Desde el test positivo de embarazo, una mujer, automáticamente, sentirá muchas emociones a la vez: ilusión, dudas, sorpresa, felicidad, inseguridad... Y sí, también miedo. ¿Hay alguna embarazada en todo el mundo que no haya vivido su embarazo y la llegada de su parto con una buena dosis de miedo y preocupación? Quizás la naturaleza universal del acontecimiento nos da la pista: que el embarazo es un suceso tan significativo para nosotras que vivirlo con miedo es normal, que cumple su función y que además es necesario.
Lo digo porque últimamente solo veo contenido relacionado con la única opción de transitar un embarazo y un parto en armonía, sin temores, con empoderamiento, calma y confianza, suprimiendo la incertidumbre, el miedo y la ansiedad.
Algo imposible e impensable, por lo que si no lo consigues solo te generará frustración, culpa y sensación de fracaso. No todo depende de ti, ni de tus pensamientos, ni de tu voluntad. El miedo responde a cientos de estímulos, a tu contexto particular, a tu historia personal, al tipo de trabajo, de familia o de economía que tengas, a tus recuerdos y expectativas. Las emociones intensas nacen de un sin fin de causas, algunas se pueden resolver, otras no.
Lo que está claro es que la emoción de miedo no es el enemigo. En esencia es adaptativa, cumple con el propósito de protegernos de amenazas potenciales, en el contexto de la maternidad, nos hace más conscientes de las necesidades de esta etapa, nos pone a salvo, nos mueve para tomar las mejores decisiones y nos prepara para afrontar lo mejor posible los desafíos físicos y emocionales que están por venir.
Si intentamos negar, evitar o eliminar la emoción y su mensaje, ésta se refuerza, se volverá más intensa y aparecerá de una forma más virulenta, mediante síntomas físicos, consecuencias emocionales y malestar constante.
Luchar contra tus emociones es como luchar contigo misma, te rechazas, te desatiendes. Y todo ello duele y además no sirve. En lugar de considerarlo como una debilidad, debemos reconocer todas las emociones como parte del viaje, recordando que las emociones desagradables, como el miedo, son incómodas de sostener, pero no por ello son siempre perjudiciales. Escúchate, da espacio a todo lo que sientas, comprende tus emociones, y si sientes que estás demasiado abrumada por el pánico, busca ayuda profesional para encontrar las estrategias de regulación emocional y conductuales que mejor funcionen para ti.