2024 no ha sido el mejor año para la izquierda a la izquierda del PSOE. Sumar empezó el pasado mes de enero aún digiriendo su reciente ruptura con Podemos, que se consumó en diciembre de 2023 tras muchos meses de desencuentro, y en el último trimestre de este año se ha visto salpicado por la dimisión de su exportavoz parlamentario Íñigo Errejón, acusado de agresión sexual. Por su parte, Podemos tampoco está para presumir, puesto que en 2024 logró incluso peores resultados electorales que los de Yolanda Díaz, ya pésimos de por sí, aunque consiguió su objetivo de sobrevivir y afronta el año que entra con un crecimiento lento pero sostenido en las encuestas.
Los planes de Díaz pasaban por que 2024 fuera el año de la consolidación de Sumar, que celebró en marzo su congreso fundacional. Allí, no obstante, ya quedó claro que la organización había perdido parte del tirón con el que nació: la vicepresidenta fue elegida líder del partido con una participación pírrica de sus bases y, además, la asamblea fue escenario de una importante bronca con sus aliados de Más Madrid. Esos malos augurios se confirmaron en todas las citas electorales a las que se ha presentado Sumar este 2024: en las gallegas de febrero no consiguió recuperar la presencia en el Parlamento de Galicia que perdió Unidas Podemos en 2020, mientras en las vascas logró un solitario diputado (por seis de Elkarrekin Podemos cuatro años antes).
Las europeas, no obstante, han sido la verdadera piedra de toque de Sumar durante el año 2024. En unos comicios de circunscripción única y en los que la formación no tenía competencia en su espacio de actores mucho más fuertes —como sí ocurría con BNG y EH Bildu en Galicia y el País Vasco—, los de Díaz apenas lograron un 4,6% de los votos. El batacazo fue de unas dimensiones tan grandes que, al día siguiente, Díaz abandonó la secretaría general de Sumar, aunque mantuvo el liderazgo de facto de la formación. Y lo más importante: la vicepresidenta renunció a su intención de subsumir bajo el paraguas de sus siglas a todos sus aliados, desde IU a Más Madrid, algo a lo que estos siempre se habían resistido.
Desde ese mes de junio, Sumar ha sufrido varios cambios internos, aunque no la revolución que se prometió para darle la vuelta al lento languidecer de la formación. Aprovechando la debilidad de Díaz, varios de sus aliados han ganado cuotas de poder interno, e IU ha iniciado una estrategia por su cuenta para intentar poner las bases de un acercamiento a Podemos en el futuro, para lo cual incluso la federación ha deslizado críticas públicamente a la vicepresidenta. No obstante, a nivel discursivo o de estrategia política no se han producido cambios relevantes, y Díaz se ha centrado en su labor como ministra de Trabajo y en sacar adelante su medida estrella, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas, que pactó con los sindicatos hace unos días.
El estallido del caso Errejón
Tras las europeas, las cosas en Sumar permanecieron más o menos estables... hasta octubre. A finales de ese mes, en concreto el día 24, Íñigo Errejón anunciaba a través de una carta su dimisión de todos sus cargos y su abandono de la política alegando que había llegado "al límite de la contradicción entre el personaje y la persona". No obstante, ese mismo día se conocía el motivo real: una serie de acusaciones en redes sociales por comportamientos machistas, agresivos y de maltrato con las mujeres a los que, posteriormente, se sumó una denuncia ante la policía por agresión sexual.
La reacción de Sumar y de Más Madrid fue rápida: negar cualquier conocimiento de las acciones de Errejón y pedir disculpas por no haber actuado con la suficiente diligencia cuando se produjo la primera denuncia contra él en redes sociales, en junio de 2023. No obstante, la dimisión del hasta entonces portavoz supuso un terremoto en la coalición, que tan solo encontró algo de calma semanas después con el nombramiento de Verónica Martínez para sustituir a Errejón en su puesto en el Congreso.
No obstante, la sucesión de batacazos electorales y malas noticias han llevado a Sumar a estar consistentemente por debajo del 10% de los votos en todas las encuestas, y todas las proyecciones electorales estiman que la formación se desangraría si los comicios generales fueran mañana. En paralelo, Podemos, que rompió con los de Díaz hace un año, ha iniciado un ligero ascenso, aunque todavía se sitúa consistentemente tras los números de Sumar y las estimaciones demoscópicas pronostican que los morados apenas lograrían un puñado de escaños en unas elecciones.
Podemos intenta ensanchar su hueco
No obstante, aunque solo sea porque partían de un lugar mucho más precario, el año 2024 ha sido algo más positivo para Podemos que para Sumar. La formación logró incluso peores resultados que Sumar en las citas electorales tanto del País Vasco como de Galicia. Lo mismo ocurrió en las europeas de junio, pero el 3,3% de los votos obtenido por el partido, que se tradujo en dos eurodiputados, supuso un respiro para una formación que temió durante muchos meses estar completamente desahuciada y que, al entrar en el Europarlamento, consiguió un importante altavoz para quien con toda probabilidad quiere ser su candidata a las elecciones generales, Irene Montero.
Desde que decidió romper con Sumar hace poco más de un año, la estrategia de Podemos ha sido muy clara: su objetivo es diferenciarse de la otra formación a la izquierda del PSOE, y para ello los morados han tratado de aprovechar que están fuera del Gobierno para negociar con total libertad con el Ejecutivo y para exhibir una posición muy dura reivindicándose como la única izquierda real.
La primera ocasión del año para poner en práctica esta estrategia llegó muy pronto. El 10 de enero, Podemos derribó la reforma de la subvención que perciben las personas que agotan su prestación por desempleo por incluir un recorte en sus pensiones, para enorme enfado de Díaz, que tuvo que renegociar este texto y aprobarlo, meses después, sin esa rebaja. Y, desde entonces, la presión al Gobierno por parte de los morados en cada negociación ha sido una constante: el último ejemplo tuvo lugar hace unas semanas, cuando los de Belarra apuraron hasta el final para confirmar su apoyo a la reforma fiscal del Ejecutivo a cambio de un impuesto a las empresas energéticas cuyo diseño aún está por negociar.
A lomos de esa estrategia, y poco a poco, Podemos ha ido consolidando un pequeño espacio a la izquierda del PSOE a medida que Sumar iba desangrándose. En la última encuesta de DYM para 20minutos, los de Díaz seguían estando por encima, pero del 12,3% de los votos obtenido en las elecciones generales se quedaban en un 7,5%, y buena parte de esa caída la recogía Podemos, que trepaba hasta el 4,9% de los sufragios en la estimación.
No obstante, todos los analistas electorales (y también los propios partidos implicados) son conscientes de que la división en el espacio a la izquierda del PSOE lastraría enormemente las opciones del bloque progresista en unas eventuales elecciones. De hecho, en la Moncloa hay preocupación ante un desencuentro entre Sumar y Podemos que, lejos de encauzarse, se cronifica. Y el equipo de Presidencia del Gobierno es consciente de que sin una alianza en el espacio de la izquierda alternativa, el mínimo de 30 ó 35 diputados necesario para reeditar una alianza con el PSOE es un objetivo inalcanzable.