Comparecencia deslucida del Gobierno a petición propia en el pleno del Congreso de los Diputados para dar cuenta de lo sucedido en Valencia con la DANA. En ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que tenía pase de pernocta en Bakú (Azerbaiyán), de la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, que alegaba estar recibiendo clases de recuperación para superar el examen del Europarlamento y acceder así a la Comisión Europea, así como de varios miembros del gabinete que prefirieron tomarse el día libre al saber que su jefe estaba de parranda.
Para los periodistas sorpresa en su tribuna, donde están renovando las butacas, operación por completo inexplicable, habida cuenta de que están impecables porque permanecen casi siempre vacías. Sorpresa adicional cuando observan que los ujieres han cambiado sus uniformes reglamentarios de elegancia reconocida por el desaliño indumentario machadiano que combina pantalones vaqueros y camisolas informales.
En nombre del Gobierno habla el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres. Se le ha elegido porque no se le conocen especiales actitudes agresivas y se quiere en estos momentos dar imagen de unidad ante la catástrofe de la DANA sin dejar de señalar que tiempo habrá para rehusar la asunción de responsabilidades y de enfangarse arrojándoselas a los adversarios políticos. Los grupos parlamentarios tenían asignado un turno de intervenciones consecutivo que encomendaron a portavoces excéntricos cuya trayectoria fuera ajena a la insolencia faltona y altanera. Todos iniciaban la faena abriéndose de capa e invocando la necesidad de anteponer el afán de aunarse para atender las necesidades más acuciantes, pero enseguida volvían a la descalificación con el recitado de las vilezas y mentiras del rival, descubridores de la paja en el ojo ajeno sin reconocer la viga en el propio.
Una vez más los portavoces exhibían en la tribuna páginas de diarios y otros documentos que dada la distancia a que se encuentran los escaños que ocupan sus señorías no pueden leerse. Tantas veces como hemos asistido a la reclamación de competencias para que fueran transferidas a las comunidades autónomas y por fin el miércoles día 13 todos rehusaban haberlas recibido. Siempre mantuvimos que mientras la meteorología no quedara residenciada en las autonomías el Estado autonómico seguiría siendo ciencia ficción y ha tenido que llegar la DANA para confirmarlo.
Los portavoces de la oposición afeaban las ausencias del presidente Sánchez, ignoraban que en la cabecera del banco azul le sustituía la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se olvidaban de la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, y ocultaban a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, que tiene en globo el trasvase a la galaxia de la UE.
Los grupos parlamentarios de oposición, sabiendo de antemano que Pedro Sánchez se tomaba sus horas en Bakú, optaron por no alinear a sus titulares y por eso Alberto Núñez Feijóo dejó vacío su escaño, aunque fuera del hemiciclo en la sala que denominan el escritorio buscara una comparecencia ante los periodistas. Allí censuró la actuación de Sánchez y los suyos con ocasión de la DANA, pasó de puntillas por el papelón de la Generalitat de Valencia y cargó contra Teresa Ribera que puede ver cerradas las puertas de Bruselas. Cuando le preguntaron sobre alguna alternativa a la vicepresidenta mantuvo que prefería guardar silencio para no perjudicar a ningún candidato. De modo que contar con la oposición antes era un plus y ahora es un bloqueo. Veremos.