La nueva y polémica vía para subir al Everest en 7 días: cuesta 150.000 euros y puede poner patas arriba el alpinismo

Una agencia de himalayismo comercial austríaca, liderada por el guía Lukas Furtenbach, planea durante la próxima temporada la opción de ofrecer a unos clientes ingleses una terapia de inhalación del gas xenón antes de la subida a la cima del Everest, para ahorrarles el proceso de aclimatación y poder hacer un planteamiento de expedición de una sola semana de duración, según publicó el Financial Times el pasado 10 de enero.

El gas xenón aumenta la producción de la eritropoyetina (EPO), una hormona producida principalmente por los riñones que regula los glóbulos rojos en la sangre. Esta hormona les ordena a las células madre de la médula ósea producir más glóbulos rojos cuando el nivel de oxígeno en la sangre está bajo.

Según este plan nuevo de hacer una terapia de xenón de media hora, antes de dirigirse a la montaña más alta del mundo (8.848m) donde el oxígeno escasea, se ahorraría todo el tiempo que requeriría una aclimatación natural, que normalmente duraría unas tres semanas incluyendo varias rotaciones a altura.

Según lo planteado por el guía austríaco, la sesión de xenón haría posible organizar una expedición muy rápida, de tan sólo una semana de duración. Para clientes con pocos días de vacaciones, les vendría genial.

Una ascensión relámpago

El plan podría ser el siguiente: cuando hubiera una buena ventana de tiempo en el Everest, el cliente cogería el avión y – literalmente- iría volando hasta Katmandú, la capital de Nepal. Desde el aeropuerto de Katmandú se dirigiría a un hospital donde le administrarían gas xenón, y después de esto un helicóptero lo llevaría al campamento base del Everest donde, nada más llegar, el cliente empezaría la ascensión por la ruta normal, con la ayuda de las cuerdas fijas, con oxígeno suplementario, acompañado por sherpas, y sin la necesidad de tener que hacer rotaciones de aclimatación previas para acometer la ascensión hasta la cima.

En tres días ya podría hacer cumbre en el Everest. Tras descender, de nuevo se dirigiría al aeropuerto para coger el avión de vuelta, y antes de que se cumpliera una semana desde su partida, estaría de vuelta en casa. Este modelo de ascensión costaría unos 150.000 euros.

Técnicamente legal

A pesar de que el dopaje con xenón desde hace once años está incluida en la larga lista de sustancias prohibidas de los deportes regulados por parte de la Agencia Mundial de Antidopaje (AMA), en el alpinismo a gran altura el uso de sustancias de dopaje está práctica y tácitamente permitido, al no ser un deporte regulado y, por lo tanto, carecer de controles antidopaje. El uso del gas xenón sería simplemente otro nivel más en lo que respecta los medios que facilitan la subida de gente sin la preparación adecuada.

El uso del dopaje no es nada nuevo en los picos más altos del mundo, empezando por el uso de oxígeno suplementario, pasando por otros ’facilitadores’, aunque de lo último no se haya hablado abiertamente y no podemos constatarlo como algo demostrado de facto. Por supuesto, no todos usan dopaje, y en el himalayismo es una cuestión de ética y de decisión personal, por lo tanto, no es denunciable, aunque sí, invita a plantear debate.

Según observaciones de la literatura especializada actual, de la que se ha hecho eco la Comisión Médica de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA), sí es cierto que existe evidencia de que incluso una sola inhalación de xenón puede aumentar la liberación de eritropoyetina. Sin embargo, los efectos sobre el rendimiento en la montaña alta no están claros.

La aclimatación es un proceso complejo que afecta a diferentes órganos del cuerpo humano, como el cerebro, los pulmones, el corazón, los riñones y la sangre en distintos grados. Por eso, varios médicos especialistas opinan que una única medida – como el uso del xenón – no puede ser clave para una mejor aclimatación o un mayor rendimiento, porque los cambios fisiológicos tardan días o semanas en influir en el organismo.

El xenón es un gas anestésico y por tanto, un medicamento con los correspondientes efectos secundarios y riesgos para la salud. Como apuntan los especialistas, desde el punto de vista médico se debería rechazar el uso del xenón fuera de lo indicado sin una base científica y con riesgos para la salud desconocidos, por lo que se recomienda el proceso tradicional de una aclimatación natural y tradicional en alta montaña.

Sin embargo, Furtenbach comenta en el Financial Times, que el xenón ya se había probado en algunas montañas, con resultado positivo para el rendimiento.

Turismo de altura

El uso de dopaje en el himalayismo – lamentablemente- da una imagen global negativa sobre el alpinismo que realmente no merece, porque el alpinismo (real) no tiene nada que ver con el turismo de altura. Sin embargo, la separación de conceptos sigue sin ser evidente para la gran mayoría de la gente al leer sobre las expediciones a ochomiles en nuestros tiempos ’modernos’. Hoy en día, debido a la masificación en los ’ochomiles’ ( en primer lugar, en el Everest, pero también en otros), cada cliente comercial va acompañado generalmente por dos sherpas, que le llevan la mochila y hasta la botella de agua, y usa oxígeno suplementario que de por sí, es dopaje también.

Pero la ampliación de posibles facilitadores de rendimiento, también podría afectar la credibilidad de escaladores profesionales de velocidad, porque esto podría plantear la duda respecto a la validez de los tiempos récords de ascensión, en caso de que/si el deportista usara xénon.

Las ventajas de la medida

Furtenbach insiste en que pasar menos tiempo en el Everest, aumenta la seguridad del alpinista al estar menos expuesto a los peligros inherentes a la alta montaña.

Es cierto que los clientes no tendrían que hacer rotaciones de aclimatación en altura, teniendo que pasar por la peligrosa cascada de hielo de Khumbu varias veces que encuentra al inicio de la ruta normal del Everest.

No olvidemos que el Everest es el basurero y cementerio más alto del planeta, con una contaminación alta debido a la masificación y la suciedad que dejan los cientos de personas que lo visitan en cada primavera.

Podríamos pensar que con el uso del xenón, al menos algunos estarán menos tiempo en la montaña, y por ende, harán un impacto negativo menor en el medio ambiente. Sin embargo, también podríamos pensar que la posibilidad de hacer una expedición de una duración de tan sólo una semana, conllevaría también la posibilidad de organizar varios grupos de ’xenón-exprés’ dentro de la misma temporada, cosa que aumentaría el número de personas en la montaña, y beneficiaría en gran medida a las agencias de viajes que organizan ascensiones a ochomiles. Es cuestión de dinero.

De todos modos, la temporada en el Everest empezará en tres meses, y veremos si se lleva a cabo el nuevo plan y cómo será el resultado.

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