Así se desarrollan las maniobras Eagle Eye en el sur de España: "Simulamos intrusiones en el espacio aéreo o actitudes no colaborativas"

Cerca de 500 militares están movilizados esta semana en las maniobras Eagle Eye 25-01 que las Fuerzas Armadas españolas están realizando desde el lunes en el mar de Alborán y el sureste peninsular. Se trata de unos ejercicios destinados a integrar las capacidades del Ejército del Aire, de Tierra y de la Armada en el sistema de defensa aérea nacional, en el que también colabora el contingente habitual de alrededor de 3.000 efectivos que a diario se encargan de vigilar el espacio aéreo español.

"Estamos realizando actividades de vigilancia y disuasión que nos ayudan a mejorar nuestro conocimiento del entorno para responder en caso de que se presente un escenario de crisis. Son maniobras periódicas que vamos realizando en distintas zonas de nuestra soberanía para cubrir todo el espacio aéreo y que ahora se centran en el sureste", explica a 20minutos el capitán de navío Gonzalo Leira, del Mando de Operaciones (MOPS), que está coordinando las maniobras Eagle Eye.

Aunque desde el Ejército desmarcan estas maniobras de la compleja situación geopolítica actual, con la creciente necesidad de rearme europeo, los ejercicios Eagle Eye que se están realizando esta semana son más ambiciosos que otras veces. "En esta ocasión, aprovechando la coincidencia de otras actividades operativas, hemos ampliado un poco la activación con lo que hemos llamado Presencia Reforzada Levante 25-1", señala el comandante Leira.

Ese despliegue reforzado implica la movilización de medios adicionales del Ejército de Tierra y especialmente de la Armada: "Están participando unidades asociadas al Mando Operativo Terrestre, como el Grupo Táctico en Ceuta y Melilla, y también el grupo de combate expedicionario Dédalo, que es un grupo de la Armada que estaba regresando de un despliegue en el Mediterráneo Oriental y, aprovechando que estaba navegando por el mar de Alborán hacia la base naval de Rota, se ha sumado al esfuerzo de vigilancia y disuasión".

Ese grupo de combate Dédalo está integrado por el portaaviones Juan Carlos I, escoltado por la fragata F100 Blas de Lezo y la fragata Victoria, de la clase Santa María, que se suman a la fragata Juan de Borbón, que realiza el control táctico de los cazas que participan en estas maniobras.

"En las actividades de defensa aérea Eagle Eye participan aeronaves Bravo (tipo Harrier) del portaaviones Juan Carlos I y también va a contribuir a efectuar operaciones anfibias en el entorno de la isla de Alborán. La Armada también ha movilizado a la fragata Canarias y el submarino Galerna, que forman parte de la misión 'Sea Guardian' de la OTAN, para labores de vigilancia marítima que dirige de forma permanente el Mando Operativo desde Cartagena", dice Neira.

El Ejército del Aire, por su parte, moviliza cazas Eurofighter C16 del Ala 11, con base en Morón de la Frontera (Sevilla), que se han desplazado hasta la base de San Javier (Murcia) para participar en los ejercicios: "Practicamos y ejecutamos lo que llamamos sistemas de alerta rápida (Quick Rapid Alert) para que los escuadrones estén en el aire en menos de 15 minutos ante amenazas que simulan intrusiones en nuestro espacio aéreo o conductas poco colaborativas. El objetivo es hacer la interceptación de esas amenazas en el menor tiempo posible".

En cualquier caso, aunque los cazas van armados y el Ejército de Tierra despliega sistemas de defensa antiaérea HAWK, Patriot y Mistral, Leira asegura que en estas maniobras "no se realiza ningún lanzamiento de armamento real", como sí ocurre en otras maniobras, porque esta activación está enfocada "a mejorar la interoperabilidad" de los tres Ejércitos.

Responder a las amenazas en la zona gris

Aunque no se ha detectado ninguna amenaza potencial inminente contra el espacio aéreo nacional, el oficial del MOPS indica que hay que estar preparados para actuar ante cualquier eventualidad que requiera de una activación rápida de las Fuerzas Armadas. "Los escenarios de crisis se pueden manifestar ya en lo que en el entorno de Defensa llamamos una zona gris. Es decir, acciones de potenciales enemigos que, sin llegar a superar el límite de un conflicto o una agresión armada, pueden provocar interferencias en ámbitos como la desinformación, el entorno cibernético o nuestras infraestructuras de telecomunicaciones", dice el oficial del MOPS.

"Nuestros mandos operativos, entre los cuales está también el Mando Operativo del Ciberespacio, están permanentemente vigilando y detectando si se produce algún tipo de amenaza o si se elevan los indicadores de alerta porque pueden estar actuando contra nosotros en la zona gris. Ahí pueden participar desde compañías de hackers a elementos civiles para realizar actividades de espionaje o sabotaje, muchas veces difíciles de atribuir en origen y, por tanto, difícil de ser declaradas como una agresión", añade.

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