Una aceituna, seis vasos de cerveza o "el filete más grande": las últimas comidas más peculiares de los condenados a muerte

Una de las costumbres más conocidas en Estados Unidos, en concreto en los estados en los que existe la pena de muerte, de conceder al preso una última cena (o comida) de su elección antes de la ejecución.

Si bien no es un requisito obligatorio para los prisioneros condenados a muerte, la solicitud a menudo se concede en los EE UU y las últimas comidas quedan escritas en los registros públicos de las ejecuciones.

Pero como los prisioneros pueden pedir lo que quieran, las solicitudes a veces pueden parecer un poco inusuales, ya que los criminales convictos usan su pequeño pedazo de poder para hacer algo memorable.

El Daily Mail recoge en un reportaje algunas de las últimas cenas más memorables. Por ejemplo, James Edward Smith, que fue ejecutado en 1990 por un cargo de asesinato. Smith pidió como última cena un trozo de tierra, con el fin de ejecutar un ritual vudú. El estado de Texas se lo negó, así se conformó con un yogur.

Odell Barnes Jr, ejecutado por asesinato en 1989, pidió "justicia, igualdad y paz mundial", pero como eso no es una comida, se le denegó.

Mucho antes, en 1936, Charles Barrett, ladrón y asesino, pidió antes de morir "el filete más grande de la ciudad", lo cual le fue concedido, pero cuando llegó la hora de comer, el convicto no se lo comió. Un periodista fue el que acabó zampándose el filete.

Lawrence Russell Brewer fue ejecutado en 2011 por inyección letal y quiso irse con el estómago lleno: dos filetes de pollo fritos cubiertos de salsa con cebollas en rodajas, una hamburguesa con queso y bacon con triple de carne y guarniciones a un lado, una tortilla de queso con carne molida, tomates, cebollas, pimientos morrones y jalapeños, un tazón grande de okra frito con kétchup, alitas barbacoa con media hogaza de pan blanco, tres fajitas con guarniciones, una pizza, tres cervezas de raíz, helado de vainilla Blue Bell y una rebanada de dulce de mantequilla de cacahuete con cacahuete triturado.

Lo curioso es que Brewer no quiso comerse nada cuando lo recibió, lo que hizo que el estado de Texas decidiera no conceder más últimas cenas.

En 2002, Robert Anthony Buell fue sentenciado en Ohio a morir por inyección letal por asesinato. Su última cena fue de lo más frugal: una aceituna negra sin hueso.

El reportaje también recoge últimas cenas de personas famosas, como el dictador iraquí Sadam Hussein. Antes de ser ahorcado, pidió pollo y arroz shawarma, agua con miel y cigarrillos.

En 1984, Verma Barfield fue ejecutada con una inyección letal por seis asesinatos. Su última comida fue una Coca-Cola y bocadillos de queso.

Ricky Ray Rector fue ejecutado con inyección letal en Arkansas. Pidió un pastel de nueces. Cuando los guardias fueron a por él para llevarlo a la sala de ejecución, vieron que no se lo había acabado. Según les dijo, lo guardó "para después".

Harry Charles Moore fue ejecutado en Oregón en 1992. Su última comida fue relativamente saludable: dos manzanas verdes, dos manzanas rojas, una bandeja de fruta fresca y dos botellas de dos litros de Coca Cola.

Thomas Grasso fue ejecutado en 1995 y no se privó de nada: dos docenas de mejillones al vapor, dos docenas de almejas al vapor, una hamburguesa doble con queso de Burger King, seis costillas de cerdo a la parrilla, dos batidos grandes, espaguetis con albóndigas, media tarta de calabaza y fresas con crema.

En el año 1902, Mathias Kneissl fue condenado a muerte en Baviera, Alemania, acusado de dos asesinatos. Antes de ser decapitado en la guillotina, como última comida pidió seis vasos de cerveza.

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