Autobombo de espías

Los espías están en auge. The Economist alertaba hace unos meses, citando fuentes de los servicios secretos de Reino Unido, de los sabotajes, infiltraciones y manejos de Rusia en Europa. Cada cierto tiempo salen los espías chinos que se infiltraron en el entorno del ávido príncipe Andrés antes de que fuera alejado de la corte. El periplo del hispano-ruso Pablo González, encarcelado en Polonia, canjeado en un intercambio de prisioneros con Estados Unidos y saludado por Putin en la escalerilla del avión en Moscú, donde vive, es un ejemplo claro de este apasionante submundo del espionaje.

Y está el asunto de los móviles interceptados por el software espía de fabricación israelí Pegasus, que aún colea por los tribunales, entre estos móviles hackeados estaba el del presidente y varios ministros del gobierno.

Si te espían eres alguien, si te infiltran y te vigilan eres un país relevante. El hervor de agencias de inteligencia extranjeras es un indicador de potencia y poderío. Por todo ello sería interesante crear en España un organismo nuevo dedicado a hacer márquetin simulando que nos espían tanto o más que a las grandes potencias.

Un organismo nuevo, otro más, que serviría para colocar amigos, fabricar lealtades y atender compromisos familiares, que nunca hay bastantes cargos para tantos adeptos. El clientelismo es insaciable, una vez que cedes creas expectativas ilimitadas, y hay que darles respuesta… y sueldos. Los asesores están hasta arriba de sí mismos: ya no caben más.

Este organismo fake también podría tener alguna utilidad. Ante la avalancha de espías infiltrados rusos y chinos y ante los pocos recursos profesionales para analizarlos y, en su caso, neutralizarlos, se podría implementar un servicio de divulgación publicitaria de injerencias extranjeras. Con su mera existencia el organismo ya daría que hablar. Obligaría a las potencias curiosas a aumentar su curiosidad y en el peor de los casos serviría para distraerlas. Esto es muy Chesterton, así que el manual podría ser un resumen de El hombre que fue jueves.

Este ente serviría para alimentar la percepción mundial de que España es objeto preferente de estas actividades, lo cual aumentaría el caché y la idea de que, en efecto, hay algo que espiar y mucho sobre lo que influenciar. En definitiva, subiría el valor añadido global de la marca país, que alcanzaría así el estatus de potencia geoestratégica intermedia, algo que siempre se nos escapa.

Los sucesivos gobiernos han llevado una política errática. Tras abrazar la OTAN y la UE en tiempos del felipismo, Aznar se empotró en la foto de las Azores con Bush padre, Blair y Durao Barroso en 2003 para atacar a Irak y sus ilusorias armas de destrucción masiva. Zapatero se distinguió por no levantarse ante la bandera de Estados Unidos y retirar las tropas españolas de Irak. El gobierno de Pedro Sánchez está a todas las fotos, alineado con USA y la OTAN ante la invasión de Ucrania, manteniendo las bases norteamericanas de Morón y Rota y acogiendo en Madrid en 2022 la cumbre de la OTAN en su 40 aniversario. No apoya el ataque de Israel a Gaza, reclama un Estado para Palestina y niega puertos a barcos con armas para Israel. Al menos llamó a Trump para felicitarle. No secundó los aranceles a China de la UE y no repudia a Maduro.

El organismo de márquetin que se sugiere -y que quizá ya esté operativo- tendría como misión principal propagar la especie de que España es objetivo preferente de los espías, infiltrados, hackers, satélites y saboteadores de Rusia, China y sus periféricos, lo cual hasta pudiera ser verdad: en ese caso sería un ente avanzado, un factor de disuasión preventiva. Pero su misión principal sería la propaganda o autopromo permanente: hacer marca de gran país susceptible de grandes esfuerzos de las potencias extranjeras. España, un país interesante.

En la era Trump Segunda Parte el fakeado equivale a la realidad y hay que disponer de organismos bien entrenados y dispuestos a bombear toda clase de bulos oficiales, competencias ya muy desarrolladas para consumo interno pero poco exploradas en política exterior.

Este organismo sería semisecreto a voces, o sea, con el modus operandi ya estándar de filtraciones y apoyo logístico de comités científicos anónimos: se podrían usar los mismos de la pandemia.

Lo más lógico, dentro del delirio surrealista de la geoestrategia comercial militar mundial es que las advertencias y filtraciones de semejante organismo acabaran por acertar con la escueta realidad. En todo caso servirían para mostrar a las agencias de inteligencia del mundo, incluyendo las propias, que no nos chupamos el dedo. Aparte, claro está, de colocar gente de confianza y dar sigilosa cobertura y respaldo a colaboradores e intermediarios amigos

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