El Gobierno de Barnier cae en menos de tres meses tras perder la moción de censura: Francia vuelve al caos

Francia vuelve a la incertidumbre solo tres meses después de (más o menos) salir de ella. Todo fue un espejismo. Este miércoles el Gobierno ha perdido la moción de censura presentada en la Asamblea Nacional por el Nuevo Frente Popular (NFP) y apoyada por la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen, tal como se había anunciado estos días. De este modo, el Ejecutivo de Michel Barnier se ha convertido en el más corto de la V República: no ha llegado a cumplir ni cien días y el país se sume de nuevo en el caos político.

La votación concluyó con 331 votos a favor de la moción, sin sorpresas respecto a lo anunciado por los partidos políticos en las jornadas precedentes. Además, Barnier se convierte en el primer líder del Ejecutivo que cae en una moción de censura desde George Pompidou, que lo hizo en 1962.

El Ejecutivo, que ya se aprobó con muchas dudas el pasado verano y apoyado en la ultraderecha, ha caído después de que Barnier aprobara el pasado lunes el Presupuesto de Seguridad Social por decreto, a través del artículo 49.3 de la Constitución, y saltándose al Parlamento. No tenía apoyos para una votación, incluso pese a ceder ante RN en temas como la energía o las pensiones. Ese paso motivo que el NFP, fuerza mayoritaria de la Asamblea, presentase una moción de censura, a la que ha sumado los votos del partido de Le Pen. "He venido para vivir este momento, que es especial y es histórico", sostuvo sobre el debate Jean Luc Melénchon, líder de Francia Insumisa, a su llegada al Parlamento pese a no ser diputado.

Antes de los votos se produjo un acalorado debate entre los diputados ante la mirada del propio Barnier, que fue el último en intervenir para elevar la labor de su efímero Gobierno. Tuvo que pedir "respeto" ante los abucheos que recibió al inicio de su discurso, y apuntó que ha "escuchado, respetado y dialogado" durante estos días, haciendo "concesiones" a los distintos partidos políticos en temas como "las pensiones, la reducción de las cargas, el reembolso de los medicamentos".

Ya de salida, el primer ministro esgrimió que la moción "lo hace todo mucho más difícil" para la nación. "Quiero invitarles a sopesar las consecuencias de este voto", repitió ante los diputados. "Nunca sacrifiquen el futuro por el presente, como dijo Pierre Mendès-France. Yo también les recomiendo que, cuando voten, tengan presente esta frase y esta recomendación. Todos sabemos que las consecuencias van mucho más allá de lo que contiene este proyecto de ley", terminó.

Nunca sacrifiquen el futuro por el presente

Desde la tribuna, Barnier miró a Marine Le Pen. "Señora Le Pen, no tenemos la misma idea de la soberanía, ni del patriotismo", le dijo. El veterano dirigente tuvo más críticas que aplausos mientras hablaba, en una foto que era ni más ni menos que la previa del resultado final. Con voz poco firme, de hecho, Barnier insistió en que la situación no va de un Gobierno o de otro, sino de Francia "en su conjunto". Fue, de hecho, un discurso de despedida. "Cada uno es responsable de los demás. Todo el mundo es el único responsable. Todo el mundo es el único responsable de todo el mundo", comentó un Barnier, para quien ha sido, dijo, "un honor haber servido a Francia y a los franceses".

La moción de censura que salió adelante, la registrada por el NFP, fue defendida por Eric Coquerel, de la Francia Insumisa. "Vuestro fracaso estaba anunciado, y ha sido amargo", le dijo al que todavía era en ese momento primer ministro galo. "Habéis demostrado que los únicos compromisos dispuestos a admitir eran los negociados con vosotros mismos. Peor aún, finalmente habéis intentado compromisos pero con la extrema derecha. Esta Agrupación Nacional que ustedes han favorecido viola el aluvión republicano que se expresó el pasado mes de julio. Este compromiso no evitará vuestra caída", sentenció Coquerel.

Por su parte, Marine Le Pen, que sostuvo al Ejecutivo en este corto periodo de tiempo, también señaló directamente la "falta de diálogo" de Barnier en todo momento. En ese punto, acusó al gabinete de ser pura performance. "Es el momento de la verdad", expuso desde la tribuna, con la caída "de un Gobierno efímero, de circunstancias y de apariencias", con un dedo puesto implícitamente también en la figura del presidente Emmanuel Macron, al que RN acusa de "no entender las necesidades" de los franceses.

La jefa de la derecha radical francesa fue más allá a la hora de defender su veto a Barnier. "La política de los peores sería no censurar semejante presupuesto, semejante Gobierno, semejante colapso", dijo, antes de hacer su propio diagnóstico: "Debemos la disolución a la profunda y antigua fractura entre la voluntad del pueblo y la acción de sus dirigentes. La censura es la consecuencia del chantaje de su propia minoría, que le ha impedido encontrar vías para llegar a la oposición, que es el fundamento mismo de la democracia", añadió, de nuevo poniendo el énfasis en lo que a su modo de ver ha sido una nula capacidad negociadora del Ejecutivo.

Pese a culpar también a Macron, Le Pen se suma a la moción de censura, pero no habla de destituir al presidente, algo que sí ha puesto con la boca pequeña sobre la mesa Francia Insumisa. "Tengo demasiado respeto por el cargo supremo, demasiada deferencia hacia nuestras instituciones como para participar en ninguna iniciativa parlamentaria que pida la destitución", expresó, antes de añadir que es el propio presidente el que tiene que decidir "si poner por delante a Francia o a su orgullo".

Esta es la caída de un Gobierno efímero, de circunstancias y de apariencias

Precisamente desde el ala macronista llegó la casi única red de Michel Barnier. Su predecesor en el cargo, Gabriel Attal, puso un tono tranquilo a una sesión bronca por momentos. Eso sí, lamentó que la moción haya llegado en un momento en el que Francia "necesita un Gobierno estable" dada la coyuntura internacional. "La verdad es que la adopción de esta moción de censura solo trae perdedores: las clases medias, los que tienen medios modestos, los trabajadores", desarrolló, al tiempo que recordaba que los ciudadanos "piden más acción y menos ruido" y reclaman a los políticos "callar cuando no tenemos nada que decir y actuar cuando tenemos la oportunidad de hacerlo". En ese escenario, Attal considera que ahora mismo "la política francesa está enferma".

La amalgama de partidos apadrinada por el presidente de la República acusó de "cinismo" a las formaciones de la oposición. Marc Fesneau ha afeado a los diputados que votaron a favor de la moción sus posiciones. "El pueblo francés nos ha pedido que nos alejemos de las contingencias políticas y partidistas para trabajar juntos en lo esencial y a su servicio. Esa es la opción que hemos tomado, con el máximo rigor y lealtad. Es evidente que algunos han preferido la opción fácil del cinismo y el sectarismo", resumió: "Han optado por el desorden y eso debilita al Parlamento".

El otro apoyo del primer ministro saliente fue su propio partido, Los Republicanos, con una voz minoritaria en el Parlamento. "Pretendéis insultaros unos a otros y os disponéis a votar juntos para hacer caer un Gobierno", les dijo su portavoz Laurent Wauquiez tanto a la izquierda como a Agrupación Nacional, a los que acusó de "elegir el caos en lugar de la estabilidad" con la moción de censura. Otros respaldos de Barnier como Charles de Courson apuntaron que la moción supone "agravar la crisis democrática".

La 'pinza' de la izquierda con la ultraderecha

Boris Vallaud, del Partido Socialista, afeó a Barnier que "decida hablar primero con la extrema derecha en lugar de hacerlo con la izquierda". Ahí ha estado para ellos el gran error de este Gobierno, además de no dar prioridad "a las necesidades de los trabajadores" a la hora de adoptar las medidas económicas necesarias. Vallaud, asimismo, fue muy crítico con Marine Le Pen por ser un sostén fallido precisamente de este Ejecutivo. Y volvió a mirar al primer ministro: "La mayoría de compromiso que ustedes querían se ha convertido en un Gobierno siniestro en connivencia con la extrema derecha, que ustedes están sufriendo y que ahora está acabando con ustedes".

Cyrielle Chatelai, la presidenta del grupo parlamentario de los Ecologistas, aseguró por su parte que "solo la izquierda tiene la valentía necesaria para llevar adelante la política presupuestaria" que necesita Francia en estos momentos. "¿Preferís seguir recortando con la extrema derecha o queréis un plan para los hospitales públicos? ¿Preferirían noticias falsas o medidas contra la concentración de los medios de comunicación? ¿Prefieren que se socave el Estado de Derecho o la policía de proximidad?", se cuestionó, sentenciando de nuevo que ellos saben "cómo construir las mayorías necesarias" para gobernar. Algo que no ha sabido hacer Barnier en el poco tiempo que ha estado en el cargo.

Con esta caída del Gobierno, Francia vuelve a pisar terreno pantanoso. Es un regreso a la casilla de salida en la que Macron tendrá que buscar otro nombre que consiga, quién sabe, lo que no ha logrado en menos de tres meses Michel Barnier: gobernar el país de la ausencia de mayorías. Nadie suma y la izquierda espera ahora que salga de ellos el nombre que guste al presidente. Son la fuerza mayoritaria en la Asamblea Nacional, pero en las quinielas del Elíseo no parecen ir por ahí los números. Emmanuel Macron vuelve a tirar de agenda en su momento más bajo y en el momento quizá también más complicado de la historia política reciente del país galo.

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