SIBO, la enfermedad intestinal que se propaga por las redes ante el recelo médico: "En la sanidad pública ni me hicieron la prueba"

La tortura intestinal de María Luque comenzó comiendo un filete en un restaurante. La carne estaba en mal estado y le produjo una infección en su sistema digestivo por la que tuvo que tomar un agresivo tratamiento a base de antibióticos. Su flora intestinal sufrió las consecuencias y esto, a la larga, le produjo un sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado, más conocido como SIBO.

Esta enfermera de 27 años es consciente solo ahora de esta sucesión de acontecimientos. En un principio, simplemente notaba como su tripa se hinchaba después de cada comida, dolor abdominal y estreñimiento, por lo que acudió a su médico de cabecera. El diagnóstico fue el habitual cajón de sastre en el que se incluyen estos síntomas: colon irritable, sin un tratamiento específico más allá de controlar la dieta y los hábitos.

Luque conocía la existencia del SIBO y sospechaba que podía padecerlo, por lo que comenzó una peregrinación por varios médicos privados hasta encontrar a alguien que le diera una solución. "En la sanidad pública ni me hicieron la prueba. Es muy difícil encontrar un especialista que sepa sobre microbiota y que sí que lo considere una patología y no algo normal", declara Luque. "Por fin di con un médico que sí que se interesó y me hizo las pruebas". Resultado positivo, oficialmente, tenía SIBO.

"Es muy difícil encontrar un especialista que sepa sobre microbiota y que sí que lo considere una patología y no algo normal"

Esta enfermedad es producida por un exceso de bacterias en el intestino delgado, lo que provoca alteraciones en la absorción de nutrientes, cambios en la permeabilidad intestinal e inflamación, debido a la fermentación de estas bacterias. Los pacientes padecen síntomas como distensión abdominal, flatulencias, diarrea o estreñimiento. En los últimos años, el SIBO ha pasado de ser un término estrictamente conocido en círculos médicos a convertirse en la “enfermedad de moda” que miles de personas manifiestan padecer a través de redes sociales como TikTok.

Algunas asociaciones médicas como la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen) o la Sociedad Española de Patología Digestiva (Sepd) han advertido en los últimos meses sobre un posible sobrediagnóstico del SIBO debido tanto a la similitud de sus síntomas con las intolerancias alimentarias como a la escasa fiabilidad de la prueba diagnóstica más habitual: el test del aliento. De esta forma, muchos pacientes estarían siendo, en opinión de estas sociedades, incorrectamente diagnosticados con SIBO y recibiendo un tratamiento inapropiado.

Luque, que recibió un tratamiento de antibióticos y una dieta restrictiva desde febrero, afirma haber notado una mejora, aunque no una remisión total de los síntomas que la atormentaban desde hace un año. "No estoy curada del todo, pero estoy muchísimo mejor", declara la enfermera. "Todavía estoy un poco estreñida y todavía sigo con esa inflación después de comer, pero no tan exagerada, porque antes era comer y literalmente parecía que estaba embarazada de cuatro meses. Ahora se me hincha un poco, me provoca a veces un poco de dolor o molestia, antes me impedía mi vida personal".

La vía por la sanidad privada

La difusión del conocimiento sobre la existencia de esta enfermedad está frustrando a muchos pacientes cuando su médico de cabecera rechaza hacerles la prueba diagnóstica a pesar de tener los síntomas habituales. La Seguridad Social es especialmente restrictiva a la hora de realizar una prueba que se considera que no es concluyente y, ante la negativa, muchos están optando por acudir a la sanidad privada o a laboratorios que realizan la prueba por un precio de en torno a 65 euros.

"Hay una necesidad social de explicar lo que vulgarmente llamamos trastornos funcionales digestivos, aquellas patologías de las que no se puede demostrar ninguna causa orgánica, como el síndrome del intestino irritable"

"Hay una necesidad social de explicar lo que vulgarmente llamamos trastornos funcionales digestivos, aquellas patologías de las que no se puede demostrar ninguna causa orgánica, como el síndrome del intestino irritable", declara el doctor José María Cucalón, médico rural de la Seguridad Social y miembro del grupo de trabajo de endocrinología y nutrición de la SEMG.

"El problema es que, al paciente que no sabía si creer o no que tenía una patología funcional, ha venido a complicarle el SIBO. De tal manera que es muy fácil para un paciente decir: 'Pues mira, tengo SIBO'. Y así ya se queda tranquilo, sin que haya un tratamiento avalado", añade el médico de atención primaria, que considera, sin género de dudas, que estamos ante un sobredimensionamiento del problema.

Diferente visión de la situación tienen otros profesionales de la salud, que sí consideran que el ruido en redes sociales sobre el SIBO responde a un aumento relevante de casos, que atribuyen fundamentalmente a cambios en los hábitos alimenticios y el estrés entre la población general en los últimos años. El Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana advirtió hace un par de semanas de que los casos "se mantendrán en el tiempo e incluso aumentarán debido a los hábitos de alimentación de la población y a la exposición a agentes externos".

"Se mantendrán en el tiempo e incluso aumentarán debido a los hábitos de alimentación de la población y a la exposición a agentes externos"

La gran duda es si la poco fiable prueba de aire espirado que está haciendo fundamentalmente la sanidad privada está sacando a la luz solo los casos que no se diagnosticaban antes de su aplicación o también muchos otros falsos positivos que estén sobredimensionando el problema.

"En la Seguridad Social no mandan la prueba porque no se quieren gastar el dinero, porque tiene un alto coste", declara Alicia Salido, dietista-nutricionista y cofundadora de la Unidad Andaluza de Trastornos Funcionales Digestivos de la clínica privada Xalud de Sevilla. "La prueba es la única que hay, no tiene un nivel de fiabilidad altísimo, pero es la única que hay. Yo creo que los síntomas de los pacientes están ahí, hay muchos casos mal diagnosticados y una desinformación tremenda de lo que es el trastorno funcional de lo que tiene que hacer el paciente, pero creo que los síntomas están y que los los pacientes lo tienen".

Antibióticos y dieta

Argumentos como el de la nutricionista Alicia Salido se cargan de razones teniendo en cuenta que, innegablemente, existen muchos pacientes a los que el tratamiento antibiótico contra el SIBO ha hecho desaparecer síntomas que arrastraban incluso desde hace años.

Carlos Frías, un funcionario de 30 años, llevaba años con los síntomas habituales: defecaciones irregulares, digestiones pesadas e hinchazón al comer. "Me tomaba dos botellines (de cerveza) y era como si me hubiese tomado seis u ocho. Era como, por así decirlo, si estuviese embarazado", declara Frías, que nunca había oído hablar del SIBO y simplemente había asumido sin acudir nunca a un médico.

Hace dos años, un amigo le mencionó en una conversación casual esta enfermedad, que empezaba a volverse conocida gracias a las redes sociales. Al tener el seguro privado por su condición de funcionario, nada más acudir al médico le hicieron todo un catálogo de pruebas que iban desde la del helicobacter pylori hasta la del SIBO, en la que dio positivo. Inmediatamente tras su diagnóstico, comenzó con un primer tratamiento de 15 días con antibiótico y una dieta sin lácteos, ni productos derivados con gluten, ni alimentos tan habituales en nuestra dieta como la cebolla o el ajo. Ninguna de las dos tuvo resultados y, tras un mes de intervalo, volvió a probar con otro tratamiento distinto que, esta vez sí, dio resultados.

"A los tres o cuatro días empecé a notar, sobre todo en ir al baño. Dices: 'Joder, vuelvo a hacer caca como una persona normal'", recuerda aliviado Frías, que a los 15 días de hacer el tratamiento dio negativo en la prueba y pudo volver a su dieta habitual.

—¿Dirías que ya estás 100% recuperado?

—"Por resultados estoy recuperado, yo lo noto en que estoy mucho mejor, aunque hay comidas que son un poco fuertes que tienen mezcla de muchas salsas que me sientan mal. El otro día me comí unas fajitas con los amigos y sí que noté un hinchazón bastante gordo".

Lucía Hernández, una psicóloga de 26 años, empezó a notar hinchazón en la boca del estómago, estreñimiento y diarrea y a tener problemas de acné inéditos para ella desde el pasado mes de enero. Su problema de desmayos, además, se acrecentó lo que le hizo acudir definitivamente a su médico de su seguro privado. "Él fue el que en un primer momento me dijo que tenía que ser algo digestivo y me hizo un montón de pruebas", declara Hernández, que dio positivo por SIBO y pidió cita con una endocrina que confirmó el diagnóstico.

Tras un tratamiento de tres meses, en el que la primera semana de cada mes toma antibiótico y las tres semanas siguientes toma probióticos ya está notando la mejoría: “En rasgos generales, lo que más ha mejorado es no tener nada de dolor a nivel gastrointestinal, hinchazón, de vez en cuando y estreñimiento igual, pero la piel también ha mejorado mucho y los desmayos”.

Las consecuencias de un mal diagnóstico

Un aumento de la detección está claramente permitiendo que muchos pacientes puedan ser adecuadamente tratados y que remitan sus síntomas. Sin embargo, si efectivamente se está produciendo un sobrediagnóstico como alertan las sociedades médicas, existe un riesgo también de que falsos positivos sean tratados como si tuvieran SIBO sin padecerlo.

"Las pruebas de diagnóstico son mucho más accesibles para la población. Entonces, en parte por eso se ha aumentado el diagnóstico. Ha existido desde hace muchos años, pero antes estaba más bien infradiagnosticada y ahora pareciera que estamos haciendo un sobrediagnóstico de la enfermedad", explica Verónica Martín, médico especialista en aparato digestivo del Hospital Universitario de la Princesa, en Madrid.

El test de aire aspirado es una prueba indirecta que mide la cantidad de aire exhalado tras administrar un sustrato fermentable, infiriendo la presencia de bacterias intestinales a partir de los gases producidos. Sin embargo, tiene una sensibilidad moderada -alrededor del 50%- y una especificidad del 70-80%, lo que puede llevar a falsos positivos y sobrediagnósticos.

Arturo Gil, un profesor de autoescuela de 30 años, comenzó con los síntomas habituales hace dos años y tuvo también que acudir a la sanidad privada para obtener un diagnóstico. Tras dar positivo en SIBO, comenzó un largo tratamiento durante seis meses con antibióticos y pronto notó la mejora. Todo parecía ir bien y el médico mandó una nueva prueba para confirmar su recuperación que, sorprendentemente, volvió a salir positiva. "Ya no tenía ningún síntoma aunque dio positivo. Me hicieron una revisión en seis meses y, como sigo así estando bien, pues ya está", explica Gil que oficialmente sigue siendo positivo en SIBO sin tener ya ningún síntoma.

"Ya no tenía ningún síntoma aunque dio positivo. Me hicieron una revisión en seis meses y, como sigo así estando bien, pues ya está"

El tratamiento suele incluir antibióticos para reducir la carga bacteriana, pero la doctora Martín señala que muchos pacientes ya han recibido múltiples ciclos de antibióticos y pueden tener diagnósticos erróneos. Aunque los antibióticos pueden ofrecer alivio temporal, no abordan los factores predisponentes como malos hábitos dietéticos. Además, defiende la médico, el uso prolongado de antibióticos puede causar resistencias y alterar la microbiota intestinal. Todo ello son los riesgos derivados de un mal diagnóstico.

"Los antibióticos pueden ser indicados para la distensión abdominal inespecífica y, si son no agresivos, pueden reducir la carga bacteriana sin alterar completamente la microbiota", declara Martín. "Sin embargo, si no se abordan los factores predisponentes, como malos hábitos dietéticos o estreñimiento, los síntomas pueden regresar. Además, el uso prolongado de antibióticos agresivos puede causar resistencias bacterianas y efectos secundarios sistémicos, así como alteraciones innecesarias en la microbiota".

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