¿Es seguro chupar las cabezas de las gambas o langostinos? Una experta lo aclara

Deleitarse con un plato de marisco está ligado en España a un ritual que no entiende de protocolos ni etiquetas: chupar cabezas y patas del crustáceo o molusco en cuestión, y de paso saborear los dedos. Un placer con al menos una fecha fija en el calendario, la Navidad, momento en el que, por otro lado, la compra de este alimento se vuelve un tanto complicada. Además de la frescura y el precio, es importante que se identifique la presencia o no de sulfitos para que nada nos arruine el manjar.

Este es un tema que se ha tratado en varias ocasiones, como en el programa Equipo de Investigación de La Sexta, donde ponían de manifiesto que la identificación correcta de los sulfitos sigue siendo una asignatura pendiente para una parte de comerciantes. En concreto, de cuatro langostinos de diferente procedencia analizados en un laboratorio, uno de ellos, el procedente de Ecuador, sobrepasaba el límite permitido.

En el caso del langostino, la cantidad de sulfito tiene que ser inferior a 150 miligramos por kilo. En el análisis realizado por el programa esto se cumple en tres de los cuatro casos e incluso en uno de ellos, procedente de Vietnam, no hay ni rastro de estas sales derivadas del azufre. Estas cantidades límite se determinan en función de la especie de cefalópodo o crustáceo, si bien en ningún caso deben superar los 300 miligramos por kilo.

Al parecer, la mayor parte del langostino consumido en España tiene sulfitos aunque cumple con la normativa. Por otra parte, desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) indican que en sus propios análisis el porcentaje sobre incumplimiento ha mejorado progresivamente.

¿Qué riesgo supone para la salud?

Una vez capturados, gambas y langostinos presentan de forma natural melanosis: una reacción enzimática que oscurece sus cabezas y la parte superior del abdomen. Aquí entran en juego los sulfitos: para que no pierdan sus tonos rojizos/rosáceos y atraigan así la atención de la clientela, son tratados con este conservante.

Teniendo en cuenta que, dentro de los límites, la mayor parte de estos crustáceos pasan por este proceso, es importante que se comunique a la hora de venderlo. Según la técnica de laboratorio que participa en el reportaje de La Sexta, las personas sensibles a este alérgeno se exponen a afecciones dermatológicas e incluso crisis respiratorias.

Más allá de los sulfitos, desde la OCU alertan de la necesidad de fijarse en la anatomía del animal a la hora de comprarlo: la cabeza, el abdomen y la cola deben estar firmemente unidos entre sí. En el caso de que sea producto importado, la etiqueta deberá reflejar la procedencia y aclarar si ha sido descongelado.

El producto nacional puede costar 50 euros más

El marisco nacional, capturado en el Atlántico o el Mediterráneo, es el más caro que nos encontramos en lonjas y mercados. Según la OCU, puede llegar a costar el doble que el importado, procedente en su mayoría del Pacífico o el Índico.

Según han explicado a La Sexta desde una cofradía gaditana, este año el langostino español se ha encarecido también por la presencia del cangrejo azul, especie invasora que ha reducido su población en los últimos años. Esto se traduce en diferencias de precio de hasta 50 euros entre el producto nacional y el importado.

Referencias

OCU (2019, 12 de diciembre). Mariscos y crustáceos: comprar y degustar. https://www.ocu.org/alimentacion/carnes-pescados/informe/mariscos-y-crustaceos-comprar-y-degustar

¿Quieres recibir los mejores contenidos para cuidar tu salud y sentirte bien? Apúntate gratis a nuestra nueva newsletter.

Zircon - This is a contributing Drupal Theme
Design by WeebPal.