Tres meses después de proclamarse campeón de Europa y de Liga, el Real Madrid atraviesa una minicrisis que pocos vislumbraban cuando al mejor equipo de Europa –así lo dictaminó la competición– se unió uno de los mejores jugadores del mundo, si no el mejor. Pero como el fútbol no es dos más dos, la realidad es que el conjunto blanco ha tenido un errático inicio de temporada con síntomas más que preocupantes: ni fútbol, ni buenas sensaciones, ni tampoco el espíritu que caracteriza a esa camiseta. La derrota ante el Lille de este miércoles (1-0), el mejor ejemplo.
Sin cerebro
La salida de Toni Kroos ha supuesto un contratiempo mucho más serio de lo esperado. Se sabía que el alemán era un jugador imprescindible, pero se confiaba en el paso adelante de jugadores que, por ahora, no lo han dado.
Especialmente señalado está siendo en este inicio de campaña Aurelién Tchoauméni. El galo, por la posición que ocupa en el campo, tendría que ser el eje sobre el que girara el juego del equipo, y por el momento no está siendo así. Imprecisión en los pases y poca personalidad a la hora de pedir el balón son, hasta ahora, sus debes.
El cambio de sistema
La salida de Kroos y la llegada de Kylian Mbappé supuso un cambio de sistema: del exitoso 4-4-2 de la pasada temporada al 4-3-3, el que el equipo tenía antes de la salida de Karim Benzema.
Las dudas con el juego del equipo han hecho a Ancelotti dudar y ya han sido varios los partidos en los que el técnico italiano ha vuelto al esquema anterior.
Bellingham, sin chispa
Hace un año, el talentoso jugador inglés era el máximo goleador de la Liga, sorprendiendo desde atrás en un Real Madrid que jugaba sin ‘nueve’ (el ataque lo formaban Vinícius y Rodrygo) y con Bellingham marcando un gol tras otro.
El final de temporada del mediapunta inglés ya no fue tan bueno, y en esa línea continúa. Con tres delanteros, a Bellingham se le ve algo perdido, sin saber muy bien si ir hacia arriba o ayudar atrás a construir el juego. Y su contribución goleadora, nula: cero goles en 10 encuentros.
Esperando a Mbappé
El gran deseado por el madridismo ya no lo era tanto después de ganar dos Ligas y dos Champions en tres años. Sin embargo, el –posiblemente– mejor jugador del mundo siempre es un refuerzo espectacular y con él se esperaba un Real Madrid arrollador.
El rendimiento de Mbappé no está siendo malo –son siete goles ya, aunque tres de penalti– pero tampoco está siendo el jugador desequilibrante que muchos esperaban. Su puesto ideal es ocupar la banda izquierda del ataque y esa zona del campo ya tiene a Vinícius como propietario, por lo que el galo tiene que adaptarse a una posición que no le es desconocida, pero sí que tampoco es su favorita.