La Unión Europea mantiene la mano tendida a Donald Trump, y huye de la confrontación, al menos de primeras. La pregunta es por qué. Tanto la Comisión Europea como los países apelan a la "cooperación" con la nueva Administración de Estados Unidos porque prefieren tantear el terreno y partir de una premisa que se ha repetido estos días de boca de Ursula von der Leyen, Teresa Ribera, Antonio Costa o líderes como Emmanuel Macron, Olaf Scholz o Pedro Sánchez: esto va de una contraposición de modelos entre una Europa "abierta y dialogante" y unos EEUU que apuestan por el proteccionismo, cuando no por un aislacionismo muchas veces anunciado por Trump.
"El presidente Trump tiene razón, tenemos que invertir más en Defensa". Esa frase pronunciada por la Alta Representante de la UE, Kaja Kallas, es el resumen perfecto de la voz de Bruselas: no quieren confrontación con Washington porque "no tendríamos nada que ganar", tal como avisó la vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera. En cambio, el esfuerzo que hace la Unión pasa por entender que el mundo ha cambiado y por tanto el bloque comunitario tiene que cambiar también. Pero a corto plazo no puede hacerlo. Esa conciliación obedece a que, de momento, la dependencia de la UE de Estados Unidos es suficientemente grande, sobre todo en el plano militar, como para romperla de un movimiento.
Con Trump o sin él, EEUU es el socio principal de Europa, y el aliado más importante. "Hay que mantener la cabeza fría porque tenemos mucho que perder, más allá de que la Unión Europea tenga que trabajar en su autonomía estratégica", resumen las fuentes consultadas por 20minutos, que tienen claro que "no es incompatible" porque, alertan, "reducir las dependencias no es lo mismo que romper los lazos". Es la tesis que repiten en Bruselas: con Washington se comparten "intereses y valores" y entre 'amigos' no se puede priorizar conflicto.
Los datos hablan por sí solos. El comercio y las inversiones bilaterales mantienen millones de puestos de trabajo en la UE y Estados Unidos. Alrededor de 9,4 millones de personas tienen empleo directo. Indirectamente, se mantienen hasta 16 millones de puestos de trabajo a ambos lados del Atlántico, resumen desde la Comisión Europea. Además, el comercio transatlántico alcanzó un máximo histórico de 1,2 billones de euros en 2021, superando en más de un 10% los niveles anteriores a la pandemia. Estados Unidos sigue siendo el primer socio comercial de la UE en servicios. El comercio bilateral de servicios alcanzó un récord en 2021 y supuso más de 500.000 millones de euros.
Por otro lado, la magnitud del comercio de servicios y bienes entre la UE y Estados Unidos se ve igualada por sus inversiones mutuas, que son las mayores del mundo y "constituyen un motor sustancial de la relación transatlántica". Así, la inversión total de EEUU en la UE es cuatro veces superior a la de la región Asia-Pacífico. La inversión extranjera directa de la Unión en Estados Unidos es unas diez veces superior a la inversión de la UE en India y China juntas.
Desde Washington dan por hecho que la UE necesita más a EEUU que al revés, y casi nadie en Bruselas lo niega. El foco, en cambio, está en adaptarse al nuevo escenario y al menos la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, quiere convencer a los europeos de que la Unión está preparada para ello. En su discurso en el Foro de Davos la alemana ha asumido que "el mundo ha cambiado" con la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca y asume que ahora empieza "una dura batalla geoestratégica". En ese sentido, la líder del Ejecutivo comunitario avisa de que la UE "tiene que cambiar también", con una propuesta "abierta" frente al proteccionismo que salga de la Casa Blanca.
El mensaje de Von der Leyen ha sido un baño de realidad para la UE. "En los últimos 25 años, Europa ha confiado en la creciente marea del comercio mundial para impulsar su crecimiento. Pero esos días han pasado", sostuvo ante el auditorio, en un discurso en el que defendió reforzar el mercado único, abaratar los precios de la energía y completar la Unión del Mercado de Capitales como pasos relevantes para hacer a Europa "más fuerte". Esa es la premisa que sale ahora de Bruselas: reivindicar la importancia de la Unión frente a modelos como el de Trump.
Si Europa quiere sobrevivir tiene que armarse
Ahora, la Defensa y la industria tienen que ser, reiteran en la UE, los motores claves de esa autonomía que permita "no estornudar cada vez que EEUU tose", dicen las fuentes metafóricamente. En esa línea se pronunció por ejemplo el primer ministro polaco, Donald Tusk, que también dio por válidos los argumentos de Trump. "No preguntemos a EEUU qué puede hacer por nuestra seguridad, preguntémonos qué podemos hacer nosotros", sostuvo ante el Parlamento Europeo, y avisó de que si Europa "quiere sobrevivir" tiene que "armarse". Es decir, llegar al 4 o 5% de inversión del PIB en el plano militar.
De esta forma, se asumen los reclamos de Trump en una mezcla de miedo por las represalias (aranceles) y de motivación por hacer una UE más hábil en el escenario global. Por eso no sale de Bruselas un mensaje de confrontación: no traería nada bueno si eso pasa. "La seguridad es extremadamente importante en el día a día de todos los europeos. Permítanme decirles esto: si creemos que un cambio de presidencia o de administración en Estados Unidos es un salto a lo desconocido, recuerden esto: Europa nunca ha tenido miedo de saltar a lo desconocido", resumió Tusk. Trump quiere que salte pero sin que sea su cuerda la que sostenga al bloque comunitario en la caída.