Las elecciones en los países de la Unión Europea últimamente son propensas a las grandes sorpresas. No quiso Rumanía ser una excepción a la nueva regla este domingo, con la victoria contra todo pronóstico -en la primera vuelta- del candidato radical e independiente Calin Georgescu. Este prorruso, hombre anti UE y anti OTAN de ultraderecha alcanzó el 23% de los votos y acabó por delante de la periodista conservadora Elena Lasconi, con quien se verá las caras en la segunda vuelta de los comicios. Unas elecciones de las que ya queda descolgado el candidato liberal el actual primer ministro socialdemócrata Marcel Ciolacu.
Lasconi y Ciolacu, que partían como los dos grandes favoritos, se abonaron a las campañas tradicionales, todo lo contrario que Georgescu, ajeno a las dinámicas electorales típicas, que apenas ha tenido presencia en medios y ha huido de grandes mítines. Y le ha salido bien la jugada. Los sondeos, de hecho, solo le daban un 8% de los apoyos, pero el salto ha sido enorme. El candidato quiere romper con todo, como dejó claro en muchas de sus declaraciones. "Este voto es para los agraviados, para los humillados, para los que sienten que no cuentan, ¡y ellos son los que realmente cuentan! El voto es una oración por nuestro pueblo", sentenció en su cierre.
La nueva 'estrella' de la política rumana lo ha fiado todo a las redes sociales. Su cuenta de TikTok se disparó en las últimas semanas, y fue ahí donde este especialista en desarrollo sostenible que fue secretario general de la Asociación Rumana del Club de Roma y Relator de la ONU ha colocado mejor que nadie su mensaje. Durante todo este tiempo, además, ha sido acusado de antisemitismo y ha defendido en algunos discursos la dictadura que vivió Rumanía durante décadas.
"El pueblo rumano gritó esta noche, paz, y lo hizo muy fuerte", sostuvo Georgescu en la noche electoral, mientras el resto de candidatos guardaron más silencio a la espera de lo que suceda en la segunda vuelta, prevista para el 8 de diciembre. Todo es cautela ahora en Rumanía, país per se inestable políticamente pero que ha tenido en los últimos años como presidente a Klaus Iohannis, una de las voces más firmes de Occidente contra Rusia y a favor de Ucrania desde el inicio de la invasión. Es más, se postuló a ser el nuevo secretario general de la OTAN, aunque se acabó imponiendo Mark Rutte.
El éxito de Georgescu es sorprendente, pero su nombre no es nuevo. En 2020, cuando aún formaba parte del partido de derecha radical AUR, fue propuesto para ser primer ministro, pero no logró los apoyos suficientes. Tiempo después, fue expulsado de la formación por sus posiciones demasiado extremistas, igual que la actual eurodiputada Diana Sosoaca, conocida en Bruselas por haber pedido "expulsar al demonio" del Parlamento Europeo. Lo hizo en medio del primer pleno de la legislatura en Estrasburgo y tuvo que ser invitada a salir del Hemiciclo entre la sorpresa del resto de presentes.
"Alimentos, Agua, Energía", ha sido su lema electoral. Simple y directo, con una apuesta clara por la "autosuficiencia" de Rumanía "frente a las dependencias" que considera que provocan tanto la UE como la OTAN. Además, Georgescu ha sido elogiado en repetidas ocasiones por los medios estatales rusos; en este sentido, apela a los "olvidados por el sistema" mientras el país acaba de confirmar por ejemplo su entrada al espacio Schengen, pero se mantiene como uno de los Estados miembros más pobres, junto a Bulgaria.
La brecha en Rumanía es importante entre las ciudades y las zonas rurales, tanto a nivel social y de progreso como a nivel ideológico. La falta de infraestructura es notoria entre las urbes más importantes y los pueblos, algunos de los cuales lo fían todo a las inversiones estatales que, para muchos ciudadanos, no son suficientes teniendo en cuenta los altos niveles de corrupción que se da, explican, entre los políticos tradicionales. Esa división es la que aprovecha Georgescu para colocar su discurso más allá de Bucarest, Timisoara, Brasov o Cluj.
En esos puntos, han convivido no solo durante las últimas semanas, sino también desde el verano, mensajes electorales con presencia mayoritaria de Ciolacu, y sobre todo de Lasconi, la opción preferida de las clases medias en un país que nunca ha encontrado del todo la estabilidad parlamentaria (aunque a nivel presidencial Iohannis sí ha tenido esa firmeza). El tercero con cierto volumen mediático fue George Simion, el candidato precisamente de AUR, considerado muy radical pero "dentro del sistema", todo lo contrario que Georgescu, que ni siquiera era mencionado por buena parte de los ciudadanos de las urbes principales durante la precampaña.
Rumanía es otro de los países en el foco de Rusia en la clave de la invasión de Ucrania, con quien comparte frontera. Durante los últimos dos años se ha convertido en un país relevante, como todos los de Europa del Este, en el apoyo a Kiev, pero una victoria de Georgescu en la segunda vuelta de las elecciones podría cambiar por completo las tornas. Los votantes apuestan por la derecha, porque la alternativa es una Lasconi que lleva la etiqueta de conservadora tradicional, pero alejada de extremismos... todo lo contrario que un independiente 'tiktokero' y "antitodo".