Las asesinas de Isabel Carrasco muestran su arrepentimiento en una carta: "Todos estos años han producido una reflexión profunda"

Montserrat González y Triana Martínez, madre e hija condenadas por el asesinato de la presidenta de la Diputación de León Isabel Carrasco en mayo de 2014, han mostrado diez años después su arrepentimiento por el crimen en una carta en la que trasladan sus "disculpas sinceras, plenas y absolutas". Lo han hecho en un escrito fechado el 9 de diciembre y dirigido al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria de Oviedo, según ha confirmado su abogado, Fernando Pamos de la Hoz.

Montserrat González y Triana Martínez están cumpliendo condena en la cárcel asturiana de Villabona tras haber pasado por las prisiones de Villahierro, en León, y de Villanubla, en Valladolid, en las que se las ha considerado internas conflictivas. "Todos estos años de condena que hemos venido padeciendo han producido una reflexión profunda y sosegada", han afirmado en esa carta en la que aseguran que la violencia "no debe ser nunca el medio de dirimir controversias de ningún tipo".

Han rechazado además "cualquier clase de acción que no sea pacífica" y han mantenido ser "conscientes del dolor causado". A este respecto han mostrado su "más absoluta convicción y promesa" de que su comportamiento "nunca jamás será doloroso para terceras personas". Por último en la carta aseguran que "como consecuencia de ese arrepentimiento se abonaron íntegramente las responsabilidades civiles".

"Hoy en día nos seguimos poniendo a disposición de los perjudicados para cuanto pudieran necesitar", han concluido el escrito que finaliza con la firma de las dos mujeres, Montserrat González, condenada como autora material a veintidós años de prisión, y Triana Martínez, hija de esta y cómplice en el asesinato, condenada a veinte años de cárcel.

Arrepentimiento voluntario

El abogado de las condenadas ha negado que dicha carta sea "una maniobra para obtener permisos penitenciarios" y ha asegurado que nadie ha requerido ese arrepentimiento. De hecho, ha asegurado que Triana Martínez ya ha obtenido varios permisos desde hace más de dos años por unanimidad de la Junta de Tratamiento del Centro Penitenciario de Villabona que después no le han sido refrendados por el Juzgado de Vigilancia Penitenciaria debido a la gravedad de los hechos cometidos.

"A la madre también se le emiten votos a favor en algún informe, no por unanimidad como a Triana pero sí tiene dos o tres votos favorables", ha asegurado. Ha insistido en que "nadie les ha requerido para esta petición de perdón" y ha explicado que "salió de ellas". "Fue un deseo que me transmitieron cuando me hice cargo de su defensa hace tres meses", ha señalado el letrado.

Pamos de la Hoz ha considerado que este perdón se debe al tiempo que han pasado en prisión las condenadas. "Han pasado más de diez años. El ser humano cambia. Es que, si no cambiásemos, qué sería de nosotros", ha mantenido. En este sentido, ha agregado que "su perdón es lo único que pueden ofrecer" teniendo en cuenta que "no es posible devolverle la vida ni la paz familiar a quienes fueron privados de ello".

Además, ha afirmado que las condenadas en esta prisión "tienen un comportamiento impecable" y ha recordado que este es un aspecto primordial a la hora de que se les conceda un permiso al que, ha recordado, tienen derecho desde hace ya seis años. Pamos de la Hoz también ha avanzado que ha pedido al órgano competente que agregue esta carta de perdón al resto de expedientes que ambas tienen abiertos.

Diez años del crimen

El próximo mes de mayo se cumplirán once años de la muerte de la presidenta del PP en León y de la Diputación en esta provincia Isabel Carrasco, asesinada a tiros en plena calle. El suceso llegó a calificarse durante el juicio como un crimen "casi perfecto" de no ser por un testigo que siguió a la autora de los disparos hasta su detención a los pocos minutos de cometerse.

Precisamente, en ese juicio Monserrat González confesó el crimen y afirmó que había matado a Isabel Carrasco y que volvería a hacerlo porque la había tomado con su hija, a la que había echado de la Diputación -tenía un puesto interino como ingeniera de comunicaciones- y estaba cercenando sus aspiraciones políticas, ya que pretendía hacer carrera en el PP.

"Era su vida o la de mi hija", afirmó rotunda y retadora en el juicio, en el que no mostró ningún signo de arrepentimiento, una actitud que contrasta ahora con ese escrito en el que muestran sus disculpas. Madre e hija fueron condenadas al ser consideradas culpables por parte de un jurado popular, al igual que Raquel Gago, una agente de Policía Local que también participó en el crimen y que ocultó el arma durante más de treinta horas.

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