Tardó, pero llegó. Fumata blanca en Bruselas. Populares, socialdemócratas y liberales han cerrado este miércoles un pacto para desbloquear la nueva Comisión Europea, con una jugada a varias bandas: el PPE da su apoyo a Teresa Ribera, con la posición en contra eso sí del PP español, y al mismo tiempo S&D asume en el futuro Ejecutivo comunitario tanto a Raffaele Fitto como a Oliver Varhelyi, los nombres de Giorgia Meloni y de Viktor Orbán. En el caso de Ribera y de Fitto, el paso es clave porque ambos son dos de los seis vicepresidentes que esperaban la luz verde.
Todos ellos -los vicepresidentes y el húngaro- se están sometiendo a votación, y en el caso de Ribera la discordia es grande porque el PPE quiere incluir en su carta de comisaria y vicepresidenta (que se envía a Von der Leyen) que tiene que dimitir si es imputada, pero los socialdemócratas no quieren que se recoja este elemento por escrito.
Además, el acuerdo político a tres bandas, según diversas fuentes, incluye mantener la 'coalición proeuropea' durante toda la legislatura. El documento consta de varios puntos, pero es tibio en el contenido y se limita a utilizar la fórmula de la cooperación con las fuerzas "pro UE, pro Ucrania y pro Estado de derecho", la misma que usó Ursula von der Leyen para 'abrazar' futuros acuerdos con ECR, el grupo liderado precisamente por Giorgia Meloni. Habla, en términos muy generales, de "unidad", de una gestión "eficiente" de la migración, del pilar social, de una mayor integración en Defensa y de reformas que sean positivas para el futuro de la UE, además de la ya muy manida autonomía estratégica del bloque.
Ribera ha visto cómo los populares europeos dan por válida su presencia siempre y cuando “esté en disposición de dimitir” en caso de ser imputada por su gestión de la DANA, sobre la que ha dado explicaciones en el Congreso y en el Senado. Esa condición no le sirve a Génova, que votará en contra del Colegio de Comisarios al completo al estar la todavía vicepresidenta del Gobierno en el mismo. El líder del PPE en la Eurocámara, Manfred Weber, ha dado por buena la fórmula de que los conservadores ‘pierdan’ votos del lado español (siete en las comisiones que examinan a Ribera y 22 en el pleno). Y es que es ese pleno al completo el que tendrá que dar el sí definitivo a la nueva Comisión la próxima semana en Estrasburgo.
La realidad es que todas las partes han tenido que ceder -salvo los liberales, que esta legislatura son la muleta de la mayoría proeuropea- para alcanzar el acuerdo: el PPE no quería a Ribera, por presión desde Madrid, pero pasa por el aro. S&D, por su parte, estaba en contra de que Fitto fuera vicepresidente, y tendrá que aceptarle, incluso aunque eso le suponga (como sucedió en los debates sobre el pacto) una división en el propio grupo sobre si están validando o no a la derecha radical. “Todo esto se podría haber resuelto hace una semana”, asumía una fuente comunitaria consultada por 20minutos. Todos tenían que ceder el día 12 o 13 de noviembre, y todos han tenido que ceder ahora.
Sobre esto último se pronunció precisamente Génova: “Si hay acuerdo es porque el PSOE cambia de postura y acaba pactando con el partido de Orban y con el partido de Meloni, llevándose por delante la última barrera ideológica de Pedro Sánchez al ser quien apadrina la entrada de la extrema derecha, tal como él la define, en la gobernabilidad en Europa”, expusieron, y celebraron que se cumpla la condición del PPE de dimitir si es encausada, y la del PP español, que puede descolgarse de su familia europea para no votar a favor de la ‘candidata de Sánchez’.
Ha habido también cambios en el porfolio de Varhelyi (Salud y Bienestar Animal), pues el húngaro no se ocupará ni de los derechos reproductivos ni de lo que tenga que ver con futuras pandemias, temas que pasarán a manos de Hadja Labib (comisaria de Gestión de Crisis y de Igualdad). En el capítulo de reacciones, la más rápida fue precisamente la presidenta del Parlamento Europeo. "Todo bajo control", dijo Roberta Metsola solo unos minutos antes de que se hiciera oficial el pacto. Weber, Iratxe García y Valerie Hayer, los líderes de los grupos que sostienen el acuerdo, llegaron juntos a la última reunión, ya con el convencimiento implícito de la luz verde.
"Europa necesita estabilidad"
El propio Weber reconoció que seguirán desde Bruselas "en contacto" con el PP para coordinar estrategias. "Lo más importante es que la Comisión esté en funciones el próximo 1 de diciembre. Europa necesita estabilidad", añadió el alemán. Mientras, los Verdes, que sí dieron su apoyo hace meses a Von der Leyen como presidenta de la Comisión, criticaron el acuerdo porque, dicen, supone abrir las puertas a la derecha radical. Además, apuntaron que "no es bueno traer los choques de Madrid a Bruselas" en referencia a lo sucedido con Ribera. "Creo que hay que ser prudentes y hasta que no se comuniquen las cosas oficialmente hay que esperar con tranquilidad", sostuvo la propia vicepresidenta del Gobierno antes de que complete el proceso.
Tras deshacer el laberinto de los últimos días, lo siguiente es que se cumplan sin problemas los pasos que faltan para que la Comisión Europea entre a trabajar el 1 de diciembre. Además, esta Comisión será mucho más política que otras y tendrá, parece, una mayor carga ideológica. El Ejecutivo comunitario siempre ha tenido como contrapeso al Consejo, es decir, a los países miembros, aunque las voces más críticas con Von der Leyen la han acusado amargamente precisamente de hacerle "seguidismo" a los gobiernos. Eso es precisamente lo que pueden pretender ahora los 27: que la Comisión mantenga una postura cercana a la suya, evitando choques o debates y priorizando las cargas ideológicas en algunos temas. Solo el tiempo dirá si ese camino es el correcto para la Unión.