Ya sea con gritos, humillaciones y amenazas, a través del maltrato físico o mediante una agresión sexual, uno de cada cuatro adolescentes dice haber sufrido violencia en el ámbito familiar durante el último año. Así lo revela Unicef tras entrevistar a más de 4.000 menores de 14 a 17 años para conocer la realidad actual de la violencia hacia la infancia en España y avanzar en el diseño de medidas y programas de prevención para las víctimas.
La investigación, presentada este jueves, señala además que las chicas tienen el doble de posibilidades de sufrir violencia por parte de su padre, madre o cuidador principal: si la prevalencia entre los chicos es del 18,6%, en el caso de ellas se dispara hasta el 32,9%. O, dicho de otro modo: una de cada tres chicas adolescentes sufrió violencia por parte de su entorno familiar en los últimos 12 meses.
La violencia más común reportada por los encuestados fue la dirigida directamente hacia los adolescentes por parte de progenitores o figuras cuidadoras (20,9%), siendo la violencia psicológica o emocional (gritos, humillaciones y amenazas) la más común (16,9%), seguida de la violencia física (7%). La violencia directa menos frecuente, según el estudio, es la sexual, aunque los investigadoras apuntan a que lo más probable es que las cifras correspondan a abusos sexuales que se iniciaron en la infancia y que aún perduran en la adolescencia. Una conclusión a la que llegan tras constatar en otros estudios que las agresiones sexuales en la infancia van disminuyendo conforme avanza la edad de los menores, con lo cual en la adolescencia quedarían ya los "residuos" del abuso que se inició años atrás.
Por otro lado está la violencia indirecta, que es aquella que sufren los menores que han estado expuestos a algún tipo de violencia física o verbal entre progenitores, hermanos, abuelos, etc. En este caso, la prevalencia es del 14,2%. La más frecuente es la violencia verbal entre progenitores (que uno de los dos padres sea humillado o insultado por el otro delante del adolescente).
La investigación identifica igualmente varios factores de riesgo para sufrir esa violencia: ser chica, de edades más jóvenes, perteneciente a una minoría sexual, a un grupo étnico minoritario o haber nacido fuera de España disparan las posibilidades de ser víctima de violencia o estar expuesta a ella en el entorno familiar.
En cuanto a los adultos que ejercen la violencia directa, son, precisamente las principales figuras cuidadoras: madres y padres. Aunque, al hablar de violencia sexual, son las figuras paternas y otros cuidadores varones los principales perpetradores. También en la violencia indirecta, aquella que hace que el menor esté expuesto a una situación violenta, las figuras identificadas con prevalentes son los padres o figuras paternas hacia la madre; y las madres o figuras maternas hacia los abuelos.
Se denuncia menos de un 10% de los casos
Ante esta situación, Unicef ha emitido una serie de recomendaciones, centradas la mayoría en la prevención y la detección precoz, sobre todo teniendo en cuenta que menos de un 10% de la violencia que ocurre en la infancia y la adolescencia se acaba denunciando. Lo que hay que garantizar, según la ONG, es que todos los ámbitos en los que haya niños (escuelas, parques, polideportivos, hospitales, etc.) sean entornos protectores, con profesionales preparados y formados para prevenir esas violencias, detectarlas y dar respuesta cuando han ocurrido.
En ese sentido recuerda que, según la ley de protección a la infancia, todos los centros educativos deberían contar con un coordinador de bienestar que se encargue, entre otros asuntos, de identificar posibles casos de violencia entre los menores. Sin embargo, dos años después de su entrada en vigor, son varios los colegios que han reportado dificultades para implantar esta nueva figura sin que ello suponga una sobrecarga lectiva para los docentes.
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