Desde el primer latido, el vínculo entre madre y bebé se forma en torno a un compás compartido que trasciende a lo físico. Una conexión que comienza mucho antes del nacimiento y que no solo se manifiesta en lo emocional sino también en lo fisiológico. Hoy sabemos que no solo es una sensación femenina, la ciencia ya ha demostrado en los últimos años el poder de la sincronía entre el cuerpo de una mujer y su criatura.
En el vientre materno, cuando una madre dedica un momento a relajarse, a la respiración consciente, a acariciar su vientre y hablar con su bebé, se produce una cascada de hormonas relacionadas con el bienestar impactando positivamente en la salud de ambos.
Pero esa relación no se rompe al nacer. Al contrario, persiste y puede observarse a través de la sincronización en la respiración, por ejemplo.
Un equipo de investigación de la Universidad de Nagoya, en Japón, ha medido concretamente la relación entre la respiración de la madre en la interacción entre los corazones de mujer y bebé, demostrando una 'sincronización biológica'.
Los resultados concluyen que cuando una madre es capaz de aurorregularse y respirar de forma pausada (unas 6 respiraciones/minuto) mejora la variabilidad del ciclo cardíaco tanto en la mujer como en su criatura. Según este estudio el fundamental que durante ese tiempo de en la madre practica ralentizar su respiración, tenga a su bebé en brazos, piel con piel.
Y, al revés, una respiración típica de momentos de estrés, cansancio, prisas, aceleran la respiración y empobrecen la dinámica cardíaca.
Estos datos refuerzan la conciencia sobre el cuidado y la protección de la diada madre-bebé durante el puerperio. Es responsabilidad del entorno proporcionar un espacio seguro y sereno para el desarrollo y la salud de ambos. Para que continúe la exterogestación del bebé, que depende intensamente del contacto con su madre, adaptándose al mundo exterior y a otras personas de manera gradual y segura, respetando el ritmo natural de madre y bebé.
Este vínculo ofrece las bases para fortalecer su el sistema neuronal e inmune y la regulación emocional de la criatura.
En cuanto a la madre, esta conexión y tranquilidad evita y reduce significativamente la sintomatología ansiosa y depresiva. La interacción constante y positiva salvaguarda esta 'sincronización biológica', aumentando los niveles de oxitocina, además del sentimiento de competencia, satisfacción y seguridad maternal. Y esta gran responsabilidad recae principalmente en la pareja y familia cercana, pero también en las prácticas laborales, de conciliación respetuosa y políticas sociales.