La Feria Internacional de Arte Contemporáneo, ARCOmadrid, lleva desde 1982 demostrando a coleccionistas o público en general que el talento no está reñido con la polémica o el desconcierto. Sin embargo, el paso del tiempo nos demuestra que el asombro va cambiando según varían nuestras mentalidades.
Una escultura representando un desnudo integral en los ochenta podía aún chocar, mientras que ver la figura del dictador Franco congelado dentro de una nevera en 2012, casi 40 años después de su muerte, solo producía curiosidad.
Pero parece que se sigue siendo sensible a cuestiones de actualidad política, como pasó en 2018 con las fotografías de "reconocidos encarcelados", entre ellos el exvicepresidente del gobierno catalán Oriol Junqueras. La obra, titulada Presos políticos en la España Contemporánea, fue retirada por los responsables de la feria a causa de la polémica provocada por denominarles precisamente "presos políticos".
Cuando llega su 44.ª edición, que se celebra entre el 5 y el 9 de marzo de 2025, se recuerdan las obras y anécdotas que han causado más revuelo:
En el año 1983, la obra Manuel, de Rodrigo Muñoz Ballester, causó polémica al tratarse de una escultura que mostraba dos figuras masculinas abrazadas, una de ellas completamente desnuda. Manuel fue un amor platónico del artista. Esta obra volvería a exhibirse en 2024. En 1992, John de Andrea sorprendió con la escultura de una mujer desnuda y otra vestida, ambas hiperrealistas.
Ya con los 2000 iniciados, concretamente en el año 2002, El viaje. Javivi, el coche, de Pilar Albarracín, presentaba un coche de la marca Mercedes con el techo lleno de bultos. Los visitantes podían participar en la instalación montándose en el interior del coche y tener la sensación de estar cruzando el Estrecho de Gibraltar hacia Marruecos.
En el 2005 El Perro de Democracy 2005 reproducía las torturas llevadas a cabo por soldados estadounidenses en la prisión iraquí de Abu Grahib y en el 2006 La escultura de una camarera, obra de Van de Weghe, no pasó desapercibida por su hiperrealismo.
Paolo Schmidlin exhibe en 2007 un busto hiperrealista de la reina de Inglaterra, Isabel II, con los pechos y el vientre desnudos, siendo acariciados por dos manos desconocidas.
En 2008, Eugenio Merino expuso Fidel zombi, mostrando un espectro del expresidente cubano. También este año una visitante destrozó una obra valorada en 18.000 euros al tropezar con ella y pisarla durante el paso de la comitiva de los reyes frente a la galería en la que se encontraba la pieza. La escultura, de Francesco Gennari, consistía en una superficie de cristal negro instalada en el suelo.
En 2010, el artista Eugenio Merino volvió a causar polémica, molestando a tres religiones y con protesta de la embajada de Israel incluida, por Stairway to heaven, en la que aparecía un árabe rezando agachado, encima de él un sacerdote católico y sobre este, un rabino.
Merino repitió revuelo dos años después con Always Franco, una figura de Francisco Franco dentro de una nevera de Coca Cola, con gafas de sol y postura de fallecido. Le demandó la Fundación Francisco Franco, pero se desestimó. También en 2012, la obra No hay pan para tanto chorizo, de Antoni Miranda, fue popular por su recuerdo al movimiento 15-M.
En 2014, Yann Leto estrenó Congress Topless, en el que aparecían dos mujeres bailando en una barra para "recrear", según él, "el típico sitio donde se reúnen los políticos, la casta del puro".
En 2015, Pilar Albarracín expuso como crítica social la obra Mandala (rojo), realizada con bragas y tangas de color rojo. Por 20.000 euros se vendía un sencillo vaso de cristal con agua de Wilfredo Prieto, titulado Vaso de agua medio lleno y Ánima, de Adriana Marmorek, valorada en unos 5.000 euros, se descolgó de la pared, se cayó al suelo y se rompió, al parecer por la acción de un niño.
La galería Helga de Alvear se vendió en 2018 fuera de ARCO Presos políticos en la España Contemporánea, de Santiago Sierra, a un particular por 80.000 euros, tras ser retirada por los responsables de la feria a causa de la polémica provocada. Eran 24 fotografías pixeladas de "reconocidos encarcelados", entre ellos el expresidente catalán Oriol Junqueras. Por su parte, Alepo, de Francisco Leiro, mostraba el horror de la guerra en Siria con cadáveres hechos de madera y empalizados.
En 2019 Se exhibió un ninot de Felipe VI, de 4,4 metros de altura, de Alberto Sierra y Eugenio Merino, al precio de 200.000 euros. El comprador debía prenderle fuego en el plazo de un año, pero nadie lo adquirió y lo quemaron los propios artistas el 12 de octubre de 2020. Felipe VI también fue el protagonista del cuadro Nuestros reyes favoritos, de Riiko Sakkinen. El monarca aparecía rodeado del nombre de otros reyes como Melchor, Gaspar y Baltasar o el músico B. B. King.
Riiko Sakkinen vuelve a crear polémica en 2020 con Franco no fue tan malo como dicen, en el que ironizaba acompañando la imagen del dictador con frases como "Construyó 280 pantanos" o "Creó la Seguridad Social".
En 2022, Winnye Minerva presentó Closing to open, la grabación de una operación quirúrgica para una "oclusión parcial" de su vagina, que vendía por 15.000 euros. Es esta misma edición, Karin Sander clavó una serie de frutas y verduras reales en la pared: plátano, uvas o unas acelgas. Las piezas, claro, se iban pudriendo y el comprador se llevaría el clavo que sujetaba cada pieza, a 7.500 euros cada una.
Y, por último, en 2023, Aquí murió Picasso, una escultura hiperrealista firmada por Eugenio Merino, con un precio de 45.000 euros, criticaba el uso como reclamo turístico de la imagen del pintor en el 50 aniversario de su muerte.