Muchas veces ponemos el foco en solventar nuestros déficits alimenticios, pero no en tantas ocasiones tenemos en cuenta los riesgos de padecer alteraciones relacionadas con el exceso de vitaminas y minerales. La hemocromatosis es la afección que provoca una absorción excesiva de hierro desde el tubo digestivo y puede desembocar en enfermedades graves como la cirrosis hepática, la diabetes mellitus, el cáncer de hígado o trastornos hormonales.
Genera una acumulación de este mineral en órganos como el hígado, el páncreas y el corazón, además de en la piel, las articulaciones y las glándulas endocrinas. Se trata de una afección genética frecuente y suele diagnosticarse entre los 40 y 60 años, siendo más común en hombres que en mujeres.
Los síntomas iniciales pueden incluir “fatiga, dolor en las articulaciones, dolor abdominal, pérdida de peso inexplicada y disminución del apetito sexual”, explica la nutricionista María Valero, del servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitari Dexeus.
La hemocromatosis puede generarse de forma adquirida o genética. Si es hereditario, el problema viene dado por una mutación genética y se denomina hemocromatosis primaria. En cambio, la forma secundaria “suele estar relacionada con múltiples transfusiones de sangre debido a anemias crónicas, lo que provoca una sobrecarga de hierro en el organismo”, indica Valero.
Tratamiento principal
La flebotomía es la medida terapéutica esencial para reducir el exceso de hierro en el cuerpo. Consiste en la extracción de sangre de forma periódica, aunque la frecuencia de este procedimiento está marcada por los síntomas, los niveles de hemoglobina y ferritina en el suero y por la cantidad de hierro que suele absorber el afectado en su dieta.
Además de la flebotomía, la nutricionista Valero señala que es indispensable tratar apropiadamente “las complicaciones que puedan surgir debido a la acumulación de hierro” en el tubo digestivo, como la diabetes, la insuficiencia hepática, la artritis y la insuficiencia cardíaca.
Es importante tratar de manera adecuada las complicaciones que puedan surgir debido a la acumulación de hierro
El papel de la alimentación
La especialista en endocrinología y nutrición enfatiza en el cuidado de la dieta para gestionar la hemocromatosis. Se desaconseja el alcohol, “especialmente para pacientes que tienen daño hepático”. Asimismo, no se recomienda el “consumo de pastillas o vitaminas que contengan hierro, suplementos vitamínicos y utensilios de cocina fabricados con hierro”.
Los pacientes de hemocromatosis deben dejar de tomar alimentos procesados y fortificados como cereales para desayunar o barritas de cereales. Igualmente, deben limitarse las carnes rojas y de caza y las vísceras y los embutidos grasos como la morcilla, el fuagrás o la butifarra negra. Mariscos como los berberechos, los mejillones o las almejas también deben evitarse por el gran aporte de hierro que conllevan.
Los pacientes de hemocromatosis deben evitar alimentos procesados y fortificados
Además de reducir la ingesta de algunos alimentos con un gran aporte de hierro, también se debe tener cuidado al combinarlos con alimentos ricos en vitamina C, puesto que facilitan la absorción del hierro de origen vegetal presente en “los cítricos, las fresas o el kiwi”, añade la nutricionista.
Al final de las comidas principales “se puede optar por beber té, café o lácteos”, agrega la especialista. En concreto, el café y el té son ricos en taninos y ayudan a reducir la absorción de hierro. Además, los alimentos integrales son beneficiosos, ya que el ácido fítico presente en ellos “dificulta la absorción de hierro y otros minerales”. Adoptar estas pequeñas pautas es clave para controlar la hemocromatosis y prevenir posibles complicaciones a largo plazo.