Tras la caída del régimen de Bachar al Asad, los rebeldes sirios se dirigieron este lunes a la infame prisión de Saydnaya, calificada como "el matadero humano" de Siria. El objetivo era liberar a los prisioneros que cumplían condena por oposición a la dictadura y tratar de dar con el máximo número de supervivientes en una cárcel en la que la Asociación de Detenidos y Desaparecidos en la Prisión de Saydnaya calcula que han muerto 30.000 personas entre 2011 y 2018.
En los vídeos que los propios rebeldes han grabado de la liberación de prisión se muestran las condiciones infernales en las que vivían los prisioneros, entre los que se encontraban niños que habían nacido entre rejas a consecuencia de las violaciones a las que eran sometidas las mujeres internas.
Celdas subterráneas (a las que los insurgentes han tenido que acceder haciendo agujeros en el suelo), máquinas de tortura (como una prensa humana, que llaman la "machacadora de huesos"), crematorios y sogas ensangrentadas son algunos de los elementos que han quedado al descubierto.
Muchos de los presos que han sido hallados en unas condiciones lamentables, en situación de hacinamiento y rodeados de excrementos. Varios, además, presentaban claras secuelas psicológicas y neurológicas a causa de las torturas a las que han sido sometidos y el régimen de internamiento inhumano al que han tenido que enfrentarse.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, los equipos de rescate encontraron este lunes los cuerpos de entre 40 y 50 personas asesinadas "bajo brutales torturas".
Durante años, multitud de ONG han denunciado las prácticas de la cárcel. Amnistía Internacional documentó "que la desaparición forzada, la tortura y otros malos tratos han dado lugar a muertes bajo custodia, y donde las ejecuciones extrajudiciales tras simulacros de juicio eran práctica habitual".
Según denuncia, los presos conocían la condena solo minutos antes de su ahorcamiento. Engañados con un supuesto traslado a una prisión civil, eran recogidos en sus celdas por la tarde y llevados a otra celda del sótano, donde recibían brutales palizas durante horas.