El daño que Iñigo Errejón está causando a la izquierda política española es descomunal. Como también resulta inmensa, es necesario recordarlo, la historia de lucha feminista en las fuerzas progresistas que hoy se ven señaladas por el infamante comportamiento de uno de sus más destacados dirigentes.
Por eso suena tan doloroso escuchar las disculpas de Yolanda Díaz o Mónica García, tan indignadas como tardías. Por eso, el desconcierto y desánimo que se extiende entre sus votantes ante los dardos cruzados que se lanzan sobre quién supo, quién vio o quién calló.
El feminismo y sus históricos debates siempre han tenido cobijo en las izquierdas, tan habituadas, también, a las disputas y divisiones. Sus militantes y electores suelen exigir mucho y cobrar caro las contradicciones y los revisionismos. Pese a todo, la emancipación femenina ha caminado habitualmente a su lado empujando leyes y conquistas que solo gobiernos de izquierda llevaron al BOE. Desde la ley del divorcio hasta la del aborto, la de paridad o la de violencia de genero.
"Si el caso Errejón se pretende soslayar con simples comunicados o ruedas de prensa la herida se hará incurable"
Resulta por ello crucial el camino que tomen Sumar y Más Madrid para enmendar, no ya lo irreparable, sobre todo para las víctimas, sino, al menos, esa confianza destrozada en los espacios políticos que las mujeres han sentido tantas veces cómplices con su causa.
Hoy, pese al aumento del consenso social en torno a la igualdad, el negacionismo de la violencia machista ha encontrado hueco y altavoz en nuestras instituciones de la mano de Vox, y estadísticas e informes recientes nos alertan de que la banalización de ciertas agresiones o del control de la pareja crece entre jóvenes y adolescentes. Si el caso Errejón se pretende soslayar con simples comunicados o ruedas de prensa la herida se hará incurable.
Yolanda Díaz se enfrenta, quizá, a su reto más difícil desde que decidió construir un nuevo proyecto político con base en su único liderazgo. Ya no está en juego solo el futuro particular de un dirigente sino el de las alianzas entre el feminismo y la izquierda y puede que el de todo un gobierno.