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El primer cara a cara del curso entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo ha resultado en un nuevo intercambio de reproches entre Gobierno y oposición protagonizado por el 'plan antibulos' presentado ayer en el Consejo de Ministros.

Más transparencia, más garantías, más fortaleza. Una democracia que afiance la confianza de los españoles en la pulcritud de su funcionamiento, en la limpieza de sus instituciones, en el buen hacer de sus políticos y en la veracidad de la información que reciben.

El plan de acción por la democracia es ambicioso y necesario. Para minimizar la desafección ciudadana, para proteger el sistema de nuevas amenazas que distorsionan su funcionamiento y para potenciar la participación de las personas, base de toda democracia: un país para construir entre todos.

Cuatro partidos muy distintos, que no hacen más que tirarse los trastos a la cabeza y decirse de todo menos bonitos, han logrado un acuerdo histórico para poder aprobar al fin una normativa sobre la ELA. Una causa a quien puso cara el exfutbolista Juan Carlos Unzué, que afeó a los políticos su falta de interés en el asunto con una frase tan cruda como cierta: "Los enfermos de ELA no tenemos tiempo".

Enfilamos la segunda mitad de septiembre sin garantía alguna de que el Gobierno pueda aprobar los Presupuestos del Estado del año próximo ni de que, por tanto, pueda contar con la principal herramienta para gobernar. Se trata de dinero, para la educación o la sanidad pública por ejemplo, pero también de supervivencia política. Renunciar a recursos a cambio de asfixiar a Pedro Sánchez.