Frenéticas están siendo las primeras horas de Donald Trump en la Casa Blanca, en las que ha firmado decenas de órdenes ejecutivas delante de las cámaras, destinadas todas ellas a borrar el legado de Joe Biden y a preparar el terreno para intentar cumplir con la extensa batería de promesas que ha hecho a sus votantes.
Deportaciones masivas de inmigrantes, incrementar la extracción de petróleo o imponer duros aranceles a las importaciones son algunas de las propuestas lanzadas por Trump, pero no todas serán sencillas de llevar a cabo porque podría encontrarse con más obstáculos de los esperados. No hay que olvidar que en su primera presidencia también hizo promesas maximalistas, como la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera con México, que nunca llegó a cumplir.
"Trump ha escenificado actos de firma de órdenes ejecutivas muy grandilocuentes destinados al público que tiene delante, a sus partidarios. Quiere constatar que está cumpliendo con su programa, pero es difícil que todo lo que ha firmado pueda salir adelante", afirma Paloma Román, directora del Departamento de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
Inmigración: deportaciones masivas
Román pone como ejemplo la eliminación del derecho de ciudadanía a los hijos de inmigrantes ilegales que nazcan en EEUU: "Eso no puede hacerlo firmando un documento y va a encontrarse con impugnaciones legales de distinta consideración. Aunque tiene mayoría republicana en el Congreso y el Senado, estamos hablando de un derecho constitucional y Trump tendría que sortear al Tribunal Supremo, que en EEUU es el garante de la Constitución. No digo que no pueda lograrlo, pero no con una simple orden ejecutiva. Es un proceso largo que requiere de plazos mucho más largos".
De hecho, un grupo de 18 estados con gobiernos demócratas, entre ellos Nueva York y California, ya interpusieron este martes un recurso legal contra esta medida de Trump, que atenta contra la 14ª Enmienda de la Constitución.
Pedro Terés, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nebrija, sostiene que Trump "funciona a golpe de efecto" y que su intención era "entrar en la Casa Blanca dando un golpe sobre la mesa". En esa línea, cree que cumplirá su promesa de realizar deportaciones masivas al inicio de su mandato, aunque de forma un tanto cosmética: "Probablemente veamos una primera oleada de deportaciones muy mediática, pero luego el foco de los medios se dirigirá hacia otro lado y el flujo de deportaciones irá bajando porque podría incluso desestabilizar la economía de EEUU, que depende en buena medida de la inmigración". Tampoco duda de que Trump reforzará la frontera con México desplegando, incluso, al ejército "como medida disuasoria para la inmigración ilegal".
Aranceles a todas las importaciones
Otro asunto espinoso son los temidos aranceles que el nuevo presidente ha prometido imponer a las importaciones. En campaña llegó a hablar de gravámenes de hasta el 25% para todos los productos que entren por las fronteras de México y Canadá e, incluso, amenazó con tasas del 100% a los productos procedentes de los BRICS, el grupo de países emergentes que lideran Rusia y China y en el que Trump metió este lunes a España.
"Trump considera que hay países, particularmente China y México, que acceden al mercado de EEUU en condiciones ventajosas para sus empresas y que la relación no es recíproca, por eso quiere imponer aranceles importantes. Ya lo hizo en su primer mandato y España lo sufrió en sus carnes porque puso aranceles al aceite de oliva, que hicieron mucho daño al campo español", recuerda Pedro Aznar, profesor de Economía en ESADE.
Ahora cree que Trump volverá a cumplir su amenaza y la Unión Europea podría ser otro de los actores damnificados: "Existe el riesgo real de que imponga aranceles a la industria europea del automóvil, por ejemplo. Desde el punto de vista económico, es una mala noticia para el tejido exportador de la Unión Europea".
No obstante, advierte de que también tendrían una respuesta al otro lado del Atlántico: "Poner aranceles siempre tiene consecuencias y si EEUU lo hace, la Unión Europea tendrá que responder de la misma manera, igual que lo hará China. EEUU importa muchos bienes intermedios y esa política arancelaria puede provocar un aumento de la inflación, del coste de vida para el ciudadano de a pie, que fue precisamente uno de los motivos de descontento con Joe Biden entre amplias capas de la sociedad norteamericana". Por esa razón, entiende que los aranceles de Trump podrían ser solo temporales: "En su anterior mandato ya vivimos momentos de escalada en la guerra comercial con China, pero no duró permanentemente".
EEUU, paraíso de las criptomonedas
Aznar sí cree que Trump va a cumplir con su promesa de desregularizar el mercado de las criptomonedas, aunque ve más difícil que pueda hacerse con una reserva estratégica de bitcoin, tal y como ha llegado a plantear: "Quien gestiona las reservas de oro y de divisas de los países son los bancos centrales, en el caso de EEUU la Reserva Federal, que es un organismo muy tecnificado e independiente, con el que Trump tiene una historia de difícil entendimiento. No creo que la Reserva Federal vaya a plegarse a sus dictados fácilmente".
Adiós a las políticas climáticas
En su primer día en la Casa Blanca, Trump firmó decretos para consolidar su apuesta por los combustibles fósiles y para retirar a EEUU del acuerdo climático de París. "Vamos a perforar, perforar, perforar", dijo en su primer discurso en el Capitolio, una declaración de intenciones para explotar las reservas petrolíferas de Alaska frente a la oposición de los ecologistas.
"Trump no cree en el cambio climático y todas sus medidas van a ser positivas para la industria tradicional y para la industria energética más contaminante. No tiene problemas en dar mayores permisos de prospección ni va a fomentar las energías renovables", dice el profesor Aznar, quien cree que el republicano incrementará la producción de petróleo y gas: "Gracias al fracking, EEUU pasó de ser un país que tenía cierta dependencia exterior, a ser un país exportador de estas materias primas. Tiene unas reservas muy importantes de petróleo y gas y probablemente las explotará aún más".
Sobre este punto, Román pone de manifiesto la "contradicción" que puede suponer que Trump haya amenazado con eliminar ventajas al coche eléctrico y que su mano derecha, Elon Musk, sea el dueño de Tesla, el mayor fabricante de ese tipo de vehículos en el mundo: "Es curioso porque esas medidas podrían afectar a los intereses de Musk. Y no hay que olvidar que buena parte de la producción de Tesla está en China, por lo que ahí tenemos un curioso triángulo entre Trump, Musk y el gobierno chino, que habrá que ver cómo se desarrolla".
Controlar el Canal de Panamá y Groenlandia
Entre sus promesas más estrambóticas están las de recuperar el control del Canal de Panamá y anexionarse la isla de Groenlandia, iniciativas que parecen tener poco recorrido. "Son propuestas para la galería, pero no hay que olvidar que Trump es un empresario, un negociador, y lo que realmente pretende cuando habla de recuperar la soberanía del canal es abrir una negociación con las autoridades panameñas para que los barcos estadounidenses paguen menos por cruzar el canal", expone Román.
Respecto a la idea de comprar Groenlandia al gobierno danés, la politóloga de la UCM recuerda que "es una vieja idea de Trump", pero que no va a ir más allá de "acuerdos puntuales con Dinamarca" para que EEUU pueda ampliar su presencia militar o para favorecer a empresas americanas: "Estados Unidos ya practicó esa política de compra de territorios cuando adquirió Florida, Luisiana o Alaska, pero esos tiempos ya no existen".
Acabar con la guerra de Ucrania
Aunque Trump prometió poner fin a la guerra de Ucrania en 24 horas, plazo que ya ha expirado desde su llegada a la Casa Blanca, Terés considera que sí puede estar más cerca el alto el fuego: "La política de Trump es muy mediática y tiene necesidad de titulares, por lo que pienso que puede intentar presionar a Zelenski para que acepte cesiones territoriales en favor de la paz. Trump no tiene códigos éticos ni las mismas líneas rojas que tenía la administración demócrata respecto a los territorios invadidos por Rusia y la guerra de Ucrania ha dejado de ser una prioridad para EEUU".
Sin embargo, subraya que un hipotético acuerdo de paz no significaría el fin de las hostilidades: "El final de la guerra ya no depende de Occidente. Aunque se firmara un alto el fuego a nivel oficial con la mediación de EEUU, el conflicto seguiría de facto porque en Ucrania operan muchos grupos paramilitares, al margen de sus Fuerzas Armadas, que son muy difíciles de controlar".
"Trump ya ha comentado que se va a reunir pronto con Putin, pero no es fácil que pueda convencer a Zelenski para que acepte cesiones territoriales a Rusia después de casi tres años de guerra. Trump ha logrado un frágil acuerdo de alto el fuego en Gaza porque tiene mucha influencia sobre Netanyahu, pero no tiene la misma en el caso de Zelenski", puntualiza Román.
El fin de las políticas 'woke'
Trump ha firmado varios decretos para revertir las políticas 'woke' de la administración Biden, entre ellos uno para derogar los programas de diversidad, igualdad e inclusión (conocidos como DEI, por sus siglas en inglés), que imponían cuotas de género o raza en las empresas y en la contratación pública. Los analistas coinciden en que será sencillo que salgan adelante, gracias a la mayoría republicana en ambas cámaras del Congreso.
"Trump intentará llevar esas políticas a todas las esferas que pueda, pero en algunas puede tener más problemas, por ejemplo a nivel educativo, porque EEUU es un país muy descentralizado y esa es una competencia que depende de cada Estado", apunta Román.