en ninguno de los dos casos, pero resulta evidente cuando se pregunta por Bruselas que sus pasos oscilan entre la valentía y una osadía que quizá dé poco rédito. Meloni ha hecho una apuesta muy fuerte en el tema migratorio con la propuesta de crear centros de detención de migrantes fuera de la UE, y la realidad es que le acompañan, aunque sea para escucharla como poco una decena de países además de la Comisión Europea, que lo ve como "una vía alternativa". Sí comparte Bruselas con Sánchez la idea de que se adelante la entrada en vigor del pacto común de migración al año 2025 -estaba prevista para 2026-.
Pero el Gobierno español es el único, junto al belga, que se opone frontalmente al modelo Meloni. El argumento de Sánchez es otro, y tiene menos adeptos; es evidente. "La migración ordenada, responsable y bien gestionada es la respuesta al reto demográfico que enfrenta Europa y también España", resumió en octubre el jefe del Ejecutivo, dando un enfoque distinto al que dan por ejemplo Italia y Hungría. "Nuestra credibilidad ante el resto del mundo depende también de cómo se gestione la migración", sostuvo, volviendo a recordar la labor "de la migración española" hace algunas décadas. "Somos conscientes de que el debate genera posiciones encontradas pero en último término nos dice qué Europa queremos ser". Para Sánchez, la clave está en pensar "en las nuevas generaciones y no en las próximas elecciones" para así "responder ante el reto". Así, defiende mirar también "el potencial económico" que da la migración.