Nueve de cada diez jóvenes comparten piso al emanciparse y cuatro dedican más del 40% de sus ingresos a pagar la vivienda

Los jóvenes se encuentran entre los más afectados por las dificultades para acceder a una vivienda. Solo el 14,8% de los menores de 30 años logran emanciparse. En esa minoría pone el foco un informe presentado este jueves por el Consejo de la Juventud de España (CJE) que, bajo el título Un problema como una casa, apunta a que entre los pocos que sí consiguen independizarse, nueve de cada diez lo hacen compartiendo piso y, aún así, cuatro de cada diez destinan más del 40% de sus ingresos a pagar el piso.

El paso de irse de casa de sus padres no solo supone para la mayoría de los jóvenes compartir piso, sino hacerlo con varias personas. El 48,7% conviven entre tres o más y el 16% con desconocidos. "Cuando hablamos de compartir vivienda, muchas veces pensamos en una opción de convivencia, pero para la juventud es en muchos casos una opción forzada", explica la presidenta del CJE, Andrea González Henry, recalcando que "los espacios compartidos no siempre garantizan la dignidad y la calidad de vida de los jóvenes". "No es emanciparse, es sobrevivir y no puede ser la norma para nuestra generación", reivindica, advirtiendo de que "la precariedad habitacional tiene consecuencias que trascienden lo material, afectan al bienestar y a la salud mental".

Esta opción es la única posible para muchos jóvenes. Más de un tercio de los menores de 30 años cobra menos de 1.000 euros al mes, unos ingresos de los que una buena parte se dedica a pagar el piso. Según el estudio, el precio medio de las viviendas habitadas por menores de 30 años se sitúa en 755,5 euros, aunque el importe medio pagado por cabeza es de 466,7 euros, ya que el monto total es habitualmente compartida entre varios.

Aun así, para el 43,4% de los jóvenes emancipados el gasto en vivienda supone más del 40% de sus ingresos mensuales, un umbral a partir del cual se considera que el esfuerzo económico es excesivo. Incluso entre los jóvenes de mayor edad el sobreesfuerzo es significativo: el 32,6% de los que tienen entre 27 y 30 años se encuentran en esta situación. Además, el pago de la vivienda ahoga especialmente a quienes viven de alquiler, que son la mayoría. Para casi la mitad de los jóvenes inquilinos, la renta mensual se 'come' más del 40% de sus ingresos, frente a un 22,5% de jóvenes propietarios que se encuentran en esta situación.

Estos niveles de sobreesfuerzo limitan la capacidad de ahorro de los jóvenes independizados. Tres de cada cuatro son capaces de ahorrar menos de 300 euros al mes y cuatro de cada diez, menos de 100. Este escaso 'colchón' hace que para la mayoría comprar una vivienda sea prácticamente inaccesible. De hecho, el 69,8% de los jóvenes que logran emanciparse viven de alquiler, frente a apenas un 25,6% que compra un piso.

En el acceso a una vivienda en propiedad juega un papel fundamental el contexto socioeconómico. Según el informe del CJE -elaborado a partir de una encuesta a 1.500 personas de entre 18 y 30 años-, el 43,1% de los jóvenes emancipados con casa en propiedad necesitaron ayuda de la familia para pagar la entrada. "Hay una profunda desigualdad intergeneracional, pero también intrageneracional dentro de los propios jóvenes. La clase social juega un papel fundamental", subraya Manuel Mejías, técnico de investigación del CJE y coordinador del informe junto a Rubén Díaz.

Además, el estudio apunta a una gran inestabilidad residencial entre los jóvenes —el 54% de los menores de 30 años emancipados ha vivido en más de dos pisos desde que se marchó de casa de sus padres— y a crecientes dificultades para encontrar un techo. De media cada joven visita 3,6 viviendas antes de conseguir alquilar e incluso uno de cada cuatro inquilinos visita más de cuatro. Además, casi la mitad tienen que pagar dos o más meses de fianza. "Los jóvenes que se emancipan lo hacen en condiciones muy precarias", destaca Mejías, que recuerda que el desarrollo de los jóvenes de hoy en día ha estado marcado por "una concatenación de sucesivas crisis", desde la gran recesión de 2008 hasta la actual crisis habitacional, pasando por la pandemia y la posterior crisis inflacionaria tras la invasión rusa de Ucrania.

"Estamos en una situación límite de cara a nuestro propio desarrollo", coincide Javier Muñoz, secretario del CJE. "No es ya que sea casi imposible acceder a una vivienda, sino que es que, una vez nos emancipamos, tenemos que enfrentarnos a precios del alquiler desorbitados, nos vemos obligados a compartir piso y salimos a un mercado del alquiler donde estamos en una posición de debilidad absoluta", resume. "Sobrevivimos en un presente precario a coste de no poder plantearnos un proyecto de futuro", añade, pidiendo a las administraciones públicas que trabajen juntas para buscar soluciones y garantizar el derecho de los jóvenes a una vivienda digna.

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