Tenemos a un presidente de gobierno que es un mentiroso compulsivo. Lo hace por costumbre. No es una opinión, ¡ojalá lo fuera!, no, es un hecho probado.
Es verdad que en política no suele decirse la verdad del todo y a veces se miente. Pero me cuesta encontrar a un presidente del gobierno de España, desde la restauración democrática, que base su estrategia de permanecer en el poder en la mentira sistemática.
Sí, Pedro Sánchez miente. Es su forma de ser. Miente permanentemente. Y si tienes al "1" mintiendo día y noche, ¿qué van a hacer los demás?
Pilar Alegría, ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y portavoz del Gobierno, sigue a pies juntillas lo que le enseña su "1": mentir.
Lo hace sonriendo, con total y absoluta normalidad.
En el PSOE sanchista hay la creencia que el Partido Popular no podrá arrebatarles el poder porque los conservadores hoy solo pueden pactar con la ultraderecha y aun así no llegan a los 178 diputados. Da igual lo que Sánchez ceda a sus socios. Da absolutamente igual. Resistir es su objetivo y lo hacen.
Lo único que puede estropear la estrategia sanchista es la Justicia. Las supuestas irregularidades de su mujer, de su hermano y del hace muy poco su escudero más fiel ensombrece esa estrategia.
Hoy en día, Pedro Sánchez todavía no ha respondido preguntas clave sobre las actividades de su mujer. Su estrategia, cuando oye algo relacionado con su esposa, se basa en que todo es un bulo producido por la "máquina del fango", es decir, por la derecha y la ultraderecha. Nada más.
Lo más terrible de esta situación es que los que deberían dedicar todos sus esfuerzos en gobernar están más pendientes de hasta qué punto van a tirar de la manta los que han cometido fechorías. Un auténtico despropósito que nos afecta a todos, porque el mundo gira muy deprisa y España es cada día más insignificante. Solo sabe ofrecer mentiras y griterío.